Luego de dos meses de una política monetaria muy contractiva, se aproxima un período de relajamiento. Pero el Banco Central no está pensado en abandonar las duras medidas adoptadas a partir de octubre, sino que está todo en línea con lo negociado con el FMI. Como resultado, en el transcurso de las próximas semanas podría emitir hasta $110.000 millones, sin poner en riesgo el nuevo acuerdo alcanzado con el organismo multilateral.
La expansión monetaria que se viene está divida en dos partes, que se desglosan de la siguiente manera:
– Para hacer frente a la demanda estacional de pesos típica de fin de año (salarios, medio aguinaldo y ahora bono), crece fuerte la demanda de dinero. Por eso, el FMI autorizó a emitir el equivalente a 6% de la base monetaria, lo que equivaldría a unos $76.000 millones. Esto se haría rescatando Leliq por un monto equivalente. El «truco» es que después ese dinero no debe ser absorbido, como sucede generalmente entre enero y febrero. Por lo tanto, significa que el punto de partida del año próximo será con mayor cantidad de pesos en circulación, lo que permitiría reducir más rápido las tasas de interés.
– Adicionalmente, el Central tiene margen para expandir la base monetaria en $40.000 millones. Esto se debe a que la política de «emisión cero» no sólo se cumplió sino que incluso está excedida en esa cifra. Esto significa que la entidad que preside Guido Sandleris tiene un margen amplio para expandir la cantidad de pesos sin incumplir aquel compromiso asumido con el Fondo. No está claro si lo hará, pero es evidente que se trata de una opción que tiene a mano para avanzar en esa dirección, sobre todo en el caso de que aquella expansión de base del 6% de diciembre se quede corta.
La tranquilidad del dólar y la baja de las tasas le da margen al Central para expandir la cantidad de pesos. Está negociado con el FMI por la estacionalidad de diciembre y además porque se excedieron las metas de emisión cero
En este contexto, está claro que la política monetaria inaugurada en octubre, junto con la política de bandas cambiarias (o «zonas de no intervención»), entra en una segunda fase.
En la primera etapa había que demostrar que el sistema de bandas era el adecuado, acompañado por altas tasas de interés. El resultado fue que el tipo de cambio se ubicó rápidamente muy cerca del piso inferior. A partir de allí, las tasas de interés comenzaron a declinar, pasando de un máximo de 73,50% a principios de octubre a 62,20% anual el último viernes.
En el equipo económico festejan que la política de control de agregados monetarios para combatir la inflación fue bien recibida por el mercado y que incluso está ayudando a recuperar la confianza del Central.
Ahora el objetivo es que la tasa de interés se ubique por debajo del 60% en diciembre, acompañando lo que será una disminución de la inflación en noviembre (sería levemente inferior al 3%).
Tanto en el palacio de Hacienda como en el Central creen que la baja de las tasas y de la inflación ayudarán a recuperar el salario real y la demanda interna. Entre ambos factores, más una cosecha gruesa que vendría muy bien, la economía pegaría la vuelta después de fin de año.
Dentro del Gobierno saben que la recuperación económica es fundamental para que el Presidente Mauricio Macri consiga la reelección el año que viene, luego del pésimo año que resultó 2018.
fuente INFOBAE