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Economistas y empresarios aseguran que si el Gobierno no hace el ajuste, lo hará el mercado

Corrieron, en las últimas horas, varios rumores políticos y económicos, mientras se espera que el presidente Alberto Fernández adopte decisiones veloces para tomar la delantera antes de que el «el ajuste lo haga el mercado» (con las consecuencias sociales, políticas y económicas que ello trae). «El problema es que el Gobierno no tiene tiempo, aunque crea que sí lo tiene», sostienen.

dolar

Si bien descartan una «hiperinflación» los analistas del mercado pronostican que habrá una aceleración importante de la suba de precios, frente a la continua suba del dólar en el mercado no oficial.

En una charla virtual con sus clientes los directores de Analytica, Ricardo Delgado y Rodrigo Álvarez, afirmaron que es necesario que haya un acuerdo político concreto entre el Gobierno y la oposición para adoptar las medidas necesarias para que la debacle económica no se profundice.

Álvarez sostuvo que «subir tasas y hacer un ajuste es el menor de los males frente a una fuerte devaluación. Ya hoy tenemos los indicadores sociales del 2002, e imaginemos adónde se pueden ir con un salto cambiario. Así que mejor hacer el ajuste antes que después».

De inmediato, indicó que «hay posibilidades de que el ajuste lo haga el mercado en forma desordenada si no lo hace el Gobierno».

En este sentido, reconoció que, con la licuación de las jubilaciones, el programado aumento de las tarifas a los servicios públicos para 2021 y el freno a las paritarias frente a la inflación, «el Gobierno está yendo hacia un ajuste, pero no a la velocidad que se necesita, y para hacerlo hace falta un Banco Central que reaccione más rápido».

«El ajuste para que sea ordenado, requiere de una sola cabeza», expresó Álvarez, quien consideró que «habrá una corrección cambiaria».

«Con un escenario como el actual la inflación se iría al 80% y tendrá que venir otro equipo económico que plantee un escenario de déficit cero. Pero es cierto que hay escenarios peores que este», aclaró. En tanto, Delgado opinó que «el problema mayor es el nivel de emisión, como reflejo del déficit fiscal; hoy tenemos 5 puntos de déficit sobre el PBI, pero para llegar a 8 a fin de año, que es nuestra proyección; es una explosión, así que se entiende que van a pasar cosas».

«La mejor política económica solo se puede llevar a cabo con consensos políticos mínimos, no de declamación sino gestos concretos, más allá del decálogo de buenas intenciones del consejo agroindustrial de esta semana. Y, por eso, tanto el gobierno como la oposición deben cerrar grietas, porque todos deben saber que deberán poner algo cuando se sienten en una mesa», explicó.

«El problema es que el zigzagueo permanente hace que el sector privado no termine de entender el rumbo», se lamentó. En este contexto, precisó, se asume que «el tipo de cambio se devalúa el 15% en la última parte de este año, si se quiere mantener el tipo de cambio competitivo con un crawling peg acelerado».

Ante una consulta de sus clientes, Delgado descartó los escenarios de una incautación de los depósitos del sistema financiero y de una hiperinflación. «No vemos que tomen el encaje de los depósitos como reservas líquidas; el sistema financiero está suficientemente líquido como para que esto no ocurra», indicó.

Respecto de un escenario similar al de 1989, afirmó: «No hay condiciones objetivas para que haya una hiperinflación; no hay un sistema de ajuste de salarios como en 1989 y de hecho este año no hubo paritaria, ni aquel nivel de déficit fiscal y cuasi fiscal».

Álvarez aclaró que «si se quiere evitar una hiper, se necesitan US$10 o 15.000 millones de financiamiento».

Por otra parte, en declaraciones a los medios, el economista Camilo Tiscornia dijo que «el tema de las reservas es crítico; algunas cuentas indican que no hay más en términos líquidos y por esa razón aumentó el escenario de una devaluación».

