El peronismo ya se mueve con la mente puesta en la disputa por la presidencia. Sus reflejos se activaron como un cazador ante la presa, como cada vez que sus dirigentes perciben que puede acercarse al poder. Hubo una reunión reservada de gobernadores tras el publicitado encuentro en el Consejo Federal de Inversiones (CFI). Después de la cita con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio , los justicialistas Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Juan Manzur (Tucumán) y Gildo Insfrán (Formosa) se congregaron en una casa particular de la ciudad de Buenos Aires para aventurar los próximos pasos. Una cosa son las apariciones públicas, otra las privadas. Allí, en la privacidad del encuentro, los comensales mostraron diferencias electorales, pero un mismo diagnóstico: creen que la situación económica y social se seguirá deteriorando. Esta evaluación de la marcha de la economía explica la aceleración de sus movimientos.
Por fuera de esa coincidencia, se extienden las diferencias.
Juan Schiaretti (Córdoba), Sergio Massa , Juan Manuel Urtubey (Salta) y el senador Miguel Ángel Pichetto anhelan presentarse como una alternativa al macrismo y, al mismo tiempo, mantenerse a distancia del kirchnerismo. Planean un encuentro conjunto que sirva como lanzamiento. Se iban a reunir ayer en Córdoba, pero la repentina muerte de Juan Manuel de la Sota trastocó los planes.
La cita sufrió luego una sucesión de postergaciones. La semana próxima no va a estar Schiaretti. Massa tiene en agenda una charla en Wilson Center, de Washington. Urtubey partirá a Estados Unidos la semana siguiente. Por eso intentarán concretar la fotografía el sábado 29 de septiembre, cuando se crucen en la Argentina.
La primera convocatoria del grupo, antes de la muerte de Juan Manuel de la Sota, incluyó un revuelo interno. Los promotores buscaron sumar a otros gobernadores para la cita inicial de Córdoba, pero recibieron objeciones: los detractores marcaron la incómoda coincidencia entre el lanzamiento del grupo y la sesión especial convocada por la oposición para resistir la eliminación del fondo sojero dispuesta por Mauricio Macri por decreto. No querían aparecer como desinteresados por la cruzada que habían lanzado los intendentes para mantener los recursos de la torta sojera que alimenta mensualmente sus obras públicas. Finalmente, y ante la amenaza de una anulación del decreto, el Gobierno dio marcha atrás y compensó con 4125 millones de pesos a las provincias y los municipios perjudicados por la quita del fondo. Para entonces, el lanzamiento del neojusticialismo ya se había postergado.
En el trasfondo de los argumentos, las diferencias que aparecieron frente al lanzamiento muestran las múltiples caras del peronismo. El cuarteto de Massa, Urtubey, Pichetto y Schiaretti pretende una opción que quiebre la polarización entre macrismo y kirchnerismo, y dar vida a una primaria electoral peronista que catapulte a un candidato propio. En la mesa de arena donde trazan su estrategia prevén que el macrismo se deshilache en la sangría de la recesión y la candidatura de Cristina Kirchner se empantane en los tres juicios orales con los cuales deberá convivir durante la campaña. El kirchnerismo solo coincide con la primera parte del pronóstico. El Gobierno, con la segunda.
Lo cierto es que a los camporistas que rodean a la expresidenta se les vence el mandato el año próximo y necesitan tanto como el aire una candidatura de Cristina Kirchner para sobrevivir.
Massa, Pichetto, Urtubey y Schiaretti creen que detrás de los resquemores que muestran otros gobernadores para sumarse al proyecto se esconden los movimientos de quienes quedaron afuera, aquellos demasiado asociados al kirchnerismo como para subirse.
Los detractores del PJ, en cambio, acusan a Schiaretti y Urtubey de una cercanía extrema con el Gobierno. El peronismo finalmente repite un síndrome: ante la ausencia de una jefatura clara, predomina el recelo mutuo.
El problema para el cuarteto es que las encuestas no reflejan todavía la tercera vía peronista. Los votantes se cristalizan en los extremos de la polarización, y en la franja del medio prevalece el desencanto general. «Ahora hay que crecer, enamorar, mostrar un camino», repite un integrante del cuarteto como credo motivador.
Solo en un punto coinciden unos y otros, oficialistas y opositores: será la economía la encargada finalmente de inclinar los platillos de la balanza.
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