Más de 60 naciones se encuentran en una carrera contrarreloj para reaccionar ante la última ola de aranceles impuestos por Donald Trump, que entraron en vigor este jueves.
Las tasas, que oscilan entre el 10% y el 41%, han generado alarmas entre líderes y representantes industriales tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, calificó las tarifas de “chantaje inaceptable” y anunció planes de ayuda estatal para las empresas afectadas. En Suiza, el gobierno está buscando reanudar las negociaciones con Estados Unidos tras un intento fallido de su presidenta, Karin Keller-Sutter, de evitar un arancel del 39%, que ha sido descrito como un “escenario horroroso” por la industria local.
Taiwán también está en conversaciones con Washington, mientras que Irlanda prepara un plan para diversificar su economía, que depende en gran medida de multinacionales estadounidenses como Intel y Pfizer, ahora en la mira de Trump. A pesar de un alivio temporal para Lesotho, que vio caer sus tarifas del 50% al 15%, la incertidumbre ya ha devastado su sector textil.
El impacto de estos aranceles es profundo. En Laos, un aumento del 40% en los aranceles ha sido calificado como “la estocada final” para muchas industrias exportadoras. Se estima que más de 20,000 trabajadores podrían verse afectados, lo que resalta la gravedad de la situación para las economías que dependen del comercio con Estados Unidos.
Trump, mientras tanto, continúa afirmando que estas acciones traerán billones de dólares a la economía estadounidense, aunque los aranceles generalmente encarecen los productos para los consumidores. Mientras algunos socios comerciales han logrado reducir sus tarifas a través de negociaciones, otros, como la UE, enfrentan tarifas aún más altas en productos como automóviles.
Con un panorama complejo y una amenaza constante de nuevos aranceles, la comunidad internacional observa de cerca cómo se desarrollan estos acontecimientos, conscientes de que las decisiones de Trump pueden alterar radicalmente el comercio global y afectar la estabilidad económica de numerosos países.