Ya no es un secreto que Latinoamérica es una prioridad para China. Tras una década en que las visitas de Estado se han sucedido de forma ininterrumpida en ambos lados del Pacífico y el comercio bilateral se ha disparado, el gigante asiático quiere ahora afianzar su presencia en el subcontinente y convertirse en un actor determinante en su desarrollo, no sólo económico sino también político.
El siguiente paso en su proceso de aproximación a la región es el foro ministerial entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que se celebrará en Pekín el jueves y el viernes. Esta nueva plataforma multilateral se fraguó el pasado julio durante la última visita del presidente Xi Jinping a la región y para China supone una vía de diálogo con 33 países sin la presencia de Estados Unidos. “El foro fortalece y amplía nuestra interlocución con China como potencia global y segunda economía mundial. Tenemos la voluntad compartida de impulsar iniciativas en campos como el diálogo político, la atracción de inversiones o la promoción del comercio y del turismo en beneficio de la región en su conjunto”, explica Julián Ventura, embajador de México en China.
De la reunión saldrá el plan de cooperación entre China y la Celac para el periodo 2015-2019, por el cual China aportará hasta 35.000 millones de dólares a través de varios fondos para la financiación de proyectos de infraestructura y desarrollo en la región. Las condiciones para la concesión de estos préstamos y su destino serán también uno de los grandes temas a debatir en el encuentro: “Queremos que la inversión no se dirija solamente a la explotación de recursos naturales, sino que se oriente también hacia ámbitos como el desarrollo industrial o del conocimiento”, explica Juan Miguel Miranda, jefe de Cancillería de la Embajada de Perú en China.
Si bien el comercio bilateral entreChina y los miembros de la Celac se ha prácticamente multiplicado por 10 en una década (Pekín es el segundo socio comercial de la región por detrás de Estados Unidos con un volumen de 260.000 millones de dólares), el patrón sigue siendo el mismo: Latinoamérica vende materias primas y recursos energéticos y el gigante asiático envía manufacturas. China pretende doblar esta cifra hasta los 500.000 millones en la próxima década. “Habrá que hacer muchos esfuerzos para conseguir esta meta, ya que el comercio ya no crece tanto como en años anteriores debido a la crisis económica”, considera Xu Shicheng, investigador del Instituto de América Latina de la Academia China de Ciencias Sociales (CASS). Ecuador, Venezuela, Chile y Perú son algunos de los países que cuentan con una fuerte dependencia comercial de China, que se ha evidenciado tras la desaceleración de la segunda economía, la caída de los precios de las materias primas, especialmente del petróleo.
A pesar del desequilibrio comercial, China presume de mantener unas relaciones con la región “basadas en la igualdad, el beneficio mutuo y la inclusión”, según explicó en rueda de prensa Zhu Qingqiao, director general del Departamento para Latinoamérica y el Caribe del Ministerio de Asuntos Exteriores chino. También animó a que los países de la Celac “usen activamente” los 35.000 millones de dólares que pondrá sobre la mesa el gigante asiático, incluidas aquellas naciones —12 en total, la mayoría centroamericanas— que asistirán al foro pero que no han establecido oficialmente relaciones diplomáticas con Pekín, sino con Taipei: “Todos los miembros de la Celac pueden solicitar el uso de estos fondos”, remarcó.
Xi Jinping será el encargado de pronunciar el discurso inaugural de las jornadas, lideradas por el ministro chino de Asuntos Exteriores, Wang Yi, el de Comercio, Gao Hucheng, y el presidente de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, Xu Shaoshi. Los presidentes de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, y Ecuador, Rafael Correa, estarán acompañados de una veintena de cancilleres de toda la región. A todos ellos se les suma la visita —anunciada a última hora— del líder venezolano Nicolás Maduro, cuya llegada a Pekín se interpreta como un intento de conseguir otra línea de crédito chino que ayude a reflotar una economía que sufre el desplome de los precios del crudo.
fuente EL PAÍS