La representante argentina en el certamen de Miss Universo, Magalí Benejam, fue despojada de su corona nacional tras realizar explosivas declaraciones sobre la supuesta manipulación y falta de transparencia del concurso. En una entrevista polémica, la modelo cordobesa afirmó que el evento «estaba arreglado» y que la coronación de la ganadora, la delegada de Dinamarca, «le convenía a la organización».
Benejam cuestionó duramente el proceso de selección, asegurando que había «cosas que se notaba que eran como política» para favorecer a la rubia escandinava. Además, criticó abiertamente a otros participantes, etiquetando a la modelo dominicana como la «villana» del certamen y dudando sobre la imparcialidad del jurado.
La organización de Miss Universo reaccionó de manera inmediata, emitiendo un comunicado en el que anunciaban la destitución inmediata de Benejam, argumentando que sus dichos eran incompatibles con los «principios fundamentales de inclusión, diversidad y respeto» promovidos por el concurso.
Este escándalo ha puesto en tela de juicio la credibilidad y transparencia de uno de los certificados de belleza más prestigiosos a nivel mundial. Las duras acusaciones de la ex Miss Argentina han generado un fuerte revuelo, evidenciando supuestas prácticas poco éticas dentro de la industria de los concursos de belleza.
La destitución de Benejam envía un mensaje claro de que la organización no tolera cuestionamientos ni críticas a su sistema de elección, aun cuando estos señalamientos apunten a denunciar irregularidades. Este incidente abre un debate sobre la necesidad de implementar mayores mecanismos de control y rendición de cuentas en este tipo de eventos.