Los datos de las góndolas, los surtidores y algunos comercios le juegan en contra al Gobierno. Más allá de discursos, controles al dólar o pedidos de información a las empresas, la inflación no cede y convierte al 29% casi en una utopía. Alimentos, educación, combustibles e indumentaria son algunos de los rubros que se aceleraron en marzo y golpean al bolsillo de los argentinos.
Tras la desaceleración de febrero (dio 3,6% frente al 4% de diciembre y enero pasados), algunos números muestran un recalentamiento este mes. Es el caso de la categoría alimentos y bebidas, componente clave de la canasta de consumo, que vuelve a encabezar las subas en lo que va de marzo.
De acuerdo con datos de la consultora LCG, que mide semanalmente 8000 precios en sitios de supermercados online, este segmento tuvo un alza del 1,4% la semana pasada, la suba más alta desde mediados de enero.
“Empezamos a ver la generalización del proceso inflacionario: a fines de 2020 era la carne, a principio de este año fueron las frutas y ahora parece ser el pan”, advierte Franco Mastelli, economista de LCG, en referencia a la continuidad de las remarcaciones en esta categoría.
El dato enciende luces amarillas porque da cuenta de una aceleración. Durante febrero, la suba en los precios de este segmento se había ubicado por debajo del 1% semanal, pero luego repuntó: según LCG, la inflación de alimentos se disparó en la última semana de febrero (1,2%) y luego registró alzas consecutivas del 1%, 0,9% y el mencionado 1,4%.
“Con estas cifras, no sorprendería que a fines de marzo el índice de alimentos y bebidas termine entre 4,5 y 5% de aumento promedio mensual. Además en marzo, por fuera de este rubro, hubo aumentos de combustibles y en educación, que tradicionalmente se concentran en este mes”, completa Mastelli.
Otras mediciones también descartan una baja de la inflación en marzo. Teniendo en cuenta la evolución de los precios de las primeras dos semanas del mes, Camilo Tiscornia proyecta un piso del 3,5%, aunque advierte que la tendencia es alcista para las próximas semanas.
Ecolatina, en tanto, relevó un 3,3% en la primera quincena de marzo (frente a la primera quincena de febrero), con un alza del 4% en la inflación núcleo. Las categorías más calientes, coinciden estas proyecciones, son educación (15,3%), indumentaria (6,7%) y alimentos y bebidas (4,1%).
La firma también advierte sobre una aceleración en los últimos días: sus estimaciones marcan una suba del 3,7% promedio para la segunda quincena (frente a la segunda mitad de febrero) y un 3,5% para el mes.
Así, la evolución de los precios vuelve cada vez más lejana la posibilidad de que 2021 concluya con la meta del Gobierno. Porque tras el 7,8% acumulado en el primer bimestre, la inflación debería estar por debajo del 1,8% mensual hasta fin de año para cumplir con el 29% que ensayó Martín Guzmán en el presupuesto. Pero la suba mensual de los precios no se ubica en ese nivel desde la primera mitad de 2020, meses de cuarentena estricta.
En ese contexto, el Gobierno avanzó con algunas intervenciones, como frenar el ritmo de devaluación del dólar oficial, la intervención en el mercado paralelo y los controles de precios, a fin de contener la suba. Pero el plan no parece convencer a las expectativas de analistas privados: de acuerdo con el último relevamiento entre bancos y consultoras de Latinfocus, que se publicó esta semana, se estima un 46,4% de inflación para todo 2021, casi 17 puntos por encima de la pauta oficial.
También el Relevamiento de Expectativas que difunde mensualmente el Banco Central plantea un escenario más pesimista que el plan oficial. En su última edición, conocida a comienzos de marzo, los consultados estimaron en promedio un 37% para marzo, y que la inflación mensual recién se ubicaría por debajo del 3% mensual en agosto. Para todo el año, proyectan un 48,1%.
Los últimos datos oficiales tampoco muestran una desaceleración. Anteayer, el Indec dio a conocer que la inflación mayorista en febrero fue del 6,1% (12% en el bimestre), su valor más alto desde agosto de 2019. Ese mes estuvo marcado por la derrota del oficialismo en las PASO y la posterior devaluación del dólar oficial, que subió de $46,55 a $57,30 (un 23%) en un día.
La frialdad de los números también condiciona y genera posiciones encontradas en el oficialismo, con cuestiones clave como las tarifas, las góndolas o las naftas. Así, mientras por un lado el Gobierno decidió avanzar en aumentos en los combustibles (YPF subirá 18% en tres meses) para recomponer los márgenes de la petrolera, con un consecuente impacto sobre la inflación, hay otras áreas donde el rumbo es el contrario.
En ese marco, la secretaría de Comercio profundizó sus controles y sus exigencias de información sobre costos y otros datos a grandes empresas de alimentos y otros rubros, situación que generó tensión con los productores.
También hay disputas en torno a los aumentos de tarifas: mientras la Secretaría de Energía plantea que es necesario un aumento de entre el 26% y el 35% en las facturas de gas, una idea compartida por Guzmán, el espacio cercano a Cristina Kirchner, encabezado por Federico Bernal, titular del Enargas, insiste en que el ajuste debe ser segmentado y menor al 10%.
Fuente: La nación