Todavía no alcanza el nivel de inquietud, pero en el Bloque Justicialista del Senado ya se dejan escuchar algunas voces que cuestionan la llamada «doctrina Menem» y se preguntan hasta cuándo el peronismo seguirá pagando el costo político de defender los fueros de Cristina Kirchner .
Mientras las revelaciones de la causa de los cuadernos de las coimas se extienden como reguero de pólvora, algunos legisladores peronistas empiezan a sentirse incómodos en el papel en el que los pone la postura sostenida por el jefe del bloque, Miguel Pichetto (Río Negro), que rechaza cualquier posibilidad de desafuero de la expresidenta mientras no haya sentencia confirmada por la Corte.
Las voces son pocas, por lo que el tema no ha sido planteado ni a Pichetto ni discutido en el bloque. «Miguel está cerrado con ese tema y la verdad que no vale la pena que nos pongamos a discutir por la señora», dijo a LA NACION un senador del PJ que reconoce que la suya es, todavía, una postura minoritaria.
Sin embargo, LA NACION pudo saber que la cuestión del costo político ha sido motivo de conversaciones en varios despachos peronistas de la Cámara alta. «El año que viene va a afrontar tres juicio orales. ¿Vamos a seguir poniendo la cara por ella?», se preguntó otro senador.
Este último legislador contó que en uno de esos encuentros, durante un almuerzo en el comedor de la Cámara alta, se produjo el siguiente diálogo:
«Senador 1: -¿Vos recibiste el beneficio de algunos de los bolsos?
«Senador 2: -No, para nada.
«Senador 1: -Entonces, ¿qué estamos defendiendo?».
El razonamiento que impera en este pequeño grupo es que todos los dedos apuntan al Bloque Justicialista como responsable de rechazar los reclamos del juez Claudio Bonadio mientras Cristina Kirchner no deja pasar oportunidad para criticarlos.
«Es el peor negocio del mundo», dijo un funcionario peronista del Senado a LA NACION antes de recordar las diatribas que en casi todas las sesiones soporta el PJ de los miembros más radicalizados del Frente para la Victoria (FPV), como la chaqueña María Pilatti y la chubutense Nancy González, que no tienen empacho en catalogar en más de una oportunidad de «traidores» a los miembros del Bloque Justicialista.
En el pequeño grupo disidente no terminan de entender las posturas de muchos de sus compañeros que nada han tenido que ver con las administraciones kirchneristas. «Le tienen un miedo reverencial a la señora», se quejan.
Además, tampoco comprenden que Pichetto siga poniendo el cuerpo por la expresidenta cuando, por otro lado, ha sido el primero en romper relaciones con Cristina Kirchner y en reclamar una renovación del peronismo tras los doce años de administraciones kirchneristas.
El rionegrino, en tanto, sigue firme en su postura. De manera pública lo hace ratificando la «doctrina Menem» y con una crítica velada al uso que los jueces hacen de la prisión preventiva, a la que califica como una condena anticipada.
En privado, en tanto, Pichetto dijo ante sus compañeros de bloque cuando se discutió qué hacer con los allanamientos a la expresidenta solicitados por Bonadio que no estaba dispuesto a entregar los fueros parlamentarios a los devaneos políticos de los jueces de Comodoro Py.
Paradojas de la política: el rionegrino todavía critica al kirchnerismo de la Cámara baja por haberse negado a dar el debate cuando se votó el desafuero de Julio De Vido.
En el Bloque Justicialista del Senado conviven varias posturas en torno a la situación de Cristina Kirchner.
La gran mayoría no quiere saber nada con otorgar el desafuero. La paleta de posiciones va desde los colores más fuertes, que defienden a la expresidenta, como José Mayans (Formosa), hasta aquellos que ven en los pedidos de Bonadio un embate contra el peronismo en su conjunto y creen necesario cerrar filas en una suerte de defensa colectiva del PJ.
En el medio están los nostálgicos de Néstor Kirchner, como el entrerriano Pedro Guastavino, que ven cómo la causa de los cuadernos de las coimas pone en crisis la figura del fallecido líder peronista.
Por ahora, el PJ seguirá dándole santuario a Cristina Kirchner en el Senado. Sin embargo, los críticos de la «doctrina Menem» piensan que el año próximo, elecciones y agravamiento de la situación procesal de la expresidenta mediante, el panorama podría cambiar.