Los encuentros se organizaban con absoluta reserva. Para evitar filtraciones, los invitados -que pagaban una entrada mínima de 500 pesos- sólo conocían las coordenadas del lugar 24 horas antes de la fiesta electrónica, que solía durar 12 horas. Para poder ser parte del show, se exigía tener la recomendación y presentación de un habitué. Se trataba de una especie de membresía. Pero las exclusivas raves eran, en realidad, una excusa para vender drogas de diseño y cocaína.
Así lo informaron ayer la ministra de Seguridad y el secretario de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich y Eugenio Burzaco, respectivamente, al brindar detalles de una investigación de la Policía Federal que culminó con 13 detenidos y el secuestro de 2825 pastillas de éxtasis, cuatro kilos de cocaína, 68 dosis de LSD, dos kilos de marihuana, 236.000 pesos, 4000 dólares, 1600 euros y ocho autos (algunos, de lujo).
Entre los sospechosos apresados figura Nicolás Pachelo, un ex vecino del country Carmel de Pilar que años atrás fue acusado por la familia de María Marta García Belsunce de tener vinculación con el homicidio de esta última, ocurrido en octubre de 2002. Para la Justicia, fue sólo testigo.
Pachelo, de 39 años, fue detenido anteayer en una quinta de tres hectáreas en General Rodríguez, propiedad de un empresario brasileño, que había sido alquilada por los organizadores de la fiesta electrónica por 30.000 pesos.
La rave fue interrumpida cuando los detectives de la Policía Federal allanaron la quinta, por orden del juez federal de Morón Juan Pablo Salas. «Pachelo fue sorprendido mientras vendía pastillas de droga sintética. Estaba dentro de un gazebo y le secuestramos 111 dosis», informó a LA NACION una calificada fuente de la investigación.
La fiesta había comenzado anteayer a las 7 y, según estiman los investigadores, los organizadores esperaban unas 300 personas. Cuando llegó la policía, ya había 200 invitados. «Generalmente la entrada salía 500 pesos. Por 1000 se podía usar un sillón y por 10.000, tener acceso exclusivo a los gazebos, donde habían vendedores», sostuvo un experimentado investigador.
La quinta allanada en General Rodríguez está situada a unos 2000 metros de la ruta provincial N° 28. «El lugar tiene tres hectáreas, pero los organizadores de la rave sólo habían alquilado el sector de la piscina. Uno de los puntos de encuentro de los consumidores con los vendedores de éxtasis era un tobogán acuático», agregó el detective.
La banda comenzó a ser investigada hace 12 meses y habría hecho fiestas en quintas de las zonas oeste y norte, en salones y boliches de Puerto Madero y en Pinamar, entre otros exclusivos lugares. En promedio, organizaban dos fiestas por mes.
Además de Pachelo, entre los detenidos figura uno de los capos de la barra brava de Huracán, identificado por las fuentes de la investigación como Luis Tucci, de 46 años. «La sospecha es que Tucci era el proveedor de la cocaína», explicaron los informantes consultados.
En la investigación, según explicó Burzaco, hubo agentes encubiertos, herramienta legal autorizada en la ley 23.937 (de estupefacientes). El funcionario anticipó que enviarán un proyecto al Congreso Nacional para tener una figura legal similar para otros delitos del crimen organizado.
El organizador de las fiestas electrónicas también fue apresado. Se trata de Javier Florio Lenatowicz, de 45 años, vecino de Núñez. En su camioneta importada fue secuestrada una pistola 9 milímetros. Su pareja, Marina Sokolova, de nacionalidad rusa y de 33 años, también fue detenida, dijeron las fuentes.
Las fiestas eran anunciadas en Facebook como Florio Fest. Según surge de la red social, había una prevista para el día de Navidad a partir de las 6.30. En las próximas horas, el juez indagará a los detenidos.
Pachelo, uno de los detenidos
Nicolás Pachelo
Acusado
Nicolás Pachelo, detenido por vender drogas en raves, era vecino del country Carmel cuando fue asesinada allí María Marta García Belsunce, en 2002. La familia de la víctima lo acusaba de tener vínculos con el homicidio.
Para la Justicia, Pachelo sólo fue un testigo. Como tal, declaró en el juicio desarrollado en los tribunales de San Isidro. Después del fallo que condenó al viudo de la fallecida, expresó: «Los jueces respaldaron mi inocencia. Siempre sostuve que no tenía nada que ver con el hecho».
fuente LA NACIÓN