La plataforma de streaming lanzó el 1º de enero esta serie de 6 episodios de un hora cada uno dirigida por Justin Webster y -claro- ya se desató la polémica.
enfrenta una dificultad inherente a su tema. Es imposible hablar de la muerte de Nisman sin hablar del Memorándum con Irán, la ultra híper manoseada Causa AMIA –que llegó al colmo de tener a un juez eyectado a patadas por pagar una cometa a un imputado-, los detalles y el contexto del atentado de julio de 1994 y los cambios de los vientos políticos en la Argentina en los últimos 25 años. La serie resuelve bien cómo abordar de manera clara esos múltiples focos de información, dándole además ese ritmo de thriller político atrapante y adictivo que a los yanquis les sale de taquito. Aunque es cierto que un background mínimo, algo así como un “en el capítulo anterior”, le hubiera venido bien para no enredarse tanto en los dos primeros episodios
2- Hablando de episodios, los seis que componen la serie están divididos por temas (aunque inevitablemente cada tanto se crucen). El primero, por ejemplo, aborda la noche que hallaron el cadáver de Nisman, sus inmediatas repercusiones y el inicio de otra de las tantas grietas –desprendimiento directo de LA grieta– de la Argentina: suicido o asesinato. Hay otro que habla más específicamente sobre el atentado y el caso AMIA (aunque siempre atendiendo el rol de Nisman), uno dedicado al técnico informático Diego Lagomarsino y otro sobre “el fiscal y el espía”. Acá aparece el ex agente de la SIDE Antonio “Jaime” Stiuso, a quien el director toma la sabia decisión de introducirlo haciéndole contar que en la SIDE lo apodaron Jaime por los chistes “Jaimito”. Una entrevista de tal profundidad con una de las personas más oscuras y que más debe saber sobre “los sótanos de la democracia” argentina es un gran hallazgo periodístico. Lo nos lleva al punto tres.
3- La producción periodística es impecable, con un material de archivo tan numeroso como preciso y variado, además de algunos hallazgos inéditos. Recurrir a “recreaciones históricas” medio berretongas hace un poco de ruido en ese contexto, pero felizmente es un recurso que el director Justin Webster usa a cuentagotas. Intercalado a las imágenes de archivo hay entrevistas a una cantidad de fuentes igual de variada y enorme. Más allá de los gustos profesionales y políticos de cada uno, están todos los periodistas que han escrito sobre el tema, compañeros de Nisman en algún momento de su carrera, la Fiscal Fein, funcionarios de Estados Unidos e Israel, políticos*, las entidades judías y los sobrevivientes y familiares de las víctimas. Todos testimonios de indudable pertinencia -lo que implica que casi todos tienen cosas interesantes que decir- para intentar completar un rompecabezas imposible. Pero falta alguien.
4- Es una lástima que Cristina Kirchner no aparezca entre las entrevistadas. Es una figura fundamental de la historia y, al no tenerla, la serie queda un poco más endeble, con ella apareciendo únicamente mediante archivos. Desconozco los motivos de su ausencia, pero si fue por decisión de ella me parece, además, una mala estrategia de marketing y comunicación. Los entrevistadores vienen de afuera y están ajenos a la grieta y la rosca política argentina. Incluso diría que ni les importa: es evidente que les interesa más la información que el chicaneo o inclinar la balanza. Lo mismo hace todo el documental, que no se casa con ninguna de las versiones aunque cada tanto no puede evitar que se le caiga un hilo de baba ante la figura de Nisman. Además, CFK podrá ser cualquier cosa menos una mala oradora: frente a un periodista con quien difícilmente pueda sentirse “atacada” y con tiempo para explayarse, era el lugar perfecto para contar su visión del tema.
5- Hay otra entrevistado de indudable valor periodístico en Nisman: el fiscal, la presidenta y el espía. Se trata de Héctor Timerman, quien fuera ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto cuando se firmó el Memorándum. Durante los últimos años Timerman estuvo fuera de la vida pública debido a un cáncer que terminaría matándolo el 30 de diciembre de 2018. Éstas deben ser las primeras imágenes públicas del ex funcionario transitando la enfermedad en su estado avanzado. Pocas veces la política pareció tan humana como cuando ese hombre flaco, visiblemente débil, de mirada mortuoria y con dificultades para hablar, reconoce que el error político y la equivocación al no medir que las desventajas del Pacto eran más grandes que las ventajas.
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Fuente: otroscines.com