se termina Massa con la prensa, ahora los conductores de contenidos televisivos y radiales hicieron críticas ácidas a poco de asumir
Massa asume con escraches y un clima pre-revolucionario
En esta oportunidad Sergio Massa asume el rol en economía, producción y fusión de áreas. Sin embargo los anuncios no son la noticia.
La serie de escraches vividos el miércoles demuestran que Massa y sus aliados quedaron atrás. Esto implica una caída superior a la imaginada.
La propaganda no alcanzó para que los medios calmaran a los ánimos sociales. Pero sí para tener una semana de tranquilidad en los mercados ¿Ahora qué sigue?
Sin duda alguna le seguirá UNA DEVALUCIÓN NATURAL de la moneda y los anuncios de Massa que son insuficientes.
Lo claro es que los mercados hoy empezarán a reflejar la realidad más pura. Y que Massa no devaluará es un desatino entre sus anuncios, que casi no son diferentes en nada.
El modelo del cepo sigue junto a medidas que apuntan al atraso no solo del dólar, sino de la Argentina y el enriquecimiento de los adeptos.
Escraches: Pablo Moyano y Luis D’Elía
Pablo Moyano, secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), fue increpado por un grupo de manifestantes en la Casa Rosada cuando el gremialista se disponía a ingresar al edificio para asistir a la jura de Sergio Massa como ministro de Economía.
“Se robaron todo”, “Andá a trabajar”, “Basura”, “Rata”, fueron algunas de las frases que se le escucha decir indignada a la gente. En tanto, otros le endilgaron su involucramiento con Independiente y la situación calamitosa del club de fútbol.
Otro escrache poderoso a Luis D’Elía
“Chorro, andate a Cuba, hacete el picante, te gusta vivir como un oligarca”, fueron algunas de las cosas que le gritaron a Luis D’Elía. «Conseguite un puestito y hacete el picante», le gritó otro. «A el le gusta vivir como un oligarca», concluyó una mujer.
“Andate a Cuba, hija de puta, no laburaste nunca… ¿Qué opinás de la pobreza ahora? ¿No tiran piedras ahora, no? No van a poder caminar, inútil”, fueron algunos de los improperios que recibió del Romina del Plá. «¡Inútil!», remató otro.
Una semana de gracia con Massa, ya terminó
Después de una semana de dilaciones, finalmente se concretó la asunción de Sergio Massa como ministro de Economía para intentar reencauzar la actividad, frenar la inflación, sumar reservas y darle así una chance de supervivencia a la alicaída gestión del Frente de Todos.
El día de clave de Massa tuvo dos momentos centrales: la asunción en el Museo del Bicentenario ante 500 invitados que expresaban euforia en medio de una situación compleja, con la ausencia de la vicepresidenta Cristina Kirchner y con el aval del presidente Alberto Fernández, que lo puso en funciones tras expresar su confianza en el hombre que reúne bajo su mando las áreas de Economía, Producción y Agricultura.
Tras un acto de apenas 15 minutos, Massa llegó al Palacio de Hacienda, donde estuvo reunido con su equipo de colaboradores, que hasta ahora sigue incompleto: aún no definió quién será el viceministro ni confirmó oficialmente que Darío Martínez seguirá al frente del área clave de Energía, decisiva tanto para el programa económico como para los intereses del kirchnerismo.
Pese a las insistentes preguntas de los periodistas en la primera conferencia de prensa que Massa dio como ministro, no pudo dar precisiones sobre las designaciones faltantes.
Pero puso todo el énfasis en las primeras medidas de su gestión que tendrán cuatro ejes: orden fiscal, superávit comercial, fortalecimiento de las reservas y desarrollo con inclusión.
Tras agradecer el presidente, a sus colaboradores y a su familia, el ministro destacó que “el desafío es enorme y si bien las dificultades son muchas, el contexto global puede transformarse en una enorme oportunidad para Argentina”.
“No soy super nada, ni mago, ni salvador. Vengo a trabajar de manera comprometida para tratar de ayudar a que la Argentina le vaya bien”, dijo Massa al llegar a la posición dentro del Gobierno por la que venía peleando desde hace tiempo.
Medidas de Massa, que son más de lo mismo, sin brillantez
Tipo de cambio
El nuevo ministro dejó en claro que «devaluación» sigue siendo mala palabra para el Gobierno. Ratificó el discurso oficial en el sentido de que supone una baja en los ingresos y una transferencia de recursos de una parte de la sociedad a una minoría que se beneficiará.
En ese sentido, continúa la línea de Silvina Batakis, quien había declarado que se sentía «cómoda» con el tipo de cambio actual. Esto también hace suponer que no se cumplirá el compromiso asumido con el FMI -o, al menos, que no se lo hará de golpe- de mantener el tipo de cambio de diciembre de 2021, que supondría hoy un dólar oficial de $146.
