No hubo pistas certeras hasta agosto del año pasado. A principio de ese mes, un ciudadano alertó a un par de gendarmes apostados en la Triple Frontera, telefoneó al ministerio de Seguridad bonaerense y se comunicó luego con la Fiscalía de Delitos Complejos de Mercedes, donde se investigó el Triple Crimen de General Rodríguez y se pidió la detención de Ibar Esteban Pérez Corradi.
El testigo aseguró tener información precisa sobre el paradero del prófugo –sindicado como autor intelectual de los asesinatos de Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina- luego de mirar detenidamente su foto en el informe del programa «Periodismo Para Todos» en el que Martín Lanatta rompió el silencio y vinculó a Aníbal Fernández con el tráfico de efedrina.
El fiscal Juan Ignacio Bidone envió a un grupo de gendarmes a tomarle testimonio. El individuo aportó datos y tres direcciones del prófugo –con quien, según el testigo, se había cruzado en varias oportunidades- en Paraguay, en la frontera con la Argentina y Brasil. Los investigadores pidieron enviar a la Gendarmería a sondear la zona, pero la cúpula de la fuerza, en ese entonces a cargo de Enrique Zach, alegó que no podía hacerlo, según reconstruyeron ante Infobae fuentes judiciales y policiales.
Zach fue relevado de su cargo un par de días después, en teoría por la feroz represión a choferes de colectivos de la línea 60. La búsqueda quedó entonces en manos de la Policía Federal. También se pidió colaboración al otrora jefe de la DDI de la Matanza, Marcelo Chebriau. Esa información fue la que llevó a la legisladora Graciela Ocaña a denunciar esta semana en la Justicia Federal al ex secretario de Seguridad, Sergio Berni.
Desde ese momento y hasta estos días, el paradero de Pérez Corradi, pieza clave del fenomenal tráfico de efedrina que proliferó en el país en los últimos años, sigue siendo incierto.
El jueves 21 de enero, Marcelo Ardizzi, jefe de Extradiciones del departamento de Interpol de la Policía Federal, les envió una notificación al juez Sebastián Casanello y al fiscal Franco Picardi –al frente de la investigación por la denominada «mafia de los medicamentos», en la que el prófugo fue procesado por presunto lavado de dinero-. Allí les detalló que el financista tenía en su legajo varias entradas y salidas con el vecino país, y que había empezado a entablar un intercambio de información entre Interpol local y la oficina de Paraguay.
La cacería de Pérez Corradi, que según fuentes policiales continuaría muy activo en el negocio del tráfico del precursor químico, se despertó del letargo tras la fuga y la recaptura de Martín y Cristian Lanatta y de Víctor Schillaci, condenados a reclusión perpetua por el Triple Crimen, y a pesar de la insistencia de la Justicia de Mercedes.
Recién en las últimas semanas los investigadores cruzaron la frontera: tienen bajo la lupa un par de domicilios vinculados al prófugo que este medio no revela para no entorpecer la investigación.
La cacería del sindicato como autor intelectual de los asesinatos de Forza, Ferrón y Bina empezó en marzo del 2012, cuando la Justicia pidió su detención. Durante largos meses se vigilaron la escuela a la que concurrían los hijos del prófugo, los movimientos de Liliana Raquel Aurehhuliu, su ex pareja –que se movía en una Dodge Ram roja y en un BMW negro-, y el inmueble que compartían en Pasteur y Balcarce, en la localidad bonaerense de Martínez y del que luego la mujer se mudó. Al poco tiempo, Aurehhuliu dio de baja su perfil de Facebook y volvió a formar pareja con otro hombre.
Los investigadores hicieron averiguaciones además en torno a los padres y a los hermanos de la mujer, todos chaqueños, y al gimnasio que ella tenía en la ciudad de Buenos Aires. Se vigiló también la casa de la madre de Pérez Corradi y de su hermana Carolina, y el inmueble que el prófugo tenía con su ex mujer en De las Burriquetas al 2700, en la ciudad balnearia de Pinamar y del que luego se desprendieron. La Justicia también siguió de cerca los movimientos de una farmacia porteña en Ramallo al 1700 y una propiedad en la avenida Federico Lacroze.
Una de las pistas más firmes en los primeros meses de la búsqueda se remonta a octubre del 2012. Los investigadores dieron con un criadero de perros de La Reja, en Moreno, al oeste del Conurbano bonaerense, regenteado por un matrimonio gay que era frecuentado por el prófugo y su ex pareja. Lo allanaron sin resultados positivos.
Nunca encontraron ni un rastro del financista. Ni en las líneas telefónicas de su entorno, que fueron intervenidas, ni en las tarjetas de crédito. Del allanamiento a sus computadoras en el domicilio de Martínez, los investigadores se toparon con un frondoso historial de páginas webs que Pérez Corradi atesoraba con datos sobre él, el negocio de la efedrina y los protagonistas de la trama. Un obsesivo de la información.
Pérez Corradi, prófugo hace 44 meses, afronta tres procesos judiciales. La acusación en torno a su responsabilidad en los asesinatos de Forza, Ferrón y Bina; el procesamiento por supuesto lavado de dinero, ahora en manos del juez Casanello y del fiscal Picardi, y un pedido de extradición de la Justicia de los Estados Unidos, en manos de la jueza Sandra Arroyo Salgado y confirmado por la Corte Suprema, por el envío de Oxicodona a aquel país.
fuente INFOBAE