No se trata solamente de cómo aplicar el dinero que vendrá en agosto del FMI sino qué sucede con las compras actuales de dólares del BCRA.
En lo que va de 2021, el BCRA compró US$ 3.375 millones, gracias al ‘boom’ de los precios de los commodities. Pero las reservas crecieron solamente US$ 799 millones (el 24% del total), según la Fundación Libertad y Progreso.
Si bien una parte se utilizó para saldar deuda de organismos internacionales (US$ 830 millones), gran cantidad de esos dólares se aplicaron a sostener los mercados cambiarios alternativos.
No obstante, se avecina otro vencimiento de deuda.
Inminente 2do. pago de vencimientos al Fondo Monetario Internacional en 2021.
Es necesario por 2 motivos.
Por un lado, para no interrumpir la negociación para refinanciar US$ 45.000 millones adeudados.
De acuerdo con el cronograma vigente, el vencimiento es del sábado 01/05. Según el diario Ámbito Financiero, el Tesoro le comprará los dólares al Banco Central y los volcará a su cuenta en la autoridad monetaria el lunes 03/05.
Luego el FMI definirá el tipo de cambio de conversión de DEG (Derechos Especiales de Giro) y hará el débito correspondiente. Quizás el equivalente a US$ 298 millones.
Por otra parte, el Gobierno va por un premio mayor: los DEG que el Fondo Monetario girará en agosto para atender las consecuencias de la 2da. ola del covid-19 en un año electoral. Equivalen a US$ 4.354 millones. Hay un debate en la Administración Fernández acerca de cómo se distribuirán. Ese debate es incorrecto: el FMI dispuso ese dinero para «uso social» por el impacto de la pandemia.
Sin embargo, hay funcionarios reclamando hacia adentro lo que no hace falta reclamar, pero omiten aquello que sí deberían ubicar en sus petitorios.
Para sostener la ambición electoral, se malgasta dinero que debería ingresar a las reservas pero se aplica a sostener la ficción cambiaria. Acerca de esto, los Oscar Parrilli, Anabel Sagasti, Carlos Caserio y otros que reclaman por el «uso social» de los DEG, no abren sus bocotas.
La ficción cambiaria resulta clave por la tasa de inflación, descontrolada.
La ficción cambiaria consiste en ubicar un ancla cambiaria, que es muy costosa, cortoplacista y ficticia.
La ficción cambiaria posterga afrontar el verdadero desafío que es desactivar la inflación, que en verdad sólo refleja la destrucción de la moneda nacional. Porque se destruye la moneda hay inflación, y no viceversa.
Tal como lo recuerda el economista Aldo Abram, «la evolución del valor de casi todos los precios de los bienes que están en las góndolas de los supermercados depende del tipo de cambio mayorista; ya que se exportan o importan. Por lo tanto, el BCRA busca disminuir el incremento de los productos de la canasta básica para que la gente llegue a las elecciones mejor predispuesta con el gobierno.»
Es una historia que obliga a recordar 2013: atraso cambiario preelectoral, estallido cambiario poselectoral. En aquel 2013 el triunfo de Sergio Massa frenó la ambición de reforma electoral para una re-reelección de Cristina Fernández de Kirchner. Pero mucho más importante, la desilusión por el comportamiento de la moneda nacional no fue contenida por la Administración K, iniciando un proceso de destrucción de valor que fue el motor de Mauricio Macri para ganar en 2015.
El FMI está advirtiendo que otros 19 millones de latinoamericanos han caído en la pobreza, y la desigualdad se ha incrementado en un 5% respecto a los niveles de antes de la crisis sanitaria.
Los apoyos públicos proporcionados a gran escala en muchos países evitaron resultados todavía peores, pero provocaron una subida en los niveles de deuda pública, del 68% al 77% del PIB. Y limitará la capacidad de los gobiernos para corregir el legado de la pandemia a más largo plazo.
Pero, a la vez, la relación entre los precios de exportación e importación de las materias primas lleegaron al nivel más alto desde 2011 en países como Chile y Perú (cobre) y la Argentin (soja).
Según el FMI, el progreso que América Latina logró en la reducción de la pobreza y la desigualdad durante el auge de las materias primas de 2000–2014, en gran parte fueron consecuencia del aumento en el ingreso laboral real de los trabajadores menos cualificados, especialmente el sector servicios.
¿Qué aprendió la Argentina de aquella experiencia que pueda aplicar hoy día?
Esta es una pregunta que requiere respuesta.
Otra: los precios favorables de las materias primas no bastarán para reducir de forma duradera la pobreza y la desigualdad en un país exportador de materias primas, y la volatilidad de precios es una posibilidad 2022/2023.
Sin embargo, no parece existir un trabajo al respecto hoy día, sólo la obsesión por gastar lo que está ingresando o por ingresar.