En lo que va del año, la inflación acumulada es de 45% contra un dólar que evolucionó un 28%, lo cual acentúa un retraso cambiario que está generando reclamos. Massa no dijo que se pensara corregir ese desfasaje con una aceleración de la tasa devaluatoria.
Exportación agrícola
El tema sobre el que más se especuló en los últimos días, el de la liquidación de la soja por u$s16.000 millones que están guardados en silobolsas, no terminó de quedar aclarado. Massa dijo que se llegará a un acuerdo para que ingresen «por adelantado» u$s5.000 millones.
Dio a entender que habrá incentivos, pero no dejó en claro si se hará mediante un desdoblamiento cambiario o por un alivio fiscal. En todo caso, dio a entender que sigue vigente la resolución del Banco Central para reconocer el tipo de cambio MEP al 30% de la exportación, y dijo que esa medida incluso se extendería más allá de agosto.
Cuando los periodistas le pidieron precisiones, dijo que se estaba conversando con los sectores involucrados, lo cual dejó la duda sobre qué tan firme será el compromiso del campo sobre esa liquidación.
Refuerzo de las reservas del BCRA
En todo caso, la cifra anunciada por Massa no es tan impactante cuando se la mira «con lupa». La realidad es que un ingreso de u$s5.000 millones por exportación agrícola no es un número tan grande para esta época del año. Es, aproximadamente, lo mismo que se había liquidado el año pasado entre agosto y septiembre.
Sí es cierto que implicaría una mejora respecto del pobre nivel de ventas de junio, pero también debe recordarse que en mayo pasado se registró un récord de u$s4.200 millones en un mes. En otras palabras, que el campo apure en u$s5.000 millones la liquidación implicará un oxígeno de corto plazo pero está lejos de resolver la acuciante situación de las reservas del Central.
En cuanto al resto de los refuerzos, Massa aludió al ingreso de unos u$s2.000 millones de organismos internacionales, como el BID y la CAF, que ya estaban en proceso de aprobación.
El anuncio realmente novedoso fue el de un préstamo «repo» con bancos de inversión y fondos soberanos, lo cual implicaría retomar el endeudamiento externo. No habló de montos ni de tasas, pero trascendió que hubo ofertas por u$s3.000 millones.
Control de importaciones (seguimos en el modelos de la destrucción del país)
La realidad es que la parte más fuerte del refuerzo de las reservas no pareció estar basada en el incentivo a la exportación sino más bien en el control a las importaciones. En junio hubo compras récord por u$s8.547 millones, y las primeras estimaciones es que en julio se ubicaría en torno de u$s8.100 millones. Son números que preocupan al Gobierno, sobre todo si se tiene en cuenta que todavía faltan dos meses de compras fuertes de gas y combustibles, que totalizan unos u$s2.000 millones mensuales.
Massa dijo que se combatirán las prácticas de sobrefacturación de importaciones y que se implementará un sistema de trazabilidad sobre los dólares aprobados para las compras del exterior, algo que no sorprendió dado la seguidilla de comunicados de la Dirección de Aduanas sobre descubrimientos de maniobras fraudulentas.
No hizo estimaciones sobre en cuánto podrá incidir esta política para bajar el «festival de importaciones» que llevó a que la balanza comercial se tornara deficitaria incluso en un momento de altos precios agrícolas.
Ratifica la «disciplina fiscal»
Tal como había hecho su antecesora, Massa fue enfático al ratificar la meta fiscal, en un mensaje que pareció tener un destinatario principal, la dirección del Fondo Monetario Internacional, con la cual el nuevo ministro se reunirá a fines de mes.
Massa es también consciente de que necesita dar ese mensaje hacia la interna para desarmar las expectativas inflacionarias. Y reforzó los anuncios de recorte que había hecho Batakis con un compromiso de monitoreo a las plantas de personal de los respectivos monitoreos y reparticiones públicas.
Además, como demostración de que se intentará prescindir del financiamiento monetario del gasto público anunció la devolución de «adelantos transitorios» que había hecho el Banco Central. Se trató, en realidad, de un anuncio más bien simbólico: los $10.000 millones de la devolución son una pequeña fracción de la asistencia que el Central ha hecho en los últimos meses, y que implicó, entre otras cosas, adelantos transitorios por más de $340.000 millones más unos $300.000 millones por el «salvataje» de los bonos cuyo precio se estaba desplomando por los rumores de un «reperfilamiento».
Canje de deuda pública
Precisamente, para reforzar el concepto de que no habrá default de la deuda tomada en el mercado interno y que, además, se evitará el estrés de los vencimientos abultados que marca el calendario -sólo en septiembre está previsto la cancelación de bonos por $1 billón-, Massa dijo que se ofreció un canje por adelantado de esos títulos.
