Editorial MARCELO ARANCIBIA
La encuesta sobre intensión de votos publicada por el Diario de Cuyo es, por sobre todo, una delicia de la anomia constitucional. Niega a CFK lo que le concede a José Luis Gioja: la posibilidad a un nuevo mandato constitucional. Pero si las elecciones 2015 transitaran en función a la encuesta elaborada por la consultora «Acierto», la democracia sanjuanina habría defolteado sine die, sin plazo. Defoltea quién cae en cesación de pagos.
En términos políticos, y bajo la coyuntura de San Juan, la democracia defoltea cuando deja de referenciarse en la constitución, y pasa a depender de la voluntad de una sola persona, la voluntad de Gioja. Bienvenidos entonces a la democracia plebiscitaria, que es una nueva forma de dictadura; de dictadura blanda, donde no se reprime ni se detienen a los disidentes políticos, pero no se respetan los límites constitucionales, ni se admite la libertad de prensa, ni se tolera compartir espacios de poder con opositores desalineados a las políticas oficiales. Si tomamos en serio la encuesta de Acierto, la misma no sería certera, porque peca de conservadora al proyectar un 63,1% de intención de votos para el Gobernador Gioja, cuando el muestreo con incluye los departamentos rurales de la Provincia, donde la «clientelización» del electorado es mayor a la de los centros urbanos. Nada nuevo si se repasan los resultados electorales en San Juan desde los comicios del año 2005 al año 2013. En la encuesta el pejotismo [Gioja + Basualdo + Godoy] concentra el 84% de la intención de votos. Y si la sumatoria se practica por la pertenencia al «consenso mega minero» [Gioja + Basualdo + Godoy + Turcumán + Domínguez] el guarismo alcanza el 87,3%. Votos más, votos menos, la suma de los pejotismos, y los que no son pejotistas pero que representan electoralmente los intereses de la burguesía mega minera [funcionarios, políticos, empresarios y sindicalistas, que niegan terminantemente la aplicación de Ley de Nacional de Glaciares, la Ley General del Ambiente, La Constitución Provincial y el Código de Agua, o que rechazan modificar los términos de la apropiación de la renta minera, mediante una reforma pro Estado de la Ley de Inversiones Mineras] el porcentaje de voto obtenido ha oscilado entre el 80 y el 90%. ¿Qué queda a los opositores al modelo de dictadura blanda con matriz productiva extractivista? Lo primero es entender, como Leandro N. Alem lo hizo al fundar la U.C.R., que no tienen por delante una mera misión electoral transitoria, sino que deben asumir o lanzar un desafío para una época, contra un sistema políticamente anti democrático y deshonesto, económica y socialmente oligárquico e inequitativo. Refundar la democracia republicana en San Juan exige construir nuevas bases de la economía, una economía inserta en el mundo por mayor productividad y conocimiento. Refundar la democracia y las bases de una economía del conocimiento es una tarea monumental que requiere de tiempo y paciencia, tanto en la conformación de cuadros políticos, como en la elaboración de una estrategia electoral; empresa imposible de ser encarada por los tácticos de la política. Hoy el principal adversario de nuestra democracia constitucional es la falta de un colectivo político convencido en las virtudes de una democracia constitucional, que se planté una estrategia política y electoral a mediano plazo, con propuestas concretas para abordar la peor crisis del giojismo, la desigualdad en la Provincia.
Una estrategia democrática que sea superadora del ciclo pejotista y extractivista, debe contemplar el debate sobre el modelo productivo. El statu quo provincial no tolera el debate sobre políticas de distribución equitativa del ingreso [educación y coparticipación municipal] porque hacerlo significaría debatir sobre el Estado y el mercado, sobre la reforma tributaria, la libertad de prensa, la pluralidad política, etc. Esta oposición que nos falta, es la que debe contemplar propuestas para aumentar los impuestos a los más ricos [a la renta de las mineras metalíferas, al dueño del juego en la Provincia, entre otros sectores intocables para el pejotismo] y en el cuidado del medio ambiente. Sería un oxímoron [un absurdo] pretender representar las virtudes republicanas de la alternancia y periodicidad de los mandatos, o de la división de los poderes, o la publicidad de los actos de gobiernos, si la riqueza de la provincia sigue fluyendo a los bolsillos de los poderosos, que son los mismos que financian la política que perpetúa el statu quo de Gioja Gobernador hasta que se extraiga el último gramo de oro. La dictadura blanda de Gioja es producto de un modelo de crecimiento nacional basado en la producción y exportación de materias prima [soja, minerales metalíferos] y en la popularización del consumo que rescató a miles de sanjuaninos de la pobreza y de la indigencia, pero que no los capacitó para el mundo del conocimiento. Los éxitos electorales del giojismo dependieron de los recursos derivados de la renta extraordinaria de generó la naturaleza, que le permitió montar un aparato clientelar inexpugnable, y no en las capacitaciones humanas. Esto explica por qué Gioja jamás montó, en doce años de gobierno, un acto político para destacar el resultado de la educación pública en las pruebas PISA, sencillamente porque el alumnado sanjuanino demuestra conocimientos que lo alejan de las sociedades desarrolladas. Los miles de sanjuaninos que salieron de la pobreza y ganaron acceso al consumo, descubrieron que éste no basta para tener una vida decente, sino que tiene que estar combinado con servicios públicos de calidad, principalmente vinculados a la educación, salud, seguridad y vivienda. Algunos sanjuaninos también descubrieron que el discurso político dominante en nuestra provincia es mentiroso. No advierten ni decencia ni igualdad de oportunidades. Hoy ese segmento del electorado sanjuanino requiere de una fuerza política que planté el futuro de San Juan en democracia, y que esa democracia sea garante de la igualdad de oportunidades. Mientras tanto, existe y se proyectará hasta el 2019 o 2023 a un señor feudal, sostenido por una economía que genera concentración de la riqueza y clientelismo electoral.