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La inflación explota el conflicto social: es obvio aunque los Kirchner y sus sucesivos ministros de Economía (desde
Roberto Lavagna a Axel Kicillof), decidieron correr el riesgo porque menospreciaron el efecto perverso de la inflación. Lo
cierto es que hay menor actividad económica y menor empleo. También depreciación salarial. Ese es el escenario para el
2do. semestre de 2014, cuando además habrá demasiados pesos circulando y escasos dólares de respaldo. La situación
será de tensión permanente y sólo es de esperar que no se refleje en la calle. Aquí un apunte de la consultora Economía
& Regiones
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Economía & Regiones). Las elevadas tasas de crecimiento y la reducción de la tasa de
desempleo fueron activos del
modelo K. Entre 2003 y 2008, el nivel de actividad económica se expandió a un ritmo promedio de 7.8% anual.
> Este nivel de crecimiento permitió que la tasa de desempleo cayera de 20.5% (1er. trimestre 2003) a 7.3% (4to.
trimestre 2008). Sin embargo, la tasa de crecimiento del nivel de PBI se redujo marcadamente después de 2008, a un
promedio anual de 2.1% entre 2009 y 2014.
> De modo que la tasa de desempleo permaneció casi estancada en los últimos 5 años; y se ubica en 7.1% en el 1er.
trimestre 2014. A la vez, la inflación aumentó sostenidamente de 3.7% (2003) a 31% (2013) en el mismo período. Y en
2014 tendría un piso de 35%. Es más, dependiendo lo que haga el gobierno en materia fiscal y monetaria, lo más probable
sería que la inflación fuese mayor al 35% en 2014.
La inflación no es un fenómeno reciente para este gobierno, sino que está presente desde los inicios del gobierno de
Néstor Kirchner. Sólo basta recordar que la inflación se duplicó en los primeros 3 años, pasando de 3.7% (2003) a 6.1%
(2004) y 12.3% (2005). Mientras que a lo largo de la gestión K la inflación se multiplicó por 10 entre 2003 (3.7%) y 2013
(31.0%).
Este modelo está basado en la aceleración inflacionaria. El crecimiento está motorizado por la estimulación de la
demanda agregada mediante políticas fiscales y monetarias expansivas. Por consiguiente se creció y se bajó el
desempleo pero aceptando niveles crecientes de precios.
Sus efectos positivos duraron mientras los agentes económicos aceptaron proyectar (N. de la R.: ¿por conveniencia?
¿por temor? ¿por irresponsabilidad de la sociedad? Mentime que me gusta… ) erróneamente la inflación (2003/2008).
Ante la realidad de la suba de precios “delante de sus narices”, el público modificó sus expectativas y corrigió sus
previsiones de inflación correctamente, con lo cual la tasa de crecimiento se reduce, el desempleo aumenta y sólo
“queda” una mayor inflación (2009/2014).
En este contexto, la única forma de contener la suba del desempleo es gastando y emitiendo cada vez más de manera de
someter a la economía a un proceso de aceleración inflacionaria que logre mantener la tasa de inflación
permanentemente por encima de las expectativas de
los agentes.
El problema es que este mecanismo tampoco es del todo útil: una vez que el
proceso se repita varias veces, el público “comprenderá las reglas del juego”, anticipará correctamente la tasa de
inflación, la economía dejará de crecer y el desempleo subirá.
La inflación sostenida achica el stock de capital y atenta contra la inversión y la estabilidad del ciclo económico. Cuando
las políticas expansivas se revierten (mínimamente) -ya sea corrigiendo al alza la tasa de interés o reduciendo el déficit
fiscal- se contrae el crédito y muchos proyectos de inversión son abandonados; se incrementan las quiebras y se
destruye
parcialmente el stock de capital.
Esto último arremete contra el nivel de actividad y el empleo, aumentando los niveles de capacidad ociosa. Todo esto
está sucediendo en la economía
argentina hoy en día.
En forma paralela, también se aprecia la contracción de la inversión y la caída de la utilización de la capacidad instalada.
Con caída de liquidez, menor crédito, menos inversión y utilización de la capacidad instalada en retroceso, la tasa de
crecimiento del nivel de actividad es negativa.
Más allá de los números de desempleo que publique el INdEC, toda esta coyuntura negativa signada por menor liquidez,
menos crédito, caída de inversión y aumento de capacidad ociosa destruye el nivel de empleo, que perderá terreno a
medida que la tasa de crecimiento del PBI sea más negativa.
O sea, en 2014 habrá menos empleo que en 2013.
Nuestra estimación base de crecimiento económico es -1.8% anual en 2014.
En este escenario, la tasa de empleo promedio bajaría de 42.7% (2013) a 42.3% (2014). Sin embargo, dependiendo lo que
haga el gobierno en política fiscal y monetaria, el PBI podría caer más.
Cuánto más política fiscal expansiva haya y más pesos el BCRA emita, mayores serán las expectativas de devaluación e
inflación, por ende mayor destrucción de capital, menor producción y más caída del PBI, que podría llegar a -2.9% e
incluso a -3.6% en todo 2014.
En estos escenarios de mayor caída del PBI, la contracción del empleo sería mayor: 41.8% y 41.2% en 2014,
respectivamente.
En síntesis, la elevada y sostenida inflación está matando al empleo.
Hay que bajar la inflación a un dígito para tener oportunidad de volver a crecer y generar empleo sustentable en el largo
plazo.
Para bajar la inflación, primero hay que bajar las expectativas de inflación.
Es decir, si la gente no piensa que la inflación va a bajar, la inflación no bajará. En la actualidad, las expectativas de
inflación son racionales y tienen en cuenta el frente fiscal, monetario y cambiario, por ende bajarán sólo si se ataca el
déficit fiscal y se reduce la emisión monetaria.
Sin embargo, nada de esto está sucediendo. No hay ajuste fiscal. Más allá de los esfuerzos del BCRA, la dominancia
fiscal aumentaría en 2014 y por ende las expectativas de inflación serían crecientes.
El tipo de cambio es un precio más de la economía, por ende también subiría. En este contexto, no queda otro remedio,
hay que esperar más inflación y menos empleo en 2014.