El 28 de agosto de 2024 quedará grabado en la memoria colectiva como el día en que los jubilados argentinos dijeron basta. Tras la brutal represión sufrida durante una manifestación pacífica frente al Congreso, el mensaje es claro: no están dispuestos a seguir hundiéndose en la miseria.
La protesta, que buscaba evitar el veto a una ley que otorgaría un nuevo aumento a las jubilaciones, se convirtió en un símbolo de resistencia contra las políticas del gobierno actual.
Nora Biaggio, representante del plenario de organizaciones de jubilados, declaró que la represión no fue un accidente, sino una estrategia deliberada para silenciar a un sector del que el gobierno obtiene gran parte de sus finanzas.
Los jubilados, lejos de amedrentarse, han decidido movilizarse para exigir la renuncia de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Cuestionan cómo es posible que se ordene atacar a quienes han trabajado toda su vida y ahora solo buscan una vejez digna.
Esta lucha va más allá de un aumento. Es un grito desesperado contra un sistema que parece considerar a los adultos mayores como una carga económica en lugar de valorar su contribución a la sociedad. Los jubilados argentinos están demostrando que su espíritu de lucha permanece intacto, y que no permitirán que sus derechos sean pisoteados en nombre de políticas económicas cuestionables.
La sociedad argentina se encuentra en una encrucijada. ¿Permitiremos que nuestros mayores sean tratados como «degenerados fiscales» o nos uniremos a su causa para construir un país más justo para todas las generaciones? La respuesta a esta pregunta definirá el futuro de nuestra nación.