Marcelo Duclos
El presidente Alberto Fernández decidió hacer el ridículo desde el primer instante de su presentación grabada. El mandatario argentino apareció con el barbijo puesto, para quitárselo un segundo después. Parece que los asesores presidenciales no perciben la indignación que generan esas insólitas y absurdas acciones, a manos de un presidente absolutamente desacreditado por su propia actitud.
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El mandatario argentino, que informó el fin de semana que es COVID-19 positivo, se cansó de realizar viajes inútiles, de participar de reuniones políticas contradictorias con sus propios protocolos y de quitarse el barbijo para las selfies con sus partidarios. Incluso se animó a decir que lo hacía, ya que a él no le gustaría tener una foto con Bob Dylan con la cara tapada. Al menos podría haber iniciado la comunicación a cara limpia sin hacer el ridículo del primer segundo, lo que le quitó toda credibilidad al mensaje que duró unos diez minutos.
De la misma manera que se le escuchó en México, por momentos el presidente Alberto Fernández perdió el hilo y balbuceó al mejor estilo de Biden, pero con muchos años menos. La impresión de una persona sobremedicada y por momentos extraviada es inevitable. Cabe destacar que el anuncio fue grabado previamente, por lo que la versión que se transmitió, que tuvo un par de momentos complicados, fue la mejor de las tomas disponibles, si se hicieron. O sea, pudo haber sido peor.
En concreto, anunció que se prohíbe la circulación entre las doce de la noche y las seis de la mañana y que los comercios deben cerrar una hora antes. Esta acción, constitucionalmente, tendría que estar en el marco de un eventual estado de sitio y no de un Decreto de Necesidad y Urgencia. Hay que ver si la oposición decide cumplir con su rol o hace oídos sordos como ocurrió a principio del año pasado. Por entonces, Alberto Fernández contaba con una importante aprobación en la opinión pública, que se reflejaba en las encuestas. Como dice el tango, de eso “hoy solo queda el recuerdo”. Habrá que ver si la especulación política los lleva a ponerse los pantalones.
También limitó el transporte público para los considerados “esenciales”, prohibió los viajes grupales en el interior del país, los viajes al exterior por turismo y las reuniones sociales en domicilios particulares. Las medidas, que ya generaron indignación en las redes sociales y promesas de desobediencia civil, durarán hasta fin de mes.
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