En marzo de 2019, la serie original del estimador mensual de actividad económica (EMAE) del Indec cayó 6,8% respecto a igual mes de 2018, acumuló 11 meses consecutivos con variación interanual negativa; mientras que en comparación con el índice desestacionalizado de febrero se contrajo 1,3% y cortó una mini racha positiva de 3 meses que se había iniciado en diciembre.
De ahí que el índice general de actividad se retrotrajo a los niveles de 7 años antes, el segundo trimestre de 2012, cuando entonces la economía comenzaba a sufrir los efectos negativos del cepo cambiario, limitación de importaciones de insumos, y también de exportaciones para privilegiar el consumo interno.
Sobre 15 grandes sectores de la producción, el comercio, y los servicios público y privado, el Indec registró en marzo sólo 2 con índices superiores a los del año previo: agro y enseñanza; 3 virtualmente se estancaron: el sector público; servicios sociales y salud, que como el caso de la rama de la educación siguen un movimiento vegetativo; 10 anotaron severas contracciones, entre las que se destacaron el comercio 14,6%; la industria manufacturera 13,2% y la intermediación financiera 13,9%, principalmente por la caída de la actividad bursátil.
Sobre 15 grandes sectores de la producción, el comercio, y los servicios público y privado, el Indec registró en marzo sólo 2 con índices superiores a los del año previo: agro y enseñanza; 3 virtualmente se estancaron: el sector público; servicios sociales y salud, y 10 anotaron severas contracciones
Los economistas de la consultora LCG (Labour, Capital & Growth), encabezados por Javier Okseniuk, atribuyen la fuerte contracción de marzo y el punto de giro respecto de febrero a «la volatilidad del tipo de cambio, las altas tasas de interés, y una inflación persistente en un escalón por encima del esperado que no permite que se recompongan salarios e ingresos de jubilaciones y asignaciones que se rigen por la ley de movilidad; junto a un escenario político todavía abierto, con propuestas económicas muy distintas, que pospone cualquier decisión de inversión».
Por el contrario, en perspectiva, el economista de la consultora Orlando Ferrres y Asociados, Fausto Spotorno, estimó sobre los números de abril: «es altamente probable que sean positivos en términos interanuales debido al «impacto de la cosecha gruesa y algo de construcción. La industria, en tanto, sigue sin arrancar».
Mientras que Ecolatina, espera: «para el segundo trimestre la actividad muestre una mejora a partir de la materialización de una cosecha récord: la producción de maíz alcanzaría las 56 millones de toneladas, lo que se traduce en un incremento de casi 29% respecto la campaña anterior, y la de soja, con 55,9 millones de toneladas, aumentaría su producción 48%. Si a ello se suma una buena campaña en el trigo, superior en 5%; y la de girasol 8%, la producción agregada de los 4 cultivos crecería alrededor del 31%. Además, los sectores ganaderos y lácteos es posible que logren mayores exportaciones que compensen la caída del consumo interno».
El agro es el único de los pocos sectores de la producción física que mantiene una racha 8 meses consecutivos con incremento respecto de igual período del año previos, los otros 2 se vinculan con los servicios de enseñanza y salud que se caracterizan por un crecimiento constante, vinculado principalmente con el aumento vegetativo de la población, y la extensión de los planes asistenciales de los gobiernos nacional, provincial y municipal.
El esperado aporte de la rama agrícola
Es justamente en el agro, en particular en el segmento agrícola-pampeano, donde los economistas en general y el Gobierno en particular, esperan que desde abril adquiera un rol relevante como revitalizador del índice general de actividad económica, con una cosecha récord que se espera entre 145 y 155 millones de toneladas.
Es justamente en el agro, en particular en el segmento agrícola-pampeano, donde los economistas en general y el Gobierno en particular, esperan que desde abril adquiera un rol relevante como revitalizador del índice general de actividad económica
Después de dos años muy malos, uno afectado por las inundaciones y el siguiente por la sequía, se espera que en términos de volúmenes físicos el sector agropecuario consolide tasas de incremento de dos dígitos altos, como empezó a insinuar en la estimación del Indec en marzo con 10,8% respecto del año previo, y eso se propague tanto a las manufacturas de origen agropecuario, como al comercio exterior, el movimiento de cargas y el equipamiento de maquinaria de uso agrícola.
Cabe recordar que la crisis productiva de la agricultura extensiva la que con caídas a tasas de 28% a 33% respecto del nivel del año previo, entre abril y junio de 2018, fue la que explicó gran parte de la contracción del EMAE a 4,8% en mayo y 6,5% en junio de ese año. De ahí que ahora se espera que se constituya en el principal rubro de la reactivación del índice general, aunque no tendría inicialmente, un efecto generalizado.
Ecolatina advierte que entre los factores negativos que permanecen intactos y que limitarían un repunte generalizado se destacan: 1) la política de tasas altas de interés y 2) la incertidumbre política.
fuente INFOBAE