Tras el levantamiento del cepo al dólar, el campo argentino enfrenta una paradoja: a pesar de un potencial ingreso de casi 9.000 millones de dólares hasta junio, los productores dudan en vender su cosecha. En las primeras semanas, después de la medida, el volumen de exportaciones de soja cayó considerablemente, lo que genera incertidumbre en el sector.
Los productores se encuentran en una encrucijada. Aunque se espera que puedan liquidar alrededor de 14 millones de toneladas de soja, maíz y trigo, muchos prefieren retener sus productos, temerosos de que los precios caigan debido a congestiones logísticas y a la inminente subida de las retenciones en junio.
Las tensiones políticas también influyen en esta decisión. Las declaraciones del gobierno, que sugieren que los productores deberían vender para aprovechar los precios actuales, han generado descontento en el sector. El lema «Viva el silobolsa» se ha popularizado entre quienes optan por almacenar su cosecha en lugar de venderla.
Mientras tanto, el nuevo tipo de cambio flotante plantea dudas sobre la rentabilidad de las exportaciones. Aunque los precios internacionales son atractivos, los costos de insumos también han aumentado. La incertidumbre sobre la política cambiaria y las expectativas de un mercado internacional fluctuante complican aún más el panorama.
En resumen, a pesar de las oportunidades, el campo argentino se enfrenta a un dilema. Los productores deben decidir entre liquidar ahora o esperar, en un contexto marcado por la volatilidad y la presión política. La situación seguirá siendo un tema candente en los próximos meses.