La mandamás de la Coalición Cívica arrojó la piedra y se llamó a silencio. El ministro acusó el golpe y se apuró en balbucear aclaraciones por TV. “Tal vez fue una frase desafortunada, pero fue en abstracto”, dijo Germán Garavano el miércoles por la noche en A24, en un intento de impedir que se lo lleve puesto el “huracán Carrió”. Lo cierto es que el funcionario explicó así que no habló de Cristina Kirchner, sino de “un ex presidente” a secas cuando rechazó que se aplique la prisión preventiva. No hay otro ex mandatario en esas condiciones.
El plan del Gobierno era que el reflejo defensivo del ministro aplacara los soplidos de Elisa Carrió, que reaccionó ante lo que consideró una injerencia del hombre de Macri en el Poder Judicial.
“Se le va a pasar la calentura”, rumiaban en los pasillos del Congreso algunos de los que actúan de bomberos cuando los berrinches de la chaqueña chocan con movidas sinuosas de la Rosada.
Como el pedido de juicio político por ahora está en fase de preparación, es decir de amenaza, todas las apuestas del Gobierno están depositadas en frenarlo. Puede que lo consigan o, en el peor de los casos, que el PRO utilice la llave que significa presidir la Comisión de Juicio Político para clausurar el debate en Diputados.
De todos modos, los primeros esbozos de presión macrista para que tal cosa suceda, amén de las justificaciones de Garavano, tuvieron un efecto búmeran: la Coalición Cívica salió a respaldar oficialmente la presentación del pedido de juicio político. “No vamos a permitir la impunidad”, sostuvo la fuerza fundada por Carrió.
La diputada integra la comisión con otro cívico. Cambiemos tiene mayoría de un voto (16 de 31). Para el dictamen se necesita mayoría simple. Y dos tercios en el recinto para aprobar el pedido. Si pasa esa barrera cae en el Senado, que requiere de la misma mayoría agravada para la destitución.
De tan compleja, la pelea no parece legislativa: es un desafio político en el corazón de Cambiemos.
fuente CLARIN