Dos caras de una misma moneda
Rousseff está instrumentando una serie de ambiciosos planes para sostener la actividad económica y dinamizar la industria. El kirchnerismo va por el camino contrario: aumenta el gasto improductivo e incentiva las internas políticas.
Ni Brasil, ni mucho menos la Argentina, están exentos de las consecuencias de la crisis global, que tuvo su epicentro en los países centrales y que se está extendiendo a todo el planeta.
Pero existe una diferencia sustancial entre los gobiernos que encabezan Dilma Rousseff y Cristina Kirchner. Por un lado, Rousseff está haciendo una gran convocatoria a sectores productivos, políticos y sociales de su país. Esto incluye negociaciones para poder lograr acuerdos con la poderosa burguesía industrial brasileña, que se encuentra en las antípodas ideológicas de la presidenta: Dilma fue guerrillera en los ‘70 y, a diferencia de los Kirchner, sufrió la cárcel durante la última dictadura que estuvo en el poder hasta 1986.
Por otro lado, el Gobierno K sigue el camino contrario. Aumenta a niveles insostenibles la presión fiscal, mete mano cada vez con mayor profundidad en los fondos previsionales y en las reservas del Banco Central, y acrecienta el gasto improductivo. Hay un número que habla por sí solo: en el año 2005, los subsidios (en su gran mayoría destinados a empresas privatizadas y monopólicas) sumaban unos 3 mil millones de pesos, mientras que este año superan los 70 mil millones. Para colmo, a los evidentes problemas económicos se les suma las internas políticas que incentiva el Gobierno y que está generando una crisis política con las derivaciones del Boudougate (ver página 5).
La semana pasada, el gobierno brasileño anunció un ambicioso paquete de medidas para mejorar la competitividad de su industria, que viene en caída, fuertemente golpeada por la crisis europea. El plan incluye una reducción de hasta 20% en las contribuciones patronales sobre salarios, por un valor estimado de 7.200 millones de reales por año (3.900 millones de dólares). A su vez, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social recibirá un aporte del Tesoro Nacional por 25.000 millones de dólares este año para aumentar la disponibilidad de créditos para la inversión. Por el contexto internacional, Brasil desaceleró su crecimiento, bajando del 7,5% logrado en 2010 al 2,7% del año pasado. Por otro lado, las políticas monetarias expansionistas de los países desarrollados y de China han llevado a una fuerte apreciación del real, lo que ha provocado una inundación de artículos importados más baratos y una caída de las exportaciones de productos manufacturados brasileños. Ante este panorama, el gobierno de Rousseff ha tomado nota de la situación y ya está poniendo en práctica planes estratégicos que apuntan a evitar la recesión y mantenerse entre las diez mayores potencias económicas mundiales (desde el año pasado es la sexta economía del planeta, superando a Gran Bretaña).
Según explicó a Hoy el economista Ricardo Delgado, consultor del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el de la semana pasada “es el segundo paquete de medidas que el gobierno de Brasil lanza en menos de un año. El otro fue en agosto del año pasado. Básicamente, el punto es tratar de lograr una mejora de la competitividad de los sectores productivos brasileños que están muy golpeados por la caída de la actividad económica, sobre todo por la apreciación del tipo de cambio que tiene Brasil, que en los últimos dos o tres años ha sido muy importante”.
“Hoy Brasil tiene sectores productivos que no están rebotando, como lo venían haciendo por lo menos hasta finales de 2010, porque 2011 fue muy malo para la industria y el primer trimestre de este año también. Y ahora, de alguna manera, esto apunta justamente a darles mayor rentabilidad a los sectores que producen localmente y que también sirven para exportar”, agregó el economista. El plan de Rousseff también incluye una rebaja variable del impuesto sobre productos industrializados en ocho sectores -principalmente de línea blanca y muebles-, que ya habían sido beneficiados por una quita tributaria temporal a principios de año.
Medidas que se pueden aplicar en la Argentina
El ambicioso plan brasileño contrasta con la realidad de la industria argentina, afectada por una cada vez mayor presión fiscal y por las trabas a las importaciones, que en vez de derivar en una protección de la industria nacional está paralizando sectores económicos y desacelerando la producción.
