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Alumna del Lengüitas contra la toma

Constanza (16) votó en contra de la toma y cuenta que la apretaron. "En mi colegio no hay hambre y a mí me insultan por pensar distinto".

Constanza (16) votó en contra de la toma y cuenta que la apretaron. «En mi colegio no hay hambre y a mí me insultan por pensar distinto».

La alumna que piensa distinto sobre la toma

Paola Galgani abraza a su hija Constanza (16), está orgullosa de su coraje y valentía, y también de su compromiso. Paola es extrovertida, Constanza más tímida y reservada, sin embargo la toma de su escuela, el Lengüitas, movilizó y sacudió a la joven, que quiere ir a estudiar pero que no puede debido a la medida que rige en la escuela.

Todos madrugan en la familia que vive en provincia pero trabaja en Capital. No obstante, pasada la una de la mañana hay desvelo, producto de estos tiempos convulsionados.

«Cuesta descansar, todo esto es preocupante. Mi hija me contó que sus compañeros politizados la maltrataron, la apretaron e insultaron por pensar distinto, por no adherir a la toma de la escuela, y lo que es más triste y llamativo es la bajada de línea de varios docentes quienes no sólo alientan a la toma sino que permiten volver loco al que no esté de acuerdo».

El Lengüitas tiene unos dos mil alumnos en sus niveles inicial, primario, secundario y terciario. «El viernes pasado se votó por los pasos a seguir y el resultado fue 302 a favor de la toma, 195 en contra y 80 y algo votaron en blanco o se abstuvieron. Yo voté que por el no, pero soy una minoría en mi curso, donde el 80 por ciento de los alumnos es kirchnerista. Yo no me siento escuchada, ni representada. Algo parecido sucede con un compañero, Franco, que es anti-K, que no se calla nada, pero lo estigmatizan».

No ve los graves problemas que dicen por la toma

Algo vacilante al principio, Constanza se fue animando a decir lo que siente. «Yo rechacé la toma porque la verdad es que no advierto los problemas graves que dicen que hay. Esto de las viandas o las pasantías, no lo veo como motivos para tomar semejante decisión. Tenés canastos con barras de cereal y galletitas a disposición, que no son comida, pero en mi colegio no hay hambre».

Paola interviene: «En el Lengüitas nadie tiene hambre. Nadie. Por un lado, el 95 por ciento de las familias tienen un poder adquisitivo de medio para arriba. Por otro, entrar a este colegio no es nada sencillo, al contrario. Mi hija se tuvo que preparar en inglés durante un año. Lo mismo que los demás. Está más que claro que esto es ciento por ciento político, ¿o me vas a decir que en el Gran Buenos Aires las escuelas están mejor?».

Cuenta Constanza que la cabeza «está a mil», que en estos días le cuesta conciliar el sueño. «No sé cómo va a seguir esto, me inquieta, sólo espero que se pueda volver la semana que viene. Yo quiero seguir estudiando, recuperar lo que se perdió en la pandemia y pese a la politización del colegio yo elijo seguir yendo al Lengüitas, no quiero cambiarme, porque hay docentes que admiro por su pasión, porque lo dejan todo y no paran hasta que vos entiendas lo que están explicando. Eso es lo que inclina la balanza para querer seguir».

El regreso a clases después de las tomas

Piensan madre e hija en el día de regreso a clases. Comentan que no será sencillo, que podría haber algún tipo de escrache o represalia. «Todos saben que soy la madre de Constanza y que he hablado en los medios y dije lo que pensamos mi hija y yo. Hay un temor a la agresión, a la puteada, pero yo hablo con mi hija y coincidimos: quien te cuestione algo, mandale besitos, no entres en una discusión sin sentido».

Cree Constanza que «habrá una ruptura aún más marcada en el curso, más desunión, pero bueno, yo me mantendré en mi línea, respetando al otro, pero firme en mis convicciones. Me pasa de que quiero volver, tengo ganas, pero a la vez tengo un poco de miedo, no sé, que me hagan el vacío. Eso me estresa, es la primera vez en cuatro años que voy, que el Lengüitas me impide una vida normal. Siempre lo vi politizado, pero lo ignoraba, no me atravesaba como ahora».

Agresión ante la toma de colegios

Paola menciona la beligerancia en el whatsapp de padres del colegio. «Preocupa la agresión que hay, he recibido puteadas, aprietes, me llaman racista, antisemita y traidora… Pero no me quedé de brazos cruzados y decidí abrir otro whatsapp al que bauticé ‘Las voces no escuchadas’. El lunes lo creé, el martes éramos quince padres y el miércoles saltó a cien. Estando en contacto con los padres te das cuenta cómo son sus hijos y advertís el comportamiento que tienen en el colegio».

Afirma Constanza que «se ha perdido todo el respeto hacia la autoridad. El viernes pasado vino la rectora del Lengüitas a hablarnos sobre la decisión que implicaba la toma del colegio y cuando notificó que iban a pasarnos las faltas, la interrumpieron, no la dejaron hablar, la insultaron, le gritaron y se tuvo que retirar entre lágrimas. Cómo han cambiado los valores, ¡adónde hemos llegado!».

No habla con la E y la discriminan los de la toma

Hace saber la estudiante que tuvo acceso al organigrama de uno de los días de toma. «La verdad es que no lo entiendo, se apropian del colegio para ver el partido de la selección, para hacer un asado, tomar clases de yoga… ¿Eso es una toma? Hay más clima de joda, que otra cosa. Y, oh casualidad, justo esta semana en mi curso teníamos tres pruebas de matemática, química y geografía».

En la charla con Clarín Paola y Constanza no dejan de abrazarse. La hija le agradece a la madre «la intervención y el compromiso», y la mamá está orgullosa de la personalidad y convicción de su hija. «Es la primera vez que mi hija reacciona de tal manera y eso me llena el alma.

Además, agrega Paola, «mi hija no habla con la ‘e’, que forma parte de la grieta. La ‘e’ no es inclusiva, al contrario, excluye, separa… Como dice un padre del whatsapp de ‘Las voces no escuchadas’, de un día para el otro todos quieren ser Ofelia Fernández, quieren el puestito político para salvarse».

Clarín

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