Las transferencias bancarias de personajes y empresas claves del entorno K reveladas en los «CristinaLeaks» son operaciones financieras típicas de quienes buscan esconder la existencia de esos fondos, sea cual fuere su origen. Así se lo explicaron a Clarín expertos contables en los mil artes de mover plata mediante mecanismos legales, y también a través de sistemas que suelen esquivar con cierto éxito a las leyes nacionales e internacionales. Se tratan de giros de cifras que, sumadas, terminando conformando millones de dólares, pero que de forma individual son números no tan abultados: sus dueños intentan así esquivar los alertas sospechosos que emiten los bancos cuando detectan depósitos excesivos. Un ejemplo entre muchos similares: la sociedad Helvetic Services Group, atribuida por la Justicia a la familia Báez, transfirió 600 mil dólares divididos en tres partes iguales el 15, 17 y 23 de enero del 2008. El dinero se debitó de un banco en Montevideo, Uruguay, perteneciente a una empresa llamada Sofiter Trader Corporation. Desde ese primer destino, los fondos giraron después a una cuenta del banco JP Chase Bank de los Estados Unidos. Para saltar después el océano de forma virtual: los 600 mil dólares quedaron depositados en en la Banca Privada D’Andorra, en el 119 de Carnevaly Avenue, una avenida de Andorra, que sacó su nombre de una parroquia del lugar.
Casos similares como estos se repiten entre los miles de documentos de los «CristiLeaks»: es información de al menos seis bancos que constan en el juicio que los fondos buitres le iniciaron a la Argentina.
Esa documentación involucra a miembros del entorno K que están siendo investigados en la Justicia en causas de lavado de divisas y de corrupción.
La ex procuradora del Tesoro Angelica Abbona intentó que estas operaciones no se conozcan: antes de dejar su cargo, se llevó de su oficina pública el disco rígido que contenía estas pruebas que jueces y fiscales consideran cruciales para investigar sus casos. Está imputada en una causa judicial donde se la acusa de incumplimiento de los deberes de funcionario público.
Según fuentes oficiales y de ex empleados de la Procuración, Abbona buscó esconder esos datos por orden de la ex presidenta Cristina Fernández.
Otro ejemplo de cómo funcionó la telaraña de sociedades destapada por «Cristileaks» involucra a un ex socio de los Kirchner: el empresario Martín Báez, hijo del constructor Lázaro Báez, hoy preso en una causa en él mismo está procesado por lavado. Báez (Martin) figuraría en una transacción realizada desde un banco de Londres y termina acreditándose en el banco de Wells Fargo de Estados Unidos.
Un caso gráfico de estas maniobras internacionales con escalas financieras es una transacción de una empresa llamada Huston Management, cuyo beneficiario final es Jorge Galitis. A pesar de que éste último es uno de los agentes de bolsa más importantes de Buenos Aires, giró 28.295 dólares el 29 de julio de 2013 desde un banco de Hong Kong a otro de las Islas Vírgenes, en el caribe pero ese dinero se terminó acreditando en una cuenta del Expobank de la ciudad Riga, Letonia.
Galitis es también el beneficiario final de la sociedad Aldyne, radicada en las Islas Seychelles, que controla a su vez otras 123 empresas en el estado norteamericano de Nevada, y que la Jusiticia atribuye a la familia Báez.
Estas operatorias son como «mamushkas» financieras: sociedades que controlan a otras sociedades, que transfieren dinero a cuentas de bancos y de allí a otros bancos, y a otros más.
El ocultamiento final de esa plata, si es que ése era el motivo de sus dueños realizando tantas transferencias intercontinentales, se hubiese completado si Abbona lograba esconder su disco rígido en el sur austral. Pero alguien lo encontró.
fuente CLARÌN