La Fiscalía del estado mexicano de Michoacán (sur del país) ha detenido a un civil y 23 agentes de policía para interrogarles por el asesinato de Enrique Hernández, el candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a la alcaldía de Yurécuaro, un municipio de 30.000 habitantes a 420 kilómetros al oeste de la Ciudad de México.
Yurécuaro, como muchas comunidades michoacanas después del alzamiento de las autodefensas en febrero de 2013, es un pueblo dividido en dos. Enrique Hernández lideró el movimiento en la comunidad, pero ganó la simpatía de algunos y la enemistad de otros tantos. Fue acusado en marzo de 2014 por el asesinato del alcalde de Tanhuato, Gustavo Garibay, y arrestado sin orden judicial de por medio. Hernández denunció que había sido torturado para rendir su declaración y el caso fue más tarde desechado por falta de pruebas en octubre de ese mismo año. La muerte de Garibay continúa, como el 98% de los crímenes que se cometen en México, sin castigo alguno.
Enrique Hernández fue asesinado en pleno mitin en la plaza pública de Yurécuaro. Un sicario le disparó con una escopeta y después huyó a un vehículo donde escapó con un cómplice. El atentado costó la vida de Hernández y dejó otros tres heridos. Las investigaciones de la Fiscalía apuntan que el asesinato estaba vinculado al crimen por el que Hernández había sido acusado (y después liberado) un año antes.
Enrique Hernández fue asesinado en pleno mitin en la plaza pública de Yurécuaro
Los 24 detenidos están en Morelia, la capital de Michoacán, a espera de que un agente del Ministerio Público para ampliar la investigación. De hallarse las evidencias suficientes para acusarles del crimen, serán enviados ante un juez.
Hernández era uno de los dos líderes de grupos de autodefensa que buscaban cargos públicos en las elecciones regionales que México celebrará el 7 de junio. El otro, Hipólito Mora, busca un escaño en la Cámara de Diputados por el Movimiento Ciudadano. Mora también fue acusado de un asesinato en 2014 y fue también liberado después de que un juez revocara su orden de arresto en marzo de este año.
A Enrique Hernández lo enterraron el 16 de mayo. Su ataúd fue cubierto con una bandera de México y al funeral asistieron cientos de habitantes del pueblo. El padre Gregorio López, el párroco de Apatzingán, afirmó que Hernández y él «compartían ideales». Hernández, no obstante, era investigado por seis crímenes al momento de su muerte. Las reacciones encontradas hacia el crimen reflejan la polarización que dejó el alzamiento entre grupos de autodefensa contra Los Caballeros Templarios en varios pueblos michoacanos: una historia llena de grises en la que es aventurado tildar a los bandos como «malos» o «buenos». Lo único claro son los muertos.
fuente EL PAÍS