Luego de ocho años de divisiones e internas, el atomizado mapa sindical reagrupó ayer gran parte de sus piezas y envió una advertencia al Gobierno por el rumbo económico. Las tres vertientes de la CGT , en las que se anidan los sindicatos peronistas, se fusionaron y conformaron una central unificada, con un triunvirato en la conducción.
Sin la unanimidad de sus 213 gremios confederados, la CGT unificada nació a partir de un acuerdo entre los sectores de Hugo Moyano , Antonio Caló y Luis Barrionuevo . Los tres referentes dejaron el sillón de mando, aunque cada uno ubicó un dirigente propio en el triunvirato. Ellos son Juan Carlos Schmid, por la central moyanista; Héctor Daer, por la oficial, y Carlos Acuña, por la barrionuevista Azul y Blanca. Los dos últimos son legisladores del Frente Renovador, de Sergio Massa.
Durante el proceso de reunificación, los sindicalistas coincidieron en un documento con cuestionamientos al Gobierno. Ese borrador fue ratificado ayer en los discursos. Hubo advertencias por el empleo, la inflación, la suba de las tarifas y la apertura de las importaciones. Sin embargo, se dilató la convocatoria a un paro general, como reclamó un puñado de gremios, y hubo un compromiso de «sostener» al Gobierno, como lo planteó Barrionuevo.
Las nuevas autoridades de la CGT solicitarán esta semana un encuentro con Mauricio Macri . El Presidente se refirió ayer indirectamente a la reunificación de la central obrera y pidió que los empleados «no pongan palos en la rueda» a las empresas.
La decisión de la CGT de poner paños fríos en la relación con el Gobierno se concreta casi un mes después del anuncio de Macri para liberar a las obras sociales sindicales parte de los $ 27.000 millones del Fondo Solidario de Redistribución, la caja en donde se atesoran los aportes que se les retiene mensualmente a los trabajadores de sus salarios. Los sindicalistas rechazaron que la tregua sea una moneda de cambio por el dinero de la salud, aunque por lo bajo reconocieron que el gesto de Macri no lo había tenido el kirchnerismo.
Como sucedió otras veces, hubo dirigentes que se jactaron vanidosamente de ser los garantes de la gobernabilidad del país. «Nos esperan momentos difíciles. Nos va a costar sostener a través de la democracia a este Gobierno», rompió el hielo Barrionuevo. Schmid y Daer, dos de los tres flamantes secretarios generales, también advirtieron una crisis, pero no vislumbran un plan de lucha en el corto plazo. «No se trata de que nos impongan una medida de fuerza. Hay que hacer recapacitar al Gobierno. Antes de cualquier medida, la CGT le presentará el Gobierno un programa y se esperará una respuesta», dijo Daer.
La cúpula de la nueva CGT se reunirá mañana o pasado en la sede de Azopardo y pedirá una audiencia con el Presidente. Anoche, tanto desde el Gobierno como de fuentes gremiales, aseguraron a LA NACION que el encuentro se concretaría en el corto plazo. Si Macri recibe al triunvirato cegetista y le otorga legitimidad como interlocutor gremial, echaría por tierra la impugnación que presentó el ruralista Gerónimo Venegas en el Ministerio de Trabajo por considerar irregular la elección de las autoridades.
Venegas, que es uno de los sindicalistas más cercanos al Gobierno y mantiene tropa propia en Pro, se opuso al triunvirato y acusó a sus colegas de «regalarle la CGT a Massa», ya que Daer y Acuña son legisladores del Frente Renovador. Junto con Venegas, se retiró de la CGT un puñado de gremios moyanistas que rechazaron a Schmid como el representante del sector que supo liderar el camionero.
A pesar de la reunificación, en la CGT hierven aún las internas. Hubo mensajes muy duros para los sectores que no participaron del congreso de unidad. Sobre todo, para el bancario Sergio Palazzo, que reclamó hasta último momento una silla más en el cuerpo de conducción. Se lo intentó contener con un cargo en la secretaría de finanzas y dos vocalías para dirigentes de la Corriente Federal, el bastión que impulsaba su candidatura. Pero no hubo caso: Palazzo y su tropa se retiraron del estadio de Obras Sanitarias en medio de insultos y amenazas.
Tampoco participaron de la unidad los gremios que integran el Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA), que se identifican con el taxista Omar Viviani. Entre ellos hay organizaciones de jerarquía y peso histórico, como la Unión Ferroviaria, los mecánicos del Smata y Luz y Fuerza. «No es la unidad del movimiento obrero, es sólo una parte. Es una CGT débil», avivó las diferencias el ferroviario Sergio Sassia, el candidato que impulsaba el MASA para encabezar la central obrera.
Las cifras son irrefutables y evidencian que la unidad no es total: votaron ayer 1582 congresales sobre un total de 2191. En cantidad de gremios, fue así: se unieron 124 sobre 213 confederados.
«Les vamos a abrir la CGT a todos. Es importante tener una sola voz. Lo ideal es totalmente secundario cuando lo importante es la unidad», tendió Daer un puente hacia los sectores díscolos. Luego, sien embargo, caminó con pies de plomo sobre Venegas y Palazzo.
La tensión en la CGT no se percibe únicamente con los gremios que no aceptaron el triunvirato. Puertas adentro, ya se vislumbran dificultades en la convivencia. Moyano, que se retira del sillón de mando después de 12 años, ubicó a dos de sus hijos en el consejo directivo: Pablo, en la estratégica secretaría gremial, y Facundo, en cultura. Pero perdió un bastión clave: el comité arbitral, el tribunal que interviene en las disputas intersindicales por temas de encuadramiento. El comité quedó en manos de Carlos Sueiro, del gremio de Aduana y quien mantiene un gran vínculo con el mercantil Armando Cavalieri, el rival histórico al que Moyano le quitó miles de afiliados.
Primeras definiciones
«Somos víctimas de políticas económicas y sociales que nos fragmentan. Hay que hacer recapacitar al Gobierno por el empleo y las importaciones» – Héctor Daer (Secretario General de la CGT)
«Si mañana convocamos a un paro, al otro día estaremos igual. Hay que replantear la estrategia. Hay un claro viraje a la derecha y la crisis se está profundizando» – Juan Carlos Schmid (Secretario General de la CGT)
«En campaña, el Gobierno hizo promesas que no cumplió: el impuesto a las ganancias sigue, hubo tarifazos y la inflación es casi el doble de lo que pronosticaron» – Carlos Acuña (Secretario General de la CGT).
fuente LA NACIÒN