El economista Ricardo Delgado aseguró a Hoy que algunas de las medidas tomadas por Brasil podrían ser útiles para el desarrollo de la industria argentina: “Habría que mirar algunas cuestiones vinculadas a mejorar la competitividad de algunos sectores, sobre todo las pymes. Brasil, por ejemplo, con muchos sectores pymes como el caso de la industria del juguete, calzado, algunos sectores textiles, lo que está haciendo es reducir a cero las cargas laborales, las cargas sociales, para que fomentar el empleo no sea una carga significativa para la producción. Eso me parece que la Argentina debería empezar a pensarlo, porque es muy difícil en este contexto en el que las monedas se revalúan y se aprecian fuertemente; hay que ganar competitividad por ese lado”.
Algunas claves del liderazgo de Brasil
Hace poco más de un año, Dilma Rousseff recibió al presidente de EEUU, Barack Obama, en Brasil, durante una gira en la que el mandatario norteamericano pasó por alto a la Argentina. Según distintos analistas, eso fue una cabal muestra de que Washington reconoce el claro liderazgo económico del vecino país en la región, cuando hace cuarenta años ese lugar era ocupado, de forma indiscutida, por la Argentina.
Por eso, no es casualidad que Obama hoy reciba, en su despacho de la Casa Blanca, a su par brasileña, en lo que será la actividad central de Rousseff durante su visita de dos días a ese país, en la que buscará reforzar la alianza bilateral, limar algunas cuestiones ásperas de la relación y analizar la marcha de algunos acuerdos.
Desde que el expresidente Fernando Henrique Cardoso convocó en el año 2000 a la primera cumbre sudamericana, Brasil, que representa la mitad de Sudamérica en producto bruto interno (PBI) y en población, se ha empeñado en financiar grandes obras de infraestructura, como una ruta que une el sur de la Amazonia con puertos peruanos en el Pacífico.
“La integración del comercio, de la inversión, de la infraestructura es el asunto más serio” de la agenda regional de Brasil, dijo Luiz Felipe Lampreia, excanciller brasileño. De esta manera, en menos de diez años, especialmente durante el gobierno de Luiz Inácio Lula Da Silva, el Banco Nacional de Desarrollo Social de Brasil (BNDS, estatal) aumentó en más de siete veces sus préstamos regionales para obras de infraestructura y actividad productiva.
Para la mayoría de los países latinoamericanos, el mayor socio comercial ya no es Estados Unidos, sino Brasil o China. Es el caso del propio Brasil, que tiene a China como su primer socio comercial e inversor extranjero.
“La única diferencia en política exterior en Estados Unidos (con la región) es que comenzaron a diferenciar a Brasil. Brasil es más escuchado, y podría pasar a ser un gran proveedor de petróleo de Estados Unidos”, tras sus recientes descubrimientos de grandes yacimientos de crudo en aguas ultraprofundas, explicó Rubens Barbosa, exembajador brasileño en Washington. En cambio, en la Argentina, la crisis energética es cada vez más evidente y ello queda demostrado con las decrecientes reservas de gas y petróleo, que llevan a la necesidad de importar hidrocarburos para satisfacer la demanda interna.
Una amplia agenda en EEUU
La reunión Obama-Rousseff será hoy por la mañana en la Casa Blanca, y prevé un breve encuentro con la prensa después y la participación de la gobernante brasileña en las clausuras del encuentro de altos ejecutivos y el seminario Brasil-Estados Unidos: alianza para el siglo XXI.
Un comunicado de la Cancillería brasileña señaló que la visita apunta a “profundizar la alianza” de ambos países, y que en el temario de las conversaciones estarán el comercio, las inversiones, la ciencia y la tecnología, la cooperación educacional y la energía, así como asuntos regionales y globales.
Pero además, el vocero de la cartera, Tovar Nunes, reveló que Rousseff reiteró “el compromiso común” con la reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, para dotarlo de “más legitimidad”.