Alverso será uno de los expositores invitados por el régimen de Beijing para celebrar la fecha del órgano que rige los destinos de China
Fernández será hoy uno de los invitados del Partido Comunista Chino (PCC) que celebra por estos días sus cien años de vida. Lo hará mediante una videoconferencia hecha por Zoom. Existen dudas respecto a si alguno de los participantes del encuentro virtual hará referencia a alguno de los hechos que marcaron ese centenario: la cruda y sangrienta llegada al poder de Mao Zedong, las hambrunas provocadas durante años que se llevaron millones de vidas, las purgas internas, o los más recientes centros de “reeducación” de Xinjiang.
Las matanzas del periodo de Mao y sus millones de muertos han sido borrados. El Partido Comunista Chino (PCC) festejó este jueves su centenario, con un despliegue de propaganda a la gloria de una China que se convirtió en 40 años en la segunda potencia económica mundia
Purgas, represión, hambre… El peaje humano del fundador de la República Popular Mao Zedong, en el poder de 1949 a 1976, se desvanece en la China de 2021, donde su lejano sucesor Xi Jinping intenta establecer la legitimidad histórica del régimen.
Mientras China celebra el centenario de su partido único, un repaso de los episodios clave del último siglo de país, incluida la Larga Marcha, las purgas de Mao y el ascenso de Xi.
La fecha exacta de la fundación clandestina del Partido Comunista Chino en la antigua Concesión Francesa de Shanghái en julio de 1921es controvertida. Mao Zedong eligió como día oficial de la conmemoración el 1 de julio recién años después, al no poder recordar el día exacto de la reunión entre una docena de camaradas.
En el encuentro en Shanghái había un representante del Komintern, o la Internacional Comunista. Durante un período, algunos asistentes fueron borrados de las cuentas oficiales, ya que luego fueron acusados de colaborar con el ejército imperial en la guerra civil y la ocupación japonesa en la década de 1930.
A partir de 1947, la Unión Soviética dio un apoyo significativo a las fuerzas de Mao. Les proveyó del mejor armamento, alimentos y divisas. Los milicianos comunistas avanzaron rápidamente desde el norte hacia las grandes ciudades de la costa. Un año más tarde ya controlaban la región de Manchurria y la ciudad de Harbin. Fue cuando Mao decidió abandonar la lucha guerrillera por la de guerra abierta. Comenzó un avance rápido que los llevó a apoderándose de las ciudades de Kaifeng y Jinan.
Los historiadores calculan que 9,5 millones de personas murieron, entre militares y civiles, en el conflicto comenzado en 1927.
Los nacionalistas se replegaron hasta la isla de Formosa y crearon allí su propio gobierno de la República Nacionalista China de Taiwán. Beijing sigue considerando a la isla como una provincia rebelde e insiste en que retorne a lo que denomina patria común.
1958-1965: la Gran Hambruna y la Revolución Cultural
El Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural son los dos mayores desastres humanitarios provocados por Mao en el país. Hasta el día de hoy, su legado marca las cicatrices del cuerpo político en China.
Comenzó cuando el gran Timonel, como fue apodado Mao Zedong, trató de reconstruir la economía china, deteriorada por la guerra, siguiendo el modelo del comunismo soviético. En 1958 Mao lanzó el Gran Salto Adelante, un programa de desarrollo basado en la colectivización agrícola y una rápida industrialización. Fue un fracaso estrepitoso. Produjo La Gran Hambruna.
Fueron diez años de sangriento caos -inspiraron al régimen de Pol Pot en Camboya y a Sendero Luminoso en Perú, por ejemplo- que dejó entre 400 mil y 20 millones de muertos; una economía arrasada, familias divididas, un patrimonio cultural milenario destruido y una nación traumatizada hasta el día de hoy.
Al PCC no le gusta hablar de ninguno de los dos eventos y aún limita las críticas a Mao, más aún bajo Xi Jinping, quien tiene en el Gran Timonel un modelo pese a que su familia sufrió terriblemente por la Revolución Cultural.
Desde 2012, China está liderada por Xi Jinping, el secretario general del partido que acumuló más poder desde Mao y que inició el camino para “volver a ponernos en podio del poder global”. A pesar de los altísimos niveles de corrupción y la creciente vigilancia de los ciudadanos por parte del Estado, el crecimiento de la economía nunca se detuvo, a la vez que empeoró la situación de los derechos humanos.
Sobre todo, el régimen de Xi es señalado de estar cometiendo un genocidio contra los uigures, una minoría predominantemente musulmana en la región de Xinjiang. En los últimos cuatro años al menos dos millones de personas pasaron por una extensa red de campos de detención en toda la región. Los ex detenidos aseguran que fueron sometidos a un intenso adoctrinamiento político, trabajos forzados, torturas, esterilizaciones forzadas y abusos sexuales.
Por último, el encubrimiento de los orígenes de la pandemia de coronavirus emergió como la muestra más reciente de renuencia de Xi a asumir sus compromisos ante la comunidad internacional.
La China de Xi también parece dar retrocesos también en el plano político. En 2018, al abolir los límites de dos mandatos en la presidencia, el actual presidente se convirtió de hecho en líder a perpetuidad. Nada ha unido a sus enemigos como esta medida, que se remonta a los malos tiempos de la dictadura maoista.
Xi completa su segundo mandato de cinco años a fines del próximo año. Nadie espera que renuncie y no está claro si comenzará a preparar un sucesor.