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Argentinos, cada vez más pobres en dólares: así se desplomó el salario medido en esa divisa

A lo largo del tiempo, una de las formas de medir si el billete verde está adelantado o atrasado es mediante la comparación con otras variables

Una de las discusiones más frecuentes que se hacen tanto expertos como operadores y ahorristas es si el dólar está atrasado o adelantado.

Y, como suele suceder siempre que se plantea este tema, las respuestas resultan ser ambiguas pues todo depende del cristal como se mire. O dicho de otra manera, con respecto a qué.

En tal sentido, la opción más utilizada para encarar una respuesta suele referirse a su evolución en términos reales a través del tiempo o al poder de compra doméstico, apelando en este caso al denominado «índice BigMac».

Pero más allá del indicador que se tome, lo que está claro es que las respuestas de los conocedores del tema por lo general no coinciden.

En tal sentido, tendrá mucho que ver el «deflactor» que se elija para hacer el análisis o el momento que se escoja para establecer un punto de equilibrio inicial, entre otras cuestiones.

Partiendo de la información estadística que brinda habitualmente el Banco Central, seguramente llegará a la conclusión que en la actualidad el tipo de cambio oficial se encuentra en un nivel que supera los registrados desde marzo de 2008 en adelante, con la sola excepción de los niveles de septiembre de 2018 y octubre del año siguiente.

Incluso se encuentra muy por encima del valor alcanzado como consecuencia de las devaluaciones de febrero de 2014 y de diciembre de 2015.

Evolución del tipo de cambio real

Una vez conocidos estos datos, se suele preguntar si estos niveles tienen algún correlato en la práctica, lo cual podría ser respondido apelando a la evolución del saldo comercial, aquel que compara los volúmenes exportados con los importados, pero esta posibilidad debe ser descartada pues existen múltiples factores que pueden distorsionar el análisis.

Sobre este punto, es obvio que no es lo mismo comparar los resultados de una economía que crece en forma sostenida, que por lo general tiende a arrojar un saldo negativo por el avance de las importaciones por encima de las exportaciones, con los de una economía en recesión, en la que aumentan los saldos exportables y cae quizás con mayor intensidad la importación, a lo que se podría agregar la existencia de restricciones a las compras al exterior.

Pero también existe otro camino y es el de comparar la forma en que evolucionó el poder de compra del salario frente a la moneda estadounidense.

Si bien empíricamente se intuye el resultado de la comparación, pues no hace falta nada más que comparar el precio de un bien o servicio en el exterior expresado en dólares, pues si se lo convierte a pesos o en términos de salarios, el encarecimiento es más que evidente.

Y este análisis es válido tanto para un abono de un servicio de streaming, el costo de un bien incluso que no sea suntuario, un pasaje o de un paquete turístico.

Esta situación se puede corroborar a través de la información oficial que elaboran por su parte Indec, en lo que hace al Coeficiente de Variación Salarial, del Banco Central sobre la evolución del tipo de cambio y fuentes del mercado en lo que hace al blue.

Del análisis de las series que toma como punto de partida diciembre de 2015, es decir cuando se liberó el mercado cambiario, se observa que hasta abril de 2018 el salario promedio superó levemente al dólar.

Pero posteriormente y en especial a partir de agosto de ese año, como consecuencia de las sucesivas depreciaciones que sufrió el peso que se registraron en ese período, se invirtió la tendencia aunque la brecha entre ambos se mantuvo sin mayores variantes.

Pero todo cambió a partir de agosto de 2019, cuando se registró un abrupto salto del tipo de cambio luego de conocerse los resultados de las PASO que se fue ampliando mes a mes.

Esta pérdida de poder adquisitivo se vio agravada posteriormente en dos ocasiones, en primer lugar en diciembre de 2019 con la aplicación del impuesto solidario, que era del 30% sobre el precio de venta oficial, y luego, en septiembre de 2020, cuando se sumó la retención del 35% a cuenta del impuesto a las Ganancias.

Como resultado de ello, la distancia entre el tipo de cambio y el salario alcanzó el nivel más alto de toda la serie.

Esta abrupta suba de la brecha entre ambos indicadores se puede medir de otra forma, que es la manera de corroborar con datos aquella sensación intuitiva de la caída del poder de compra del salario en términos de dólares.

Del gráfico anterior surge que si en diciembre de 2015 con una unidad de salario se compraba un dólar, hacia el segundo semestre de 2018 la relación trepaba hasta los u$s1,30 por unidad, pero a partir de ese momento la capacidad de compra comenzó a transitar una marcada pendiente negativa, cuyo primer escalón, en agosto de 2018 redujo ese indicador a solo 70 centavos de dólar por unidad de salario. Es decir que en un año se redujo a la mitad.

Si bien posteriormente se observó cierta mejora en las paridades, pues el poder de compra avanzó hasta los 85 centavos, tras las PASO de agosto de 2019 se volvió a transitar un nuevo camino descendente que más allá de cierta reacción, presenta en la actualidad el nivel más bajo de toda la serie, pues apenas llega a cubrir 60 centavos de dólar.

Claro está que esta es solo una parte del problema, pues si se toma en cuenta tanto la forma en que se comportó el dólar solidario por una parte y el blue por la otra, la pérdida de poder de compra es sustancialmente mayor, ya que de hecho, hoy solo se pueden cubrir 35 centavos de dólar por una unidad de salario.

 

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