MENDOZA.- Pasado mañana se reanudará un juicio histórico e inédito paraMendoza. A la gravedad y cantidad de abusos a niños hipoacúsicos en elInstituto Próvolo, por los que se juzga a dos sacerdotes y un exempleado, se suman las dificultades de las víctimas, sordas y mudas, para hacerse entender por medio del lenguaje de señas.
Algunas víctimas no lo manejan adecuadamente, lo que originó duras críticas de los padres al establecimiento, ya que consideraron que se trató de una «vil estrategia» para mantener «oculto un mecanismo sistemático de violaciones», manifestaron a LA NACION.
El debate se complica aún más porque uno de los sacerdotes imputados, Nicolás Corradi, de 83 años, está a punto de perder la audición. En este proceso también están imputados el sacerdote Horacio Corbacho, de 61 años, y Armando Gómez, de 51, exjardinero, que también es sordo.
El tribunal determinó que se usarán los videos registrados en la cámara Gesell para que los alumnos afectados no necesiten volver a declarar y no vuelvan a ser «victimizados». Esto no solo es una situación traumática para quienes sufrieron los ataques sexuales, sino que representa una complicación para volver a comunicar lo ya contado.
Según datos suministrados por la Justicia provincial, en el proceso de instrucción de la causa, que se inició en noviembre de 2016, se hicieron más de 30 entrevistas especiales a las víctimas del Próvolo.
La cámara Gesell es una sala dividida por un vidrio: del lado de la víctima es espejado, pero del otro permite ver las reacciones de los interrogados. Así, el espacio facilita el diálogo con psicólogos y psiquiatras, y, en este caso, con los intérpretes de lenguaje de señas.
En estas instancias testimoniales hubo un duro planteo de la defensa de la monja imputada por abuso, Kumiko Kosaka, que cuestionaba las interpretaciones, aduciendo que se tergiversaban los hechos. Pero este reclamo fue desestimado por la Justicia, por lo que ningún especialista quedó comprometido en la causa.
Complicación
«Al ser las víctimas sordas y mudas, las cámaras Gesell fueron más complejas de lo habitual, sumado a que el relato de hechos de tal gravedad hace que se quiebren, exige que se realicen en hasta tres o cuatros oportunidades para lograr información sustancial», explicaron fuentes judiciales.
Actualmente, hay 26 mendocinos graduados por la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) como intérpretes de la lengua de señas argentina (LSA). En diálogo con LA NACION, Ana Paula Olguín, integrante de la Asociación Sordos Mendoza y representante en Cuyo de la Confederación Argentina de Sordos (LSA-CSA), que fue parte activa durante el proceso judicial, con tres profesionales presentes en las jornadas de debate, dio su visión de la importancia de la actividad y de la función del mediador sordo.
«Es un trabajo de puente de comunicación con las víctimas, entre las personas oyentes y las personas sordas, que se comunican entre lengua de señas y hablada en español. Los profesionales pueden aprender LSA, pero es importante el intérprete para que no haya barreras», explicó Olguín, que también es sorda, sobre la modalidad del sistema de comunicación.
«Además, la persona sorda puede actuar como mediador porque hay ocasiones en que los intérpretes pueden no entender a las víctimas del Instituto Próvolo, por lo que es mejor llamar a una persona sorda adulta para que sea mediador y pueda hablar con sus abogados, con el fiscal o el juez; esta ha sido la mejor función», amplió Olguín.
Así, a la espera de que se avance en el entendimiento y la comprensión entre los diversos actores del juicio, teniendo en cuenta los planteos y estrategias que surgen sobre la marcha del debate, resta esperar a pasado mañana, cuando se retome el proceso.
Este está detenido por un pedido de la defensa para que se realice un peritaje psicológico a otro de los acusados, Gómez, porque considera que es «inimputable», ya que afirma no «comprender» lo que se manifiesta durante el juicio.
fuente LA NACION