El dirigente chavista y presidente de la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente (ANC) de Venezuela, Diosdado Cabello le pidió a sectores de la izquierda y del kirchnerismo que presionen para que el Gobierno de Alberto Fernández envíe pronto un embajador a Caracas y se normalice la relación entre Argentina y la dictadura de Nicolás Maduro.
“Ojalá enviara Argentina su embajador a Venezuela pronto. Ojalá. Para nosotros sería un honor, un grandísimo honor que tuviera Argentina su embajador aquí, que se regularizara esa situación. Y la presión de ustedes estoy seguro que va a funcionar”, dijo Cabello durante un foro virtual organizado por la representante de Nicolás Maduro en Argentina, Stella Lugo de Montilla.
La presentación contó además con la presencia del ex presidente de Bolivia, Evo Morales, quien se encuentra asilado en Buenos Aires, luego de renunciar al cargo por irregularidades en las pasadas elecciones presidenciales del año 2019.
El caso Venezuela se ha convertido en un asunto interno para el oficialismo argentino que suma incertidumbre y expone los límites de la política exterior.
La condena sobre las graves violaciones a los derechos humanos en Venezuela, que remiten a prácticas de terrorismo de Estado, no debería generar debates. Las diferencias y las discusiones dentro y fuera del Gobierno argentino podrían quedar, por ejemplo, para el ajuste más fino de la estrategia regional. Pero no es así: asomó con más crudeza que en otros casos la tensión interna en la coalición de gobierno. Y desnudó otra vez la disputa por la centralidad del poder, con efectos riesgosos en medio de la crisis económica y social agravada por la cuarentena que vive Argentina.
Las internas del gobierno de Fernández vienen exhibiendo como características un común denominador y un ingrediente original en cada entrega. El elemento repetido es el costo autoinfligido pero de proyección amplia, porque alimenta la conflictividad política y agrega incertidumbre. Y el elemento específico, en este caso, es la puesta en foco de una política exterior sin estrategia sólida a la vista y hasta contradictoria.
El impacto del caso Venezuela es tal que en estas horas desplazó del temario público otras cuestiones forzadas, compartida por Alberto Fernández y extremada por Cristina Fernández de Kirchner, al punto de reescribir el proyecto de reforma de la justicia federal.
En medio de las críticas del chavismo al gobierno de Alberto Fernández por su votación en la ONU contra el régimen, el dictador venezolano expresó en Twitter: “Hace 125 años nació uno de los líderes más queridos y recordados de la Patria Grande, Juan Domingo Perón”.
“Hombre que gobernó por y para los más desposeídos, recuperando los derechos del pueblo. Exaltamos el inmenso amor y la lealtad inalterable que tuvo con la Patria Albiceleste”, manifestó.
Estos mensajes de Maduro se dan en días en que crece el malestar del chavismo por la posición que adoptó la Argentina en la Asamblea General de la ONU. El organismo aprobó, con apoyo del gobierno de Alberto Fernández, la resolución que condena las violaciones a los derechos humanos en Venezuela.
Esto implica que se renueva por dos años el mandato de la Misión de Determinación de Hechos que investiga los crímenes de lesa humanidad en el país caribeño; se condena las violaciones a los DDHH ya comprobadas; y se llama a celebrar elecciones libres.
El resultado de la votación fue contundente. Votaron a favor Argentina, Australia, Austria, Bahamas, Brasil, Bulgaria, Chile, República Checa, Dinamarca, Fiji, Alemania, Italia, Japón, Islas Marshall, Holanda, Perú, Polonia, Corea del Sur, Eslovaquia, España, Ucrania y Uruguay.
Se abstuvieron Afganistán, Angola, Armenia, Baréin, Bangladesh, Burkina Faso, Camerún, Congo, India, Indonesia, Libia, Mauritania, México, Namibia, Nepal, Nigeria, Pakistán, Qatar, Senegal, Somalia, Sudán y Togo.
En contra solo lo hicieron el régimen de Maduro, Eritrea y Filipinas.