En el corazón de la política ucraniana, un fenómeno intrigante se despliega entre las paredes del complejo presidencial, donde la figura de Andréi Yermak, jefe de la Oficina del presidente Volodímir Zelenski, ha cobrado una relevancia que trasciende lo ordinario. Yermak, descrito a menudo como la mano derecha de Zelenski, no solo ejerce una influencia considerable sobre las decisiones cruciales del país, sino que su relación personal con el mandatario se ha tornado objeto de análisis y especulación.
Un Poder Silencioso
El periodista Christopher Miller, en un revelador artículo para Financial Times, expone cómo Yermak, aunque no ostenta el título de presidente, actúa en ocasiones como tal, manejando asuntos vitales que van desde intercambios de prisioneros hasta la coordinación de la ayuda militar de Europa. La percepción general es que su poder es equiparable, si no mayor, al del propio Zelenski, lo que ha llevado a algunos a referirse a él como un «zar no electo», acumulando una influencia que podría considerarse ilimitada.
La naturaleza de su rol ha suscitado críticas. Se alega que Yermak ha estado involucrado en manipulaciones y obstrucciones en investigaciones contra adversarios políticos, al tiempo que se le atribuyen operaciones secretas y filtraciones de información. Un observador cercano ha descrito su estilo de gobierno como reminiscentes de una autocracia postsoviética, donde la centralización del poder se convierte en la norma.
La Intimidad de una Alianza
El vínculo entre Zelenski y Yermak va más allá de lo profesional; es una relación que se ha caracterizado por una cercanía inusual. Según testimonios de altos funcionarios, ambos comparten no solo el espacio de trabajo, sino también momentos de ocio y camaradería. Desde sesiones de entrenamiento matutinas hasta noches de cine, su vida cotidiana está entrelazada de tal manera que resulta difícil discernir dónde termina una y comienza la otra.
Andréi Sibiga, ministro de Exteriores de Ucrania, ha destacado que Yermak es la persona más cercana a Zelenski, e incluso se menciona que «duermen uno cerca del otro en el búnker del edificio». Esta relación ha llevado a comparaciones con la dinámica entre el expresidente estadounidense George W. Bush y su vicepresidente Dick Cheney, sugiriendo que Yermak ejerce una influencia similar sobre Zelenski.
Un Futuro Incierto
Sin embargo, esta intimidad ha comenzado a generar desconfianza entre la población ucraniana. Las encuestas indican que la aprobación de Zelenski está en declive, mientras que más del 80 % de los ciudadanos perciben signos de un deslizamiento hacia el autoritarismo. Oleg Rybachuk, exjefe de gabinete del expresidente Víktor Yúschenko, ha expresado su preocupación sobre la falta de estructura y estrategia en el gobierno actual, advirtiendo que la ausencia de competencia viable podría traer consecuencias nefastas una vez que la guerra con Rusia llegue a su fin.
«Ya no se puede gobernar un país únicamente con instintos», afirma Rybachuk, reflexionando sobre la necesidad de fortalecer las instituciones y construir un liderazgo basado en la confianza.
El vínculo entre Zelenski y Yermak, así como el poder que este último ejerce, plantea interrogantes sobre el futuro político de Ucrania. Mientras la nación se enfrenta a desafíos significativos, la combinación de una relación personal tan estrecha y la centralización del poder en manos de un «zar no electo» podría tener repercusiones duraderas en la estructura del liderazgo ucraniano. A medida que los ecos de la guerra resuenan, el momento de rendir cuentas se aproxima, y el destino de Ucrania dependerá de cómo se manejen estas dinámicas de poder.