El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) informó ayer que la inflación en Argentina se ubicó en un 2,7% en octubre de 2024, la más baja desde noviembre de 2021. Sin embargo, esto no es motivo de celebración. La inflación acumulