La conducción de la entidad está nombrada “en comisión” hace más de un año porque la vicepresidenta no les da luz verde a sus acuerdos
En el Senado ya empiezan a mencionarlos como “los prisioneros de Cristina”. La broma, aunque cada vez provoca menos sonrisas, hace referencia a casi una decena de directores del Banco Central cuyas designaciones propuestas por el Poder Ejecutivo llevan más de un año demoradas en la Comisión de Acuerdos por exclusiva decisión de la vicepresidenta.
Al directorio del BCRA en pleno, que funciona “en comisión”, es decir por decreto del Poder Ejecutivo, se suman los pliegos de Marcela Losardo y Guillermo Nielsen, dos exfuncionarios que salieron eyectados de sus cargos por presión del kirchnerismo y que esperan turno para que el Senado les preste su acuerdo como embajadores.
Todos estos nombramientos fueron impulsados por Alberto Fernández, pero sus pliegos permanecen inactivos en la Comisión de Acuerdos, celosamente custodiados por la mendocina Anabel Fernández Sagasti, militante de La Cámpora y una de las favoritas de la vicepresidenta.
Aunque con matices, todos estos casos podrían asimilarse al del juez federal Daniel Rafecas, cuya nominación como procurador general, es decir, como jefe de los fiscales, también vegeta desde hace más de un año en la comisión que preside Fernández Sagasti.
Aunque nadie se anima a decirlo en público, las causas de la demora son las fuertes pujas internas que cruzan a la coalición de Gobierno y el celo con el que Cristina Kirchner se reserva el control de algunos de los resortes más importantes de gobierno.
Pero cuando se habla del BCRA, las razones también hay que buscarlas en el pasado. Un senador oficialista, de los pocos que todavía se animan a esbozar algún pensamiento crítico sobre la vicepresidenta, recordó el enfrentamiento de Cristina Kirchner con Martín Redrado y el costo político que debió pagar para poder desplazarlo de la conducción del Banco Central en enero de 2010.
“Cristina no comete dos veces el mismo error”, afirmó el legislador para explicar por qué, desde que el kirchnerismo volvió al poder, los directores del Central permanecen “en comisión” y no son designados por un mandato de seis años con la estabilidad que les daría el acuerdo del Senado.
Directorio en comisión
En esa situación precaria, aunque legal, se encuentra hasta el presidente de la entidad monetaria, Miguel Ángel Pesce. El economista asumió su cargo con la llegada de Alberto Fernández a la Casa Rosada, el 10 de diciembre de 2019. Menos de dos semanas después, su pliego ingresó al Senado.
El mismo día también aterrizaron en la Cámara alta los pedidos de acuerdo para Zenón Biagosch, Martín Golonbek, Claudia Berger y Betina Stein, para integrarse al directorio de la entidad.
El primer paquete de designaciones en el BCRA se completó el mismo 23 de diciembre con las propuestas de Marcos Moiseeff y Waldo Farías como síndicos titular y adjunto, respectivamente.
A mediados de enero del año pasado llegó otra tanda de postulados para completar el directorio del BCRA que, según la carta orgánica del organismo, está integrado por un presidente, un vicepresidente y ocho directores.
Con fecha 17 de enero y firmado por el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y el ministro de Economía, Martín Guzmán, ingresaron al Senado los pliegos de Sergio Woyecheszen, actual vicepresidente de la entidad; Eugenio Carrera, que hoy ocupa la vicepresidencia segunda; y de Arnaldo Bocco, Guillermo Hang y Carlos Hourbeigt.
Casi todos permanecen en sus cargos. Sin embargo, en el tiempo transcurrido sin que la Comisión de Acuerdos trate los pliegos “pasaron cosas”.
Hourbeigt renunció como director del Central el pasado 7 de enero tras haber ocupado la presidencia de la Comisión de Operaciones y Medios de Pago del BCRA. Su salida provocó incertidumbre entre las Fintech, medio en el que se había destacado como uno de los promotores de las denominadas transferencias 3.0 y del uso del código QR.
Hombre de Lavagna, de hecho fue su jefe de campaña electoral, Hourbeigt entregó su dimisión ante el presidente Alberto Fernández en una carta con un sugestivo párrafo final. “Motiva mi renuncia la comprensión de las necesidades políticas del Gobierno de la Nación en esta hora en la que deseo que Dios lo ilumine para que sus decisiones contribuyan a mejorar la calidad de vida de los argentinos”, concluye la misiva.
Las “necesidades políticas” eran, en realidad, las del ministro Guzmán, que pujó para ubicar en el directorio del Central a Diego Bastourre, hombre de su confianza y de activa participación en la normalización de la deuda en pesos que había caído en default.
A pesar de estos pergaminos, el pliego de Bastourre también espera su turno en la Comisión de Acuerdos del Senado, aunque en este caso el tiempo de demora es mucho menor, ya que recién ingresó el 12 de enero pasado.