Ayer fue el día de la industria y entonces la CGT con UIA celebraron, mientras Gobierno estuvo ausente. ¿Una misma economía que se divide?
Gobierno sin hacerse cargo con las cabezas
Estamos en una planta industrial», arrancó Daniel Funes de Rioja desde una tarima en medio de una línea de producción de porcelanatos. Y agradeció a la CGT, a sus pares del grupo de los seis que reúne a la Bolsa, la Rural, los bancos y la Cámara de Comercio en una celebración del Día de la Industria que el Gobierno intentó vaciar enviando a funcionarios de segunda línea para marcar las diferencias con la actual conducción de la UIA, crítica hacia la política oficial.
El acto se realizó en Cerámica Alberdi, una fábrica de gigantescas proporciones en el corazón de un barrio muy humilde de Jose C. Paz. Y el día elegido coincidió con el default de Molino Cañuelas que, por el tamaño de la deuda, puede comparase con el de Vicentin. Y también con los despidos por parte de los frigoríficos por culpa del cepo a la carne.
Tal vez imaginando un ambiente crítico, el Gobierno apareció en actos paralelos, con ausencias que contrastaron la actitud cuando la entidad era dirigida por Miguel Acevedo, que congregaba a casi todo el gabinete y al propio Presidente.
Este jueves enviaron a Ariel Shale, secretario de Industria y a la secretaria de comercio interior, Paula Español.
Respuesta de la UIA
La UIA como respuesta lo colmó de empresarios de la talla de Paolo Rocca y con la cúpula de la CGT encabezada por Gerardo Martínez y Antonio Caló. Eso sí, hubo ausencias llamativas como la del ex presidente Acevedo y la de Guillermo Moretti de Santa Fe, muy afín a la política de la Casa Rosada pero que nunca falta a los eventos de la entidad.
«Hay tensiones que amenazan a la industria frigorífica, queremos una Argentina con inversión productiva y crecimiento de las empresas pero nos preocupa lo tributario, que paguemos todos y razonablemente», señaló el presidente de la UIA. Lo precedió el discurso de Shale que se extendió durante una hora.
«Hablaste de certidumbre; queremos concertación con la bandera de la industria», le dijo Funes al secretario de Industria. «Queremos una Argentina que promueva la inversión privada», remarcó.
Y completó: “Respetamos el orden institucional, lo que nos une es la discusión de una política industrial en un tango que necesita tres, el Estado, los empresarios y los trabajadores. Nos duele el empleo en negro. Necesitamos más inversión, más empleo y mayor formalidad y a los trabajadores junto a nosotros, no en contra nuestra”.
Shale se había referido a la triste herencia de Macri y se dedicó a enumerar las medidas del Gobierno. Hasta llamó a exportar más como salida, justo cuando se restringen los embarques de carne.
Español, en cambio, prefirió hablar con Rocca y mientras ella se refería a los precios, el CEO de Techint le hablaba de la recuperación productiva de sus empresas. Algo de eso señaló Luis Galli, de Newsan: “El segundo semestre viene muy bien”, soltó y lo afirmó Caló cuando detalló que la producción metalúrgica “vuela”. El anfitrión Martín Rappallini deslizó que están a pleno con la producción de porcelanato y lo mismo le ocurre al dueño de Sinteplast, Miguel Rodríguez, el secretario de la entidad vinculado a la anterior conducción de la UIA.
Por cierto, el concurso de Molino Cañuelas sobrevoló las conversaciones entre el titular de la Rural, Nicolás Pino, y el de la Bolsa, Adelmo Gabbi.
«Ya venía con problemas en sus balances, muy difícil para una empresa resolver una deuda de este tamaño», comentó Gabbi al explicar que la recuperación de las acciones en la Bolsa obedece al precio de ganga de las compañías. Y ejemplificó que firmas como Casado, con miles de hectáreas en Paraguay, vale 22 millones de dólares, y Fiplasto, 3 millones de dólares. «Hay fondos del exterior que pese al riesgo buscan oportunidades», explicó sobre el alza de las acciones.
Pino mostraba su rechazo al cepo a la carne, «una medida inexplicable y que genera bronca en los productores y despidos en la industria», dijo.
En los momentos previos al acto, Rocca conversaba animadamente con los líderes sindicales. Y Gerardo Martínez hacía gala de un acuerdo en serio con el sector empresario. En otra punta de una nave de cinco cuadras, una de las líneas productivas de la planta, Marcelo Figueras (de laboratorios Richmond) explicaba exultante que ya van por las 6 millones de dosis de Sputnik gracias a los fondos que logró y que superaron con creces los millones de dólares que necesitaba. Dijo que sus inversores fueron diversos, desde la radical provincia de Mendoza y la Ciudad de Buenos Aires al dueño de Covelia, tan ligado a Hugo Moyano. A su lado, Martín Cabrales apuntaba: «En política industrial no pueden existir grietas».
José de Mendiguren fue una de las presencias que se hizo notar tras su pelea pública por haber quedado rezagado en la nueva conducción de la UIA. Muchos esperaban un gesto público de reconciliación con algún apretón de mano. No se concretó.
CLARÍN