Alejandro Bodart, dirigente de izquierda y exdiputado, fue absuelto en el juicio que le inició la DAIA por supuesta infracción a la ley Antidiscriminatoria. La acusación se basaba en dos tuits de Bodart que, según la DAIA, banalizaban la Shoá y consideraban a Israel un Estado genocida.
La defensa, liderada por María del Carmen Verdú e Ismael Jalil, argumentó que Bodart estaba ejerciendo su derecho a la libertad de expresión y a la defensa de la causa palestina.
El juicio, que duró varios meses, contó con la participación de numerosos testigos, entre ellos Adolfo Pérez Esquivel, Laura Ginsberg, Norman Briski y María Rachid, quienes respaldaron la postura de Bodart.
La fiscalía, en su alegato, acusó a Bodart de difundir discursos de odio y discriminación, mientras que la DAIA argumentó que la colectividad judía se sentía ofendida por los mensajes del exdiputado.
Sin embargo, la jueza Natalia Molina dictó sentencia absolutoria, reconociendo que Bodart no había cometido ningún delito.
«Ha sido un juicio muy político donde todos aprendimos un poco más», dijo Bodart tras la sentencia, flanqueado por sus defensores y compañeros.
La absolución de Bodart es un triunfo para la libertad de expresión y la defensa de la causa palestina. La justicia ha reconocido que defender Palestina no es un delito.
«Defender Palestina no es delito, cada testimonio fue una clase de historia y de defensa de la autodeterminación de los pueblos», dijo Verdú, abogada de Bodart.
Este fallo sienta un precedente importante en la lucha contra la criminalización de la solidaridad con Palestina.