«El Gobierno hará todo lo imposible por frenar la devaluación, sobre todo por el lado de las importaciones, que ya está viendo y antes desdoblarán, que es lo mismo que devaluar para unos y no para otros. Pero el tipo de cambio oficial se moverá mucho más rápido, aunque es difícil saber qué puede hacer el gobierno en un escenario de tanta incertidumbre», explicó.

Por su parte, Guido Lorenzo opinó que «el ritmo de devaluación lo va a marcar el Banco Central; puede restringir el acceso a importaciones y a divisas para el pago de deuda comercial y financiera aún más». «Sucede que esto empieza a generar problemas en otros sectores, por ejemplo, aceleración de la inflación y retrasos en pagos por parte de empresas, entre otros», indicó.

«Uno podría esperar un dólar mayorista de $84 a fin de año, pero de a poco me parece que empieza a permear la idea que hasta ahora funcionaba como un mantra, que era que el dólar estaba en un nivel adecuado en términos reales», dijo el director de LCG.

«Si esa percepción es correcta, es esperable que se intente acelerar el ritmo de depreciación de manera tal de tener una depreciación entre 15 al 20 por ciento del dólar oficial de aquí a fin de año. Cabe preguntarse si nuevamente no vuelve la discusión entre shock o gradualismo, pero ahora en lo cambiario», detalló. En cuanto al mercado de los dólares libres, «van a seguir al alza con brechas entre 120 y 150% seguramente si el esquema que predomina es el actual».

Martín Vauthier de Eco Go dijo que «las expectativas están muy deterioradas; luego del canje, había margen para ir encarrilando la situación, pero se tomaron medidas disruptivas desde la política que elevaron el grado de confrontación, no hubo señales fiscales, se endureció el cepo y todo eso generó el clima que se está observando actualmente en el mercado cambiario».

Respecto de las últimas decisiones oficiales, como la baja de retenciones y cierta relajación en el mercado del CCL, sostuvo que «si bien han ido en el sentido correcto, creo que son insuficientes en magnitud, llegan tarde y esta decisión de dar a conocer medidas tomas las semanas desgasta y da la idea de que hay problemas de diagnóstico y que no queda claro cuál va a ser el rumbo».

En este contexto, admitió que «es muy difícil ponerle un número al tipo de cambio para los próximos meses, porque básicamente depende de las decisiones que tome la política; y cualquier definición que se tome, va a tener costos, más allá de que el tipo de cambio real no luce atrasado en una economía que tiene superávit comercial y de cuenta corriente».

Sin embargo, «en un contexto de crisis de expectativas, los fundamentos no importan y por eso el nivel de tipo de cambio refleja más la falta de confianza que el equilibrio externo, así que el número del tipo de cambio dependerá de las señales que pueda dar la política».

«Si se logran encarrilar expectativas con una señal fiscal que sea muy contundente, en el sentido de que se reduzca o se elimine directamente la emisión monetaria vía adelantos transitorios y giro de utilidades hacia adelante, y con alguna negociación con el FMI, China y los exportadores que permitan recomponer rápido las reservas netas y una reducción de las tensiones internas, entonces se puede moderar el corrimiento del tipo de cambio oficial», expresó.

De lo contrario, aclaró, «sin un programa integral, el corrimiento del tipo de cambio oficial puede ser mayor y eso puede ser muy peligroso, porque una devaluación sin un ancla puede derivar en una aceleración en la nominalidad, una espiral de precios y dólar que no corrija ningún desequilibrio, pero genere mayor incertidumbre financiera».

Frente al creciente desequilibrio fiscal y monetario, detalló Vauthier, «se debe bajar la cantidad de pesos que hay en la economía, una suba del tipo de cambio oficial que licúe los pasivos en pesos y, en el denominador, un aumento en las reservas netas».

Mientras tanto, en el Gobierno el plan es aguantar hasta que aparezcan las divisas de los exportadores, algo que solo ocurrirá paradójicamente cuando se calmen las expectativas de una devaluación del tipo de cambio oficial.

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