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Basada en una larga investigación que el autor realizó planeando volcarla en forma de ensayo, la novela recorre el negocio de la droga y sus implicancias violentas en México y Estados Unidos entre 1931 y 1956. En sus páginas conviven personajes de ficción con reales, como los mafiosos Lucky Luciano o Bugsy Siegel o políticos mexicanos como el Presidente Miguel Alemán Valdés. Haghenbeck dedica varias páginas a ficcionalizar la política de control de venta de marihuana que intentó el Gobierno de Lázaro Cárdenas, similar en algunos aspectos a la que se está desarrollando hoy Uruguay y en varios estados de Estados Unidos como Washington o Colorado, en donde según se informó en los últimos días se recaudó 29,8 millones de dólares en impuestos desde que en enero se legalizó la venta con fines recreativos.
En esta entrevista, el autor habla de la relación del narcotráfico con el poder, del rol negativo que le asigna a los Estados Unidos en la política de drogas, y explica su crítica de la revolución mexicana. También ofrece una defensa cerrada de la literatura policial actual: «En este género entendemos mejor al ser humano, a las sociedades y al delito», afirma.
-¿Cómo fue el origen del narcotráfico en México?
Los chinos llegaron a final del siglo XIX por el ferrocarril de San Francisco y comenzaron a trabajar ahí. Cerraron la frontera en Estados Unidos y se vienen para México y traen con ellos el cultivo del opio y los fumadores de opio que era un gran negocio. Se empiezan a establecer en toda la frontera como para dar servicio a los norteamericanos y ahí es donde comienza este negocio en los años 20 y 30, hasta que se dan cuenta los mexicanos que hay mucho dinero ahí y se lo arrebatan de la misma manera que hoy se arrebatan entre los carteles: con violencia y matándose unos a otros. La matanza que narro en el primer capítulo existió y es la que considero el inicio de esta guerra violenta de drogas. Fue cuando los judiciales mexicanos le quitan el poder de las drogas a los chinos.
-La novela está ambientada en los años posteriores a la revolución mexicana, sobre la que los historiadores todavía discuten sus características y cuándo fue terminó. ¿Cómo era ese contexto social y político?
Nos han vendido que la revolución mexicana fue una revolución social. No es cierto. Eran cuarenta generales peleándose entre ellos por la silla presidencial. Era todo muy violento, hubo un millón de muertos. Los generales empiezan a buscar otras opciones cuando termina la guerra y terminan siendo gobernadores pero lo que ellos quieren es el poder y el dinero. Ahí es cuando empiezan a voltear hacia los negocios ilícitos y hacia el crimen, un crimen controlado por el mismo gobierno para empezar a hacer dinero no sólo con las drogas. Casualmente, les cae como del cielo la ley de prohibición en Estados Unidos y empiezan a hacer dinero con el alcohol y es ahí donde Estados Unidos, sin querer, desata este gran monstruo que hoy nos está atacando a todo el mundo.
-La violencia que narra en Ciudad Juárez y Sinaloa continúa hasta el día de hoy. ¿Qué cambió en estos ochenta años?
La violencia persiste desde la revolución en México. La gran diferencia es que antes sucedía en el campo, en las montañas y en las sierras que eran donde estaban los cultivos, y desde los 70 la violencia se vino a las ciudades y es cuando se hizo más visible. Pero la violencia en México siempre ha existido y es por la relación con la frontera. La frontera que tenemos ahí es nuestra bendición y maldición para toda la vida.
-¿Es posible el narcotráfico sin complicidad política y de los organismos de seguridad?
No creo. Van de la mano. Por eso me costó tanto trabajo encontrar esta información porque la historia del tráfico de drogas es la historia del poder en México. Y no sólo en México, en Francia o en Italia, donde también están sufriendo esta violencia. Siempre esta coludido el gobierno en este crimen y la razón es muy sencilla, hay mucho pero mucho dinero.
-¿Es el narcotráfico el que financia a la política o si en la política comienza el narcotráfico?
Hoy en día es el narcotráfico el que manda. En la sociedad que vivimos es el dinero el que manda y estamos hablando del negocio más importante del mundo hoy en día. Uno de los negocios que más dólares maneja es el narco. Seguro ellos son los que mandan.
-En la novela hay una crítica al rol de los Estados Unidos en materia de drogas ¿Usted tiene esa mirada?
En la novela también vemos el punto de vista norteamericano. Uno de los grandes errores de todos los ensayistas es hablar del tráfico de drogas sin ver a los norteamericanos. Todo viene desde Estados Unidos. Ellos mismos son los que motivan el negocio de las drogas. Existen las drogas porque para ellos son importantes. También es importante que en 1940 firmaron un tratado Roosevelt con el Presidente de México para cultivar el opio para la morfina que se iba a usar en la Segunda Guerra Mundial. Siempre han aprovechado la cercanía de México para hacer todo lo ilícito pasando la frontera. Hoy en día, y también en esa época, nunca agarraron a ningún narco norteamericano. Siempre los cargamentos de droga son en México, siempre los jefes son mexicanos pero la droga desaparece y aparece en las calles de Nueva York. Nunca han atrapado a nadie, esa es la hipocresía.
-¿Qué rol ocupó la mafia de Nueva York?
-La mafia italiana de Nueva York es un elemento muy importante en el libro porque Bugsy Siegel, el famoso mafioso que hizo Las Vegas, se fue a vivir a México casi tres años porque él era el que organizaba todos los cultivos de opio para mandarlo a Estados Unidos, todo a través de Lucky Luciano y de una mujer, que hoy en día se han dado cuenta que era la que manejaba el dinero, que se llamaba Virginia Hill y que era la amante del Presidente de México. Literalmente dormíamos con el enemigo.