Mientras el Vaticano, como todas las grandes ciudades europeas, reforzó las medidas de seguridad tras los atentados del viernes en París, los yihadistas del ISIS amenazaron ayer con izar “la bandera del califato” en la ciudad turca de Estambul y en la Santa Sede.
“Pedimos a Alá que ayude a los combatientes contra los agentes de los líderes de la idolatría y de los cruzados hasta que la bandera del Califato no sea izada en Estambul y en la Ciudad del Vaticano”, reportó una de las revistas del grupo terrorista, Dabiq.
Pese a las amenazas, el Papa instó ayer a la Iglesia a tener las “puertas abiertas” y a evitar “blindarse” de cara a los “tiempos difíciles” por los que pasa el mundo.
“Por favor nada de puertas blindadas en la Iglesia, nada, todo abierto”, pidió Francisco, y el pensamiento se centró en los temores desencadenados por los atentados en París. Estos mismos temores deben haber detenido también a algunos fieles, ya que en la Plaza San Pedro, blindada y con estrictos controles de seguridad, no parecía haber las 15 mil personas que habían pedido el boleto de ingreso.
No se sabe si Francisco pensaba en el riesgo del terrorismo, seguramente reflexionaba ampliamente sobre el tema de la apertura de la Iglesia. Dijo explícitamente que tenía presente el reciente sínodo sobre la familia. “La Iglesia es el conserje de la casa del Señor, el conserje no es el dueño de la casa del Señor”, afirmó.
“Hay lugares en el mundo donde no se cierran las puertas con llave, aún los hay, pero hay tantas donde las puertas blindadas se vuelven normales. No tenemos que rendirnos a la idea de que tenemos que aplicar este sistema, que es también de seguridad, a toda nuestra vida, de la familia, de la sociedad y tanto menos de la Iglesia. Sería terrible una Iglesia no hospitalaria, así como una familia replegada sobre sí misma vuelve árido el mundo y se mortifica a sí misma”, exhortó.
El Papa habló con tono grave y algo triste durante la audiencia semanal en la que se refirió también a los migrantes y marginados.
El tema de los “pasos de las fronteras se ha vuelto crucial”, afirmó el Pontífice. “La puerta debe custodiar pero no rechazar, no debe ser forzada; al contrario, se pide permiso porque la libertad se oscurece en la prepotencia de la invasión. La puerta no se abre con frecuencia para ver si afuera hay alguien que espera o quizás no tiene el coraje, quizás ni siquiera la fuerza de golpear. Esta gente perdió la confianza. No tiene el coraje de golpear ante la puerta de nuestro corazón cristianos, las puertas de nuestras Iglesias. Están ahí, no tiene el coraje, les hemos quitado la confianza. Por favor que ésto no ocurra nunca”, remarcó.
En la audiencia el pontífice también lanzó un llamado a la comunidad internacional para proteger los derechos de los niños y en particular evitar que sean enrolados en conflictos armados.
El Papa argentino recordó que se acerca el 8 de diciembre, fecha en que se inaugura el Jubileo de la Misericordia.
“Hemos llegado al umbral del Jubileo. Está cerca. Está frente a nuestras puertas, no solamente ante la Puerta Santa, sino ante la Puerta de la Misericordia de Dios, que es una bella puerta que acoge el arrepentimiento y ofrece la gracia del perdón. Se llama Jesús. El es la puerta que nos deja entrar y salir”, afirmó.
“Abramos nuestras puertas y salgamos para ir al encuentro de los otros: algunos están frente a nuestras puertas y quizá no tienen el coraje y la fuerza de tocar”, advirtió.
fuente CLARÍN