Aunque no hace campaña, la ex presidenta socialista Michelle Bachelet sigue liderando las encuestas para un nuevo período en La Moneda. El oficialismo perdió bastiones emblemáticos a manos de la oposición
Las caras de los líderes de la derecha chilena lo decían todo. La noche del domingo, en las elecciones municipales –consideradas la antesala de las presidenciales– habían sido vencidos en diversas comunas emblemáticas a manos de la oposición y los temores de perder el gobierno se acrecentaron esta vez con una base innegable en las urnas. Los ojos rojos no pudieron disimularse.
Con esa carga en las espaldas y aún golpeados por las derrotas en Concepción, Providencia y Santiago, principalmente, llegaron ayer los presidentes de los partidos afines al gobierno de Sebastián Piñera (Unión Demócrata Independiente y Renovación Nacional) a participar de un comité político en La Moneda. A la salida, el presidente de RN, el senador Carlos Larraín, dijo que se debiera contar lo antes posible con los candidatos a una primaria oficialista. Esto para definir los actuales ministros que podrían compartir por la presidencia en 2014 y un escaño en el Congreso. “Se abre ahora una temporada política de veras. Las municipales son municipales, simple”, dijo sacándole el cuerpo al desastre del domingo.
En todo caso, aseguró que “ahora viene un proceso de lamerse las heridas. Estoy con el metabolismo un poco bajo, pero fuera de eso no estamos ante ningún desastre. O sea, retroceso electoral, pero no como para perder la compostura”, dijo medio en broma medio en serio.
Es que en las filas de derecha el fantasma de Bachelet tomó más cuerpo, pues sin hacer campaña sigue liderando las encuestas para un nuevo período en La Moneda. Mientras más cae el gobierno, más sube su opción, por más que ella no haya declarado públicamente sus intenciones de volver a Chile.
Otro fenómeno constatado el domingo fue la alta abstención en el debut del sistema voluntario en Chile. Un 57 por ciento simplemente no concurrió a votar. En ese sentido, Piñera llamó a “reflexionar”. “Por primera vez tuvimos inscripción automática y voluntario. La libertad siempre significa derechos, pero también deberes”, dijo. Según diversos analistas, la alta abstención golpea no sólo a la derecha, sino a la clase política en general, que no ha sido capaz de leer la realidad del país y entender las nuevas demandas ciudadanas. Este hecho, por más que la oposición saque cuentas alegres, mantiene en suspenso lo que ocurrirá en dos años.
Lo que está claro es que la jornada dominical dejó varias sorpresas. Una de ellas ocurrió en la emblemática comuna de clase media de Santiago: Ñuñoa. Ahí la nieta de Salvador Allende, Maya Fernández, derrotó a Pedro Sabat, hombre cercano al pinochetismo y que gobernaba hace dieciséis años. Hija de Beatriz “Tati” Allende, la hija más política del ex presidente, recibió el llamado de Michelle Bachelet desde Nueva York para felicitarla por el triunfo, al igual que lo hizo con las alcaldesas electas Josefa Errázuriz (Providencia, que derrotó al ex militar Cristián Labbé) y Carolina Tohá (Santiago, que derrotó a Pablo Zalaquett).
“Me llamó la ex presidenta Bachelet. Me felicitó. Siguió con mucha atención nuestra campaña y yo también fui súper honesta: ‘Presidenta, la forma de hacer política cambió’”, señaló Errázuriz. Detalló que durante el diálogo le planteó a Bachelet que “Providencia ha dado un ejemplo” de cómo conjugar virtuosamente el rol de la sociedad civil con los partidos políticos. Mientras que Carolina Tohá (cuyo padre falleció por apremios recibidos en plena dictadura) señaló que “fue el primer llamado que recibí. Muy contenta, muy cariñosa. Estábamos las dos felices. Fue de esos llamados de euforia, así que no tuvimos tiempo de profundizar en nada más que felicitarme”.
Desde la otra vereda, el vicepresidente de RN, Manuel José Ossandón, insistía en achacarles la derrota a errores propios. “Yo advertí hace un año la debacle que se veía en las municipales. Los resultados fueron malos a pesar de que muchos tratan de justificar lo injustificable (…) yo creo que la gente le dio un bono al centroizquierda, que creo no se lo merece porque también lo han hecho muy mal, pero más que todo nos dio un bono de castigo. Aquí la Concertación no ganó, perdimos nosotros, y hay una tremenda responsabilidad del Gobierno también”, enfatizó.
El dirigente también fustigó a una de las cartas del oficialismo, el ministro de Obras Públicas, Laurence Golborne (conocido por el rescate de los mineros). “Golborne estaba haciendo su campaña (…) no estaba aportando votos a los candidatos sino generando lazos”, dijo abriendo aún más las heridas.
Lo cierto es que la caída de la derecha comenzó el año pasado con las movilizaciones sociales, principalmente de los estudiantes, que pusieron en jaque al gobierno y sus alcaldes afines. Frases de Zalaquett y Labbé (el primero amenazó con sacar los militares a la calle para frenar las marchas y el segundo acusó a un colegio en toma de mujeres de “puterío”) le pasaron la cuenta.
No es todo. También obliga a redoblar el esfuerzo de los políticos de entrar en sintonía con la gente, pues este gobierno prometió cambiar las cosas y sólo se ha dedicado a mantener lo que está. Acá, más que decepción por haber votado por Piñera, hay arrepentimiento. El malestar de la calle se instaló en las urnas y ahí sí que golpea fuerte, ya lo supo la Concertación en 2010 cuando perdió la presidencia. Ya lo sabe ahora la derecha.