Uno de cada tres hogares de clase media hoy no llega a cubrir una canasta básica total. El número necesario es de casi $72.400. Para tener un parámetro similar, el salario formal promedio después de impuestos está cerca de los $78.000, es decir, “pasa raspando”.
El porcentaje de hogares de clase media que en realidad son pobres a nivel ingresos (porque no llegan a cubrir sus necesidades básicas) es del 33%, según la consultora Ecolatina. En 2017, antes de la pandemia y la crisis económica del gobierno anterior, ese porcentaje era del 14%.
En el medio el poder de compra de los salarios se redujo en 25 puntos, según explica Federico Moll, director de Ecolatina. El economista traduce el número: “Esto quiere decir que hay un 33% de hogares que en términos de capital humano, tipo de empleo, cobertura de salud y nivel educativo son de clase media y se autoperciben como parte de este grupo, pero que hoy no llega a fin de mes”.
Hay una diferencia en el prisma con el que se mira a esos hogares. Por un lado, la mirada que hace foco sobre la línea de pobreza “habla de las capacidades materiales de un hogar”, explica el informe, y es coyuntural. Por el otro, la que se centra en los niveles socioeconómicos gira en torno a las pautas de consumo y el capital humano.
“En la clase baja hubo algún tipo de mejoramiento de ingresos por la red de seguridad social, en la clase alta dejaron de ahorrar, pero la clase media fue la más desfavorecida en estos años y tuvo que acotar sus niveles de consumo de manera muy marcada en los últimos años”, agrega Moll.
El dato del empobrecimiento de la clase media también da cuenta de un fenómeno que no es nuevo en la Argentina: tener un solo trabajo en relación de dependencia ya no alcanza para cubrir necesidades básicas como alimentos, un alquiler, servicios de electricidad, gas y agua y transporte, entre otros, dice el economista.
El riesgo de que el 40% de pobreza de la población general y el 33% de clase media no sea el techo es alto, advierte el informe de Ecolatina.
“Una situación delicada como la expuesta solo es reversible en la medida que se adopten las políticas económicas, sociales, demográficas y sanitarias de largo plazo necesarias para una reducción sostenida -y sostenible- de la pobreza”, suma.
En ese sentido, Moll apunta que intergeneracionalmente esta situación coyuntural podría traer problemas. “Si no logro pagarle una buena escuela o un buen acceso a la salud a mis hijos, van a tener menos capacidad de generar más ingresos”, detalla.