La presión fiscal en Argentina se ha convertido en un campo de batalla entre el gobierno nacional y las provincias. Tras los reclamos de empresarios y entidades bancarias por la reducción del impuesto a los Ingresos Brutos, los gobernadores se han aferrado a este tributo como una fuente clave de ingresos.
Provincias como La Rioja, Tierra del Fuego, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos han dejado claro que no están dispuestas a ceder en su política de mantener o incluso aumentar las alícuotas de Ingresos Brutos. Argumentan que la Nación les ha reducido transferencias y fondos, por lo que deben compensar esa pérdida de recursos.
El gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, envió una dura carta al ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo, en la que enumeró los perjuicios que le ha causado la Nación, desde la suspensión de obras públicas hasta la eliminación de fondos para transporte y educación. Quintela defendió la autonomía provincial y municipal consagrada en la Constitución.
Por su parte, el gobernador de Tierra del Fuego, Gustavo Melella, fue tajante al respecto: «De mi parte que se olviden» de bajar Ingresos Brutos. Desde Córdoba y Santa Fe también han dejado claro que, si bien están en procesos de reducción tributaria, no lo harán más allá de sus posibilidades.
Entretanto, el gobierno nacional y empresarios como Mercado Libre y entidades bancarias siguen reclamando la reducción de este impuesto, argumentando que encarece los productos y servicios y pone en riesgo miles de negocios. Sin embargo, los gobernadores se muestran firmes en su posición, respaldados en la autonomía que les confiere la Constitución.
Esta pulseada por los Ingresos Brutos refleja la profunda tensión fiscal entre la Nación y las provincias, donde cada parte defiende sus intereses en un escenario de recesión económica y presión tributaria.