En un intento por contener la crisis del Gobierno y de las instituciones chilenas, cuando su popularidad está en un 31% y el rechazo a su gestión ha alcanzado un récord histórico de un 64%, la presidenta chilena, Michelle Bachelet, ha tomado una decisión política drástica: ha solicitado la renuncia a todo su gabinete y se ha dado un plazo de 72 horas para anunciar a su nuevo equipo de ministros. “He considerado necesario hacer una evaluación de múltiples elementos, desde evaluación de gestión a, también, cuál va a ser el equipo que me va a acompañar a este nuevo ciclo”, ha señalado esta noche la mandataria socialista en una entrevista al Canal 13 de televisión.
La decisión de Bachelet, reclamada hace semanas por el mundo político, tiene como telón de fondo los escándalos de financiamiento irregular de la política investigados por la Fiscalía, que han desatado un escenario de crisis transversal tanto en el Ejecutivo, como en los partidos y las instituciones democráticas como el Congreso. La caída de su gabinete completo, sin embargo, apunta especialmente a su ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo. Considerado su hijo político y hombre clave de esta segunda Administración que debutó en marzo de 2014, la situación del ingeniero de 41 años resultaba insostenible desde que en febrero estalló el caso Caval, la trama que involucra a la nuera y al primogénito de Bachelet, Sebastián Dávalos, y que ha causado una herida a la confianza hacia la presidenta.
Cuando una publicación de la revista Qué Pasa destapó el 5 de febrero el millonario negocio inmobiliario de la empresa de su nuera Natalia Compagnon, Bachelet estaba de vacaciones junto a su familia en el sur de Chile, por lo que Peñailillo, desde Santiago, tuvo en sus manos la gestión de la crisis. La mandataria se encontraba en su casa de verano junto a Dávalos y su esposa y, desde este círculo, se responsabiliza al ministro del Interior de no haber dimensionado la gravedad de los sucesos, que terminaron una semana después con la renuncia del primogénito a su cargo en La Moneda y su muerte política. En la entrevista que esta noche la Jefa de Estado ha concedido al popular animador de televisión Mario Kreutzberger, Don Francisco, Bachelet se refirió a lo sucedido en esas horas clave del caso Caval: “Me llamaban por teléfono y me contaban partecitas. Si no, me habría devuelto de inmediato a Santiago”.
Peñailillo representaba hasta hace algunos meses la generación de recambio del conglomerado de centroizquierda Nueva Mayoría y, desde hace algunas semanas, ha tenido que enfrentar su propia crisis. A mediados de abril se conoció que había prestado servicios a Asesorías y Negocios (AyN), una empresa fundada por el recaudador de dineros para campañas políticas Giorgio Martelli, que recibió 245 millones de pesos de parte de la minera Soquimich, del exyerno de Augusto Pinochet, por trabajos que la Fiscalía sospecha que no se realizaron. Peñailillo aseguró que efectivamente había realizado informes, pero sin llegar a mostrarlos. El domingo pasado comenzó, sin embargo, a desplegar una operación mediática para comprobar la existencia de los estudios y, después de varias intervenciones erráticas, los dio a conocer en parte a través del diario La Tercera. Pero su situación se complicó en las últimas horas: párrafos de esos informes, según informó la prensa local, eran casi idénticos a uno publicado por Eurobask en 2009.
Con su ministro del Interior en problemas, las cifras de las últimas encuestas y los meses de escándalos políticos que incluyen a su familia, Bachelet nuevamente intenta tomar el control de la agenda pública con el anuncio de la caída de su gabinete. La mandataria lo había intentado el pasado martes 28, cuando informó de una reforma profunda contra la corrupción y un proceso constituyente para formar una nueva Carta Magna que reemplace a la que realizó Augusto Pinochet en 1980. El efecto, sin embargo, apenas duró algunos días y nuevamente la situación se complicó por el ministro Peñailillo, que ha debido enfrentar en las últimas horas un fuerte cuestionamiento público y peticiones abiertas para su salida.
Bachelet se había resistido a este cambio de gabinete. Dilató la decisión por semanas, sobre todo a la espera de las elecciones internas de los partidos, como el socialista, que finalmente terminaron con la elección de Isabel Allende, hija del expresidente, que triunfó con el compromiso de apoyar lealmente al Gobierno. Bachelet se ha dado algunas horas para terminar de conformar su nuevo equipo de colaboradores, que con toda probabilidad contará con la presencia de varios de los ministros que actualmente conforman el Ejecutivo. La principal incógnita es la figura que reemplazará a Peñailillo en Interior porque la presidenta, desde su primera Administración, ha mantenido una relación complicada con los diferentes dirigentes que han ocupado ese cargo.
fuente EL PAÍS