Desde la alimentación hasta el abrigo en noches frías, los guías cuidan cada detalle para garantizar la salud y el bienestar de sus perros amigos en el trabajo.



En el Servicio Penitenciario Provincial, 22 efectivos (17 mujeres y 5 hombres) integran la División Canes, equipo encargado de la formación y cuidado de 13 perros, entre ellos 4 cachorros y 9 adultos. Cada uno tiene una especialidad como seguridad, búsqueda de narcóticos, de celulares o de personas, y todos participan en exhibiciones que demuestran sus habilidades en actividades sociales.
Además del entrenamiento, el aseo y la higiene forman parte de las responsabilidades diarias de cada guía, quienes supervisan cualquier señal de lesión o malestar y actúan de inmediato. En las noches frías o con inclemencias, los canes son resguardados con mantas y abrigo para garantizar su confort.
La alimentación es exclusivamente a base de alimento balanceado recomendado por el veterinario, sin sobras de comida, para mantener su salud óptima. Más allá de su rol operativo, los canes aportan un apoyo emocional invaluable a sus guías, fortaleciendo un vínculo que combina compromiso, confianza y afecto.
Los controles veterinarios se realizan dos veces al año, con chequeos de peso, nutrición, desparasitación y vacunas, siguiendo las recomendaciones de un profesional especializado. La institución provee los elementos necesarios, pero cada guía también invierte en materiales para ofrecer el mejor cuidado posible a su compañero de trabajo que demuestra fidelidad en todo momento.
El Ayte. De 3ra, Ariel Herrera, es uno de los efectivos más antiguos en la División Canes y comentó que «pasé la mitad de mi vida en esta área y es una alegría inmensa porque trabajo de lo que me gusta, tengo mucho amor hacia los animales. «Saber que necesitan, que quieren, la verdad que esto ha sido una satisfacción para mi carrera, donde pude aprender mucho gracias a los canes» concluyó.
Por su parte, el Ayte. de 3ra, Adrián Santana resaltó que «llevo mucho tiempo en la División y puedo decir que tiene todo, en el día a día uno puede venir con problemas externos, pero llega acá y se olvida de todo». «Los canes son nuestro cable a tierra y son todo para nosotros» finalizó.
Finalmente, cabe destacar que cuando llega el momento del retiro, el can es adoptado por su guía, sellando un vínculo que trasciende el servicio y se convierte en un lazo para toda la vida.