Luego de cinco años de un gobierno de centroderecha, Uruguay ha vuelto a inclinarse hacia la izquierda. En las elecciones presidenciales celebradas el 24 de noviembre de 2024, el candidato del Frente Amplio, Yamandú Orsi, se impuso en el balotaje con el 52,1% de los votos, frente al 47,9% obtenido por el derechista Álvaro Delgado.
Esta victoria marca un nuevo viraje político en la región, profundizando la tendencia de América Latina hacia gobiernos de izquierda y centro-izquierda. Luego de los triunfos del Partido de los Trabajadores en Brasil, Apruebo Dignidad en Chile y el Frente de Todos en Argentina, el Frente Amplio recupera el control del gobierno uruguayo.
Si bien el Frente Amplio no logró una mayoría absoluta en el Parlamento, su retorno al poder abre la puerta a la implementación de una agenda más progresista. Orsi ha prometido impulsar un «diálogo nacional» para construir «una sociedad más integrada», y revertir algunas de las políticas neoliberales aplicadas por el gobierno saliente.
Temas como la protección social, la salud pública y la educación volverán a ser prioridades en la agenda gubernamental. Asimismo, se espera que el nuevo gobierno profundice los lazos con los demás países de la región, fortaleciendo los vínculos políticos y económicos a nivel sudamericano.
La victoria del Frente Amplio también se enmarca en el descontento de amplios sectores de la población con el desempeño del gobierno de Lacalle Pou, particularmente en lo que respecta al manejo de la pandemia de COVID-19 y la situación económica y social del país.
En definitiva, el triunfo de Orsi y el retorno del Frente Amplio al poder en Uruguay representa un nuevo capítulo en el mapa político regional, con implicancias que trascienden las fronteras nacionales. La izquierda vuelve a ganar terreno en América Latina, en un contexto de creciente polarización y búsqueda de alternativas a las recetas neoliberales.