Este jueves 19 de junio, los enfermeros de San Juan alzaron su voz frente al Centro Cívico para visibilizar una realidad que duele: salarios de miseria, amenazas laborales, y una sistemática falta de respuesta por parte del gobierno provincial.
La protesta fue pacífica, pero cargada de firmeza. Los manifestantes, autoconvocados de distintas zonas sanitarias —incluso departamentos alejados—, se reunieron no solo para reclamar un salario digno, sino también para exigir el reconocimiento básico de sus derechos como trabajadores esenciales.
Actualmente, estos profesionales de la salud perciben entre 400 y 600 mil pesos mensuales, según su tipo de contrato, cifras que están muy por debajo de la línea de pobreza. Pero el reclamo no es sólo económico: muchos no cuentan con vacaciones ni aportes jubilatorios. Algunos no cobran desde diciembre, en una repetición cíclica que ya lleva seis años.
“No tenemos miedo”, aseguraron al comunicar su situación al Ministro de Salud, Amílcar Dobladez. A pesar de que se les prometió su presencia a las 15 horas durante la manifestación, se quedaron hasta las 16 sin ser escuchados. La indiferencia duele tanto como la injusticia.
Uno de los testimonios más contundentes fue el de un enfermero cuya autoridad directa le espetó con desprecio: “Agradecé que tenés trabajo, hay muchos esperando”. Estas palabras, lejos de intimidar, fortalecieron el espíritu de lucha de quienes ya no aceptan ser silenciados.
Este escenario revela una preocupante falta de sensibilidad política por parte del gobierno de Marcelo Orrego, quien, hasta el momento, no ha concedido audiencia alguna a los representantes del sector. La historia amenaza con repetirse, como sucedió durante la gestión anterior.
Los enfermeros no piden privilegios. Exigen justicia, dignidad y el pase a planta permanente. Merecen ser escuchados, porque sin ellos, el sistema de salud no funciona.