Louis Ferrante escribió Aprenda de la Mafia, un libro que intenta trasladar las prácticas delictivas a la vida empresaria. Su vida como capo mafioso y el giro ensus años en prisión
¿Fue Julio César un jefe mafioso? ¿Acaso Napoleón dirigía los destinos de Francia como si fuera el mandamás de una gran «famiglia«? ¿Las empresas mantienen las mismas estructuras y «códigos» que las organizaciones delictivas? ¿La Cosa Nostra tiene más valores que un banco que ejecuta la hipoteca de un deudor?
Esas preguntas y otras responde Louis Ferrante, un ex capo del clan «Gambino«, en su reciente libro Aprenda de la Mafia (Random House Mondadori. Abril 2013). El objetivo del autor es que tanto los empleados, como los gerentes y hasta los dueños de las compañías adopten ciertos conceptos mafiosos para administrar con éxito una empresa.
Dividido en tres partes, el texto elige el término «lecciones» para explicar cada una de los movimientos que debería tomar una persona según su lugar en la pirámide organizativa de un negocio «legal», tal como propone Ferrante.
En esas enseñanzas mezcla anécdotas de su vida como capo dentro de una de las cinco familias más peligrosas de Nueva York que dominaron el crimen organizado durante años en esa ciudad norteamericana y gran parte de los EEUU.
En las primeras páginas, Ferrante hace explícito el eje sobre el que girará su libro: al salir de la cárcel no tardó «en conocer bribones en la sociedad legal que eran mucho peores que los mafiosos que había conocido: lobos con piel de cordero«.
El logro de Ferrante es conseguir componer de forma clara y esquemática su experiencia dentro de la mafia con sus conocimientos de historia, adquiridos –según explicita–durante sus más de 8 años en prisión, donde se convirtió en un lector compulsivo.
El ex integrante de los «Gambino» parte de la premisa de que tanto las «famiglias» como las empresas conforman una estructura organizativa común, pero que incluso grandes personajes de la historia –algunos funestos y otros de trascendencia– manejaron sus países o imperios como verdaderos jefes de la mafia.
En las páginas de Aprenda de la Mafia, el autor enumera continuamente situaciones históricas que serían comparables con la actuación de recordados miembros de la mafia tal cual se conoció durante el siglo pasado. Así, intercala citas de Lucky Luciano,Meyer Lansky –a quien califica como «el Albert Einstein de la mafia«–, Al Capone con las de Napoleón Bonaparte, Aníbal de Cartago, la historia de Calígula o al generalBernard Montgomery.
En diálogo con Infobae, Ferrante aclara: «A lo largo del libro traté de ilustrar que los líderes mundiales, los grandes ejecutivos corporativos, y los jefes de la mafia operan de manera muy similar» y agrega que «en muchas instancias (la diferencia radica) en qué es legal y qué no«.
«Lou«, como se hace llamar, pasó ocho años y medio en una de los penales de máxima seguridad norteamericanos: el Lewisburg, en Pensilvania. Su condena ascendía a más de 100 años.
El tono del libro es singular: si bien se puede mantener una continua y ligera lectura –casi en fórmula de cuento– el autor combina palabras y giros lingüísticos propios de la jerga callejera que descolocan. Sin embargo, esto es utilizado como ancla para saber quién y cuáles son los orígenes de quien escribe: alguien que vivió de cerca y sabe de lo que habla. Ferrante deja en claro que «él estuvo allí«.
El ex capo de una familia mafiosa de los Estados Unidos contó que «nunca en absoluto» pensó en dejar la organización mientras duraron sus años como miembro. «Yo creía en esa vida y pensaba que el único camino que podría tener para dejarla sería o muerto o en prisión«, confesó. «Cuando estaba en la Mafia mi objetivo fue escalar a lo más alto. Yo era el jefe de mi propio equipo y quería llegar a ser el Don de la familia» Gambino.
Consultado acerca de qué provocó el cambio rotundo en su vida que lo devolvió a la esfera «legal«, Ferrante señaló que se «dio cuenta de que esa vida estaba mal y no quería vivirla más. Además, acepté la realidad de mi situación. Muchos convictos se niegan a admitir que alguna vez hicieron algo mal, por eso es imposible para ellos cambiar«.
Las anécdotas que recorren el libro desde su primera página son interminables y hace más llevadero al texto. Por ejemplo, cuenta los vínculos de Frank Sinatra con las principales familias de la mafia norteamericana y cómo fue el «animador» de una cumbre que tuvo lugar en Cuba en 1947. Sinatra era de origen siciliano y era considerado uno más del círculo de las grandes familias italianas en los EEUU, relata Ferrante. «A los mafiosos les encanta Sinatra; él canta desde el corazón, un corazón que nunca abandona«, concluye el autor.
Ahora, en sintonía con los tiempos que corren, Ferrante dicta conferencias sobre organizaciones, escribe libros de fórmulas exitosas para empresas en las principales cadenas de televisión de los Estados Unidos e Inglaterra y es un vecino más que pasea tranquilamente por las calles de Nueva York.