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Murió a los 90 años Cacho Fontana, una voz irrepetible de la radio y la televisión argentina

Como un giro del destino, o del amor que tuvo Cacho Fontana, falleció dos días después de la partida de Liliana Caldini, madre de sus hijas

Como un giro del destino, o del amor que tuvo Cacho Fontana, falleció dos días después de la partida de Liliana Caldini, madre de sus hijas

La partida de Cacho Fontana

Fueron demasiadas batallas para el hombre que las peleó todas. Jorge Cacho Fontana -o Norberto Palese, tal su verdadero nombre- murió a los 90 años minutos antes del mediodía de este martes 5, en la Clínica Interplaza, el hogar en el que se alojaba desde hace tiempo, según le confirmaron a Teleshow desde su entorno. El locutor, uno de los referentes ineludibles de la radio y televisión en el país, había tenido unos cuantos percances de salud en el último tiempo, como una neumonía, debido a las secuelas que le había dejado el coronavirus. Y partió dos días después de la madre de sus hijas: Liliana Caldini.

La noticia sobre su partida impactó fuerte en el público, que recordó a un hombre clave de los medios de comunicación que marcó la vida de varias generaciones. Si se le pide a un millón de argentinos, mayores de cuarenta años, que cierren sus ojos y escuchen un “con seguridad”, dirán sin que nadie se los diga: es la voz de Cacho Fontana. Y por eso, su despedida duele.

La vida plena de Fontana

Un niño juega a ser locutor en una humilde y digna casa del barrio porteño de Barracas. El cepillo de pie es un micrófono, está en la radio y lo escuchan miles de oyentes. Su madre levanta la mirada de la máquina de coser y sonríe. Su hijo habla poco pero se transforma cuando se sueña locutor. El pequeño se llama Norberto Palese y aunque su madre no lo sabe, y el ñiño tampoco, el destino cumpliría sus sueños: será Cacho Fontana, el hombre que cambió el estilo de locución en la Argentina.

Los padres de Cacho fueron dos humildes trabajadores. El papá tenía un puesto de capataz en un galpón del Ferrocarril Belgrano; la mamá realizaba tareas de costura. La economía familiar no permitía grandes placeres, por eso el momento de alegría era escuchar a Luis Sandrini cada noche en la radio. Muchos años después, con la fama y el éxito económico, Fontana les regalaría a sus padres un maravilloso departamento en la Avenida Libertador. En la inauguración habría un invitado de lujo: Luis Sandrini.

Como tantos chicos de esa época pasó de niño a adulto sin pasar por la adolescencia. Terminó el primario pero la necesidad hizo que empezara a trabajar en vez de seguir estudiando. Antes mucho antes de ser Cacho Fontana, el joven Palese consiguió trabajo de auxiliar de archivo en una compañía de transporte. Un fin de semana un compañero, José Loguarro, le pidió que lo reemplazara en la presentación de una orquesta. Palese mandó a imprimir tarjetas personales con su nombre, pero cuando las recibió el apellido que aparecía era Fontana. Lo que podía ser un error de imprenta se convirtió en una marca registrada.

Siguieron las presentaciones de orquesta y animar las noches en el cabaret Chantecler. Era menor de edad pero debía no parecerlo. “Me tuve que dejar los bigotes para estar en el cabaret. Me hacía un poco mayor. Usé un tiempo el bigote y después nunca más, pero lo recuerdo como si fuese hoy”. Con apenas 15 años le llegó la propuesta de debutar como locutor comercial en Radio del Pueblo. Luego una prueba como locutor le permitió entrar a Radio El Mundo, pero en el equipo suplente. En 1952 le tocó el servicio militar, a la mañana era conscripto en el cuartel, a la tarde locutor en la radio y a la noche, animador en el Chantecler.

En 1955 deja el equipo de suplentes y pasó a planta estable El Mundo. Le propusieron conducir el horario de 10 a 11, algo marginal ya que los programas estrellas eran por la noche. Aceptó pero pidió la responsabilidad artística y comercial del espacio. Contrario a todo lo que se escuchaba hasta el momento, él propuso un programa que incluía mucha información, música, actualidad, entrevistas y hasta horóscopo. Abel Santa Cruz, Miguel Coronatto Paz, Carlos Arturo Orfeo, Hugo Moser y Alberto Migré, aceptaron colaborar como guionistas fascinados con ese proyecto único que rompía los cánones de la época. Así nació el mítico Fontana Show, que duraría 16 temporadas.

Un año después le propusieron integrarse en un programa cultural de preguntas que saldría por canal 7 y radio Belgrano: Odol pregunta, otro éxito que todavía permanece en la memoria colectiva. Su voz se volvió inconfundible y pasó a formar parte de la vida cotidiana de millones de argentinos. Y sin algún lector lo duda, volvemos a pedirle que haga el experimento que propusimos al comienzo de esta nota.

Su profesionalismo, la confiabilidad y su voz inconfundible hicieron que las marcas más importantes de la época su disputaran su trabajo como locutor para sus publicidades. Así Cacho Fontana le puso la voz a Odol (contratado por el padre de Susana Giménez), Terrabussi, Piccardo, Peñaflor, Pirelli, Grafa, Tres Plumas, Yelmo y La Serenísima. Eslogans como “Digale sí” (Terrabusi), “Y péguele fuerte (YPF), “Con seguridad” (Odol) serán relacionados para siempre con su inconfundible estilo.

Cacho en los últimos años

Los últimos años lo encontraron participando de invitado en distintos programas, soñando con volver a trabajar… El destino sin embargo le deparaba una compañía impensada: Pinky. En sus años de oro profesionales compartieron algunos programas pero luego del fatídico programa de Malvinas no se vieron por 36 años. Hasta que Fontana supo que su amiga estaba pasando un delicado momento de salud y la convenció para compartir la rehabilitación en una clínica.

Amigos, compañeros de trabajo y compinches en una entrevista en Infobae el periodista se animó a preguntarle si entre ellos hubo romance. “No importa si hubo. Lo que yo le digo a usted es más importante: yo siempre estuve loco por ella. Si llegué o no llegué es una anécdota, es lo de menos”, contestó un auténtico Fontana.

Cacho Fontana se despidió. Su mejor legado lo expresó, Antonella su hija “De papá aprendí la dignidad, el esfuerzo, el caerte y levantarte, la humildad, un poco de todo. Tenés que estar arriba como estuvo él, haber bajado o tenido momentos buenos o malos, y siempre estar con la frente en alto, sabiendo si te equivocaste o no te equivocaste, sin transar”.

Buen viaje Cacho Fontana, en el cielo de las estrellas tenés asegurado un lugar… Con seguridad.

INFOBAE

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