Cristina Kirchner ya tiene agenda, aún sin romper su silencio y volver a los discursos en continuado. Confirmó que el viernes irá a un encuentro organizado por el sindicato de mecánicos: no será la única expositora, pero sin dudas será la figura central. Y en medios kirchneristas se ilusionan con que dentro de diez días asista al cierre del encuentro que prepara su agrupación, Unidad Ciudadana, en Ensenada. Nadie diría que es el inicio de su campaña, pero sí que se trata del primer movimiento apuntado al aún indefinido universo peronista.
No son movidas aisladas. Al igual que otras, tienen como denominador común ir haciendo explícita su voluntad de pelea por la candidatura del 2019 –algo que no sólo Miguel Angel Pichetto da por seguro- y exponer la decisión de consolidar su espacio en todo el país, incluidas en primer lugar las provincias gobernadas por el PJ. Es un mensaje a los jefes provinciales del peronismo: al menos hasta hora, casi todos piensan en una recreación partidaria diferente y excluyen en sus planes correr detrás de la ex presidente.
CFK dio el visto bueno a la cita con el Smata. Habló inclusive con el jefe de los mecánicos, Ricardo Pignanelli, dirigente de corte tradicional y con juego propio en el tablero sindical. El encuentro, que tuvo algunas idas y vueltas organizativas, se hará probablemente en el camping sindical de Cañuelas y no en la sede porteña del gremio. Parece más apropiado si es privilegiada cierta «privacidad» de la cita.
El hecho político será indiscutiblemente su presencia. La agenda formal incluye a otros expositores, con temario variado que va desde políticas económicas a cuestiones específicas del rubro laboral. Pero la visita de la ex presidente es en sí mismo un mensaje político, también en clave sindical aunque no atada al inestable equilibrio de la CGT.
Los referentes sindicales vienen observando desde hace rato la disputa en el peronismo. En rigor, algunos de los actuales jefes cegetistas consideran que las definiciones en el peronismo también ayudarían a construir un armado sindical más sólido. Y desde hace años, observan con malestar la declinación de la incidencia propia en el circuito partidario.
Por supuesto, ninguno sueña con el lejano mundo del tercio de los renglones en las listas. La ex presidente desatendió abiertamente a los referentes gremiales en sus sucesivas directivas electorales. ¿Esta visita al Smata marcaría un cambio, cierta amplitud más allá de los límites de su círculo más próximo? No hay síntomas que confirmen una tendencia de ese tipo, sino más bien, y en lo inmediato, una ratificación de sus planes para ir exhibiendo el juego propio.
El Smata suele programar encuentros de este tipo, aunque de más bajo perfil. La idea, en palabras de otras décadas, sería formar y consolidar a los «cuadros» del sindicato, con una mirada más amplia que la que impone la coyuntura del día a día gremial. Pero está por verse si la presencia de la ex jefa de Estado no amplía la lista de invitados, sindicales y políticos. Ese será otro dato con lectura para la interna peronista.
De otro modo, también esa mirada podría ser aplicada al «plenario» que vienen trabajando en el entorno de la ex presidente para el 11 de este mes, en el complejo deportivo municipal de Ensenada. El manejo de la convocatoria está a cargo de referentes de La Cámpora y naturalmente del intendente local, Mario Secco, un kirchnerista duro. El objetivo es reunir a representantes de las distintas corrientes que integran Unidad Ciudadana.
Esa es la marca y la invitación a dirigentes peronistas está concentrada, aunque no de manera excluyente, en los intendentes bonaerenses. Es un modo de expresar su peso en la provincia de Buenos Aires, y en especial en el GBA, núcleo duro de los apoyos a la ex presidente, según la mayoría de las encuestas. Pero es a su vez una exposición destinada al PJ: el kichnerismo tiene sello propio –desde las últimas elecciones, Unidad Ciudadana- y piensa en armar desde allí y no desde la estructura peronista con vistas a 2019.
Ha cambiado en alguna medida su mensaje, y en pocos meses. Parece haber quedado postergada o abandonada la idea de recrear la «unidad peronista», expresada en media docena de encuentros que empezaron en Capital y fueron «llevados» a unas pocas provincias. Ya hace más de un mes trascendió la decisión de afirmar aún en condición de minoría el sello partidario en el interior del país. Después se vería si es para negociar o para competir desde una formación personal con el peronismo de los gobernadores.
Por supuesto, esa línea estaría dirigida a presionar aprovechando la indefinición de los jefes provinciales del PJ en materia de candidaturas. Y está claro también que los gobernadores manejan sus tiempos y mantienen abierta la posibilidad de desenganchar los comicios provinciales de la disputa presidencial, como modo de intentar asegurarse sus dominios territoriales. En el medio, abren el juego a sectores como el massismo y «miden» con encuestas distintos nombres. No extrañan entonces que circulen alternativas tan disímiles, desde Juan Manuel Urtubey a Sergio Massa, pasando por Roberto Lavagna y Marcelo Tinelli.
Por supuesto, en tren de los abundantes datos de encuestas que circulan, la ex presidente sigue computando su piso firme, especialmente en la provincia de Buenos Aires, del mismo que en la otra ribera señalan el alto nivel de rechazo o de imagen negativa, sin avistar todavía un candidato propio que se recorte para la competencia.
A esos números, el kirchnerismo intenta sumarle ahora despliegue explícito y nacional. El principal interrogante no está cerrado: ¿puede arrastrar a franjas amplias del peronismo? ¿Y en un sentido más amplio, del electorado? Es un desafío, sin respuesta única, más allá de la lectura lineal que sólo remite a la supuesta conveniencia del oficialismo.
fuente INFOBAE