LA PAZ.- La incertidumbre reina en Bolivia desde el domingo cuando Evo Morales y su vicepresidente, Álvaro García Linera, renunciaron a sus cargos. La situación se agravó unas horas después cuando dimitieron la presidenta del Senado, Adriana Salvatierra, también del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS), y el presidente de la Cámara de Diputados, Víctor Borda, los dirigentes que se encontraban en la línea de sucesión para asumir la presidencia. Todas las miradas recayeron a partir de entonces en una sola persona: Jeanine Añez.
Entre lágrimas, la opositora, segunda vicepresidenta del Senado, aceptó este lunes la difícil tarea que se le encomendaba: asumir la presidencia interina de Bolivia, papel que le corresponde según el orden constitucional.
«Voy a asumir el reto solamente para estar lo necesario para llamar a elecciones transparentes, para que los bolivianos tengan la certidumbre de que su voto va a ser respetado», dijo Añez en una entrevista con el canal de televisión Red Uno al reivindicar su derecho a asumir la presidencia de Bolivia.
«Vamos a llamar a elecciones con personalidades probas, que ellas sean las que lleven un proceso electoral que refleje lo que quieren y el sentimiento de todos los bolivianos», agregó frente a la prensa en la entrada de la Asamblea Legislativa de La Paz .
Cuando se le pidieron más precisiones sobre las fechas indicó: «La población grita para que el próximo 22 de enero tengamos un nuevo presidente. Vamos a hacer todo lo posible para cumplir ese calendario».
Pero la dimisión de Morales debe ser aún aprobada por la Asamblea Legislativa, que a su vez debe decidir los pasos a seguir para encauzar la situación institucional.
El órgano legislativo recibió este lunes la carta de dimisión de Morales, en la que denunciaba persecuciones de «los golpistas» a sus aliados y familiares.
Ante el precario panorama, el Senado había convocado a una sesión para hoy, según informó Añez, pero la Cámara de Diputados la suspendió por razones de «fuerza mayor» e «inseguridad ciudadana», según un comunicado de la Secretaría General de la Cámara baja, por lo que la incertidumbre se mantendría al menos hasta mañana.
«Diez años de oposición»
Jeanine Añez, de 52 años, nació en Trinidad, Beni. En 2010 fue elegida senadora de Bolivia por el partido del Plan Progreso para Bolivia-Convergencia Nacional (PPB-CN). En la última elección de 2015 participó con la sigla de Demócratas.
Entre los años 2006 y 2008 se desempeñó como asambleísta constituyente para la redacción de la nueva carta constitucional.
Participó también de la comisión de organización y estructura del nuevo Estado, trabajando también en la parte del Poder Judicial.
«Llevo prácticamente diez años haciendo oposición y no podemos decir que estábamos en una democracia plena. No se puede hablar de democracia cuando hay perseguidos políticos, cuando hay exiliados políticos, cuando la institucionalidad democrática es inexistente en el país, cuando no se respeta la Constitución», declaró ante las cámaras este lunes, antes de volar a La Paz.
La senadora acusó a Morales de ser el responsable de la frágil situación que se vive en Bolivia y de violar la Constitución al intentar un cuarto mandato en el poder. «Toda esta convulsión es solo por ese objetivo totalmente mezquino de don Evo Morales de quedarse en el poder, y no nos parece justo», dijo.
Te quedas más sólo!!!#NoMAS https://twitter.com/unitelbolivia/status/1193565592873263104 …
Unitel Bolivia@unitelbolivia#LaPaz La COB le pide a Morales renunciar si es necesario para pacificar el país.
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Los resultados de una auditoría de la Organización de los Estados Americanos (OEA) difundidos el domingo, que hablaban de «serias irregularidades» en las elecciones, desencadenaron los acontecimientos que llevaron a la renuncia de Morales. Tras conocerse ese informe, el expresidente ofreció celebrar nuevos comicios, pero no logró aplacar la ira de la oposición.
Durante la jornada, enfrentó una avalancha de renuncias de altos funcionarios, en algunos casos después de que les quemaran sus casas, y la presión decisiva de los militares y la policía, que acabaron reclamando su dimisión.
fuente LA NACION