El aislamiento y la preocupación por sus consecuencias económicas se convirtieron en parte del escenario cotidiano en demasiados ámbitos. Marcela Corbacho es arquitecta, tiene dos chicos adolescentes y un marido que trabaja como martillero. Desde que comenzó el coronavirus, su vida laboral se detuvo. Literalmente. Es que para su profesión el teletrabajo no resulta una opción. Tampoco para los albañiles, electricistas o plomeros que trabajan a la par de un arquitecto.
“Tengo un estudio pequeño de arquitectura en la localidad de Canning, donde hago remodelaciones, anteproyectos y obras chiquitas en la zona donde vivo -dice a Infobae-. Estoy soportando el coronavirus con los pocos ahorros que tenía, porque la situación económica ya venía mal. Pero ese colchón puede durar una semana más, no mucho más tiempo y se me va a complicar”.
“Yo no puedo hacer teletrabajo con la obra o la remodelación. Se tiene que estar presente. Tenes que ver cómo trabajan los albañiles, el plomero, el electricista… No hay manera de hacerlo a distancia. Un revestimiento mal puesto o un piso mal colocado sale mucho más caro después -explica-.Yo tengo que poder entender qué quieren, dónde viven y una obra no se puede hacer online. Mi trabajo se hace con gente y con un ladrillo arriba del otro”.
Aunque suele tener una mirada optimista de las cosas, la arquitecta admite que el aislamiento social, preventivo y obligatorio previsto, hasta ahora, extendido al 12 de abril, no implicará volver sencillamente a su trabajo, como ella quisiera. “Las obras que ya estaban funcionando y les falte poco van a seguir porque cada día que pasa es una pérdida de plata y, además, los costos de los materiales cada vez van a ser más altos”, señala.
«Pero el problema está con el inicio de obras o los proyectos que estaban en plena negociación -agrega-. En este momento la gente se pregunta si quiere hacer una inversión en remodelar o reconstruir o prefiere esperar a ver que va a pasar».
Parece una ironía, plantea. Justamente este período de aislamiento le permitió a la gente reencontrarse con su hogar, pensar qué le gustaría modificar o cómo podría sentirse mejor y es cuando más trabajo podría tener.
Según contó, el día que el presidente Alberto Fernández anunció la decisión de entrar al aislamiento habló con los albañiles, el plomero, el contratista. “Les pregunté cómo ibamos a hacer porque mi profesión es en equipo y quedamos en ver qué pasaba. Ellos dijeron que podían aguantar una semana. Esa semana ya pasó… Estamos todos en la misma. Yo no estoy recibiendo pagos, dependo de comprar materiales para avanzar, ellos necesitan los materiales para poder hacer la obra…Y estamos todos en cuarentena”.
Incluso, ya en la última semana, antes de que saliera el decreto, los albañiles iban con temor a la obra. Compartían el alcohol en gel, se saludaban con los codos. “Todos estamos con miedo. Por esta enfermedad y por qué va a pasar con nuestro futuro”, subrayó.
Su marido tiene una inmobiliaria en el conurbano. “Ya venían mal las cosas en su rubro por la falta de créditos. La última vez que hubo movimiento fuerte fue a principio de los créditos UVA hace más de tres años. Todo estaba flojo. Ahora es peor todavía”.
“Te enoja tener que agotar los ahorros pero por al menos los tenía. Sé que hay gente que está peor que yo”, admitió. El colegio de uno de sus hijos lo había pagado a principio de año todo junto para congelar eventuales aumentos, pero la escuela de su hija es otra y por estos días no sabe cómo lo va a abonar. “En lo único que estoy gastando es en comida y viendo los servicios. En estos días hay que elegir a quién le vas a deber”.
fuente INFOK