Es una forma de llevar calma al mercado en el sentido de que evitarán turbulencias en el plano financiero, como la vivida hace dos meses con la abrupta caída de los bonos. Massa dijo que ya estaba acordado el canje voluntario por un 60% del volumen del vencimiento, una afirmación que no sorprendió a los expertos del mercado, dado que casi la mitad de la deuda está en manos de organismos públicos como el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses.
Suba de tarifas
La única medida en la que Massa dio una definición concreta de voluntad de ajuste fiscal fue la referida a la tarifaria. Era el punto que más hacía dudar sobre la factibilidad de que se pudiera cumplir el objetivo de un déficit fiscal de 2,5% del PBI. Ocurre que, en la previsión original de Martín Guzmán, habría un recorte de 0,6 puntos por reducción de subsidios a la energía, pero la demora en aplicar la suba tarifaria, sumada a la alta inflación, hizo que ese recorte se licuara, de manera que los subsidios podrían hasta crecer en términos reales.
Ahora Massa dio más pistas respecto de lo que viene. Dejó en claro que un 30% de los hogares ya no tendrán subsidio, lo que implicará un ajuste importante en el monto a pagar por luz y gas.
Y respecto de los que sí solicitaron el mantenimiento, dijo que habrá una evaluación y que, en todo caso, lo que se subsidiará será hasta un límite determinado. En el caso de la electricidad, mencionó el techo de 400 kwh.
En principio, no parece un techo correspondiente a un consumo muy elevado: un típico hogar de cuatro personas en una casa de tres ambientes puede consumir esa cifra en el momento del año de menor demanda y subir hasta los 1.000 kwh en los meses de temperatura extrema, cuando están encendidos los aparatos de aire acondicionado.
En definitiva, sí habrá un ajuste tarifario, aunque, según adelantó el ministro, con atención a situaciones geográficas y estacionales, que suavizarán el impacto del costo final.
Quedó sin responder cuál será el impacto fiscal de la medida y si se podrá acercar al ahorro originalmente planeado para el año.
Salarios, jubilaciones y planes sociales
Massa guardó un capítulo para el tema que más preocupa a la población: los ingresos de asalariados y jubilados ante la escalada inflacionaria. Se insinuó un primer cambio de política, dado que se negociará con sindicatos y cámaras empresariales un bono general de suma fija para el sector privado.
Por lo pronto, ya anunció un alivio para los beneficiarios de las asignaciones familiares, lo cual impacta en el segmento de asalariados de nivel medio y bajo.
Y se anunciará el refuerzo de ingreso para las jubilaciones con un bono, algo que se daba por descontado, ya que esa compensación parcial por la pérdida que sufren los jubilados desde la aplicación de la nueva fórmula indexatoria ha sido la política predominante desde el 2020.
Y, finalmente, Massa también se refirió al espinoso tema de los planes sociales. Ratificó la postura de que el Estado debe incentivar que los beneficiarios se reincorporen al mercado laboral. En un guiño al pedido de Cristina Kirchner, anunció una auditoría para transparentar la operatoria de asignación y pago de los beneficios.
La primer massista escrachada «Tundis»
La modalidad que tanto aman los kirchneristas, de no tratarse de ellos es la del escrache, ahora se vuelve en contra y lo dijo por Massa, tras anuncios, es escribir en la arena.
Tundis, ex diputada por el Frente Renovador fue la primer ecrachada a más de 36 horas del suceso.
Mientras avanzaba para salir del lugar, Tundis buscaba despegar su imagen de la del gobierno. “No tengo nada que ver ahora. Hace rato que terminé mi mandato como Frente Renovador”, aseguró. “¿Estás de acuerdo con que el presidente de la Cámara de Diputados sea el piquetero Juan Marino?”, le preguntaron, insistiendo mientras Tundis avanzaba, visiblemente incómoda. “No sé, no los conozco, no tengo nada que ver”, respondió, tratando de alejarse de la imagen del gobierno de Alberto Fernández y su jefe político, Cristina Fernández de Kirchner.
“Llorabas cuando estaba Macri y ahora que los jubilados cobran 30 mil pesos no llorás”, le reprocharon, mientras la ex diputada continuaba alejándose de sus perseguidores, “no tengo nada que ver”, aseguraba frente al escrache de los comensales del bar. “Todavía lloro”, repitió, visiblemente enojada.
Parte del equipo de Massa «Tombolini»
El día que Matías Tombolini debió admitir que desconoce el funcionamiento de las tasas
Con este equipo económico de Massa ¿Qué certeza hay?
Iprofesional/Real Politik/Los Andes/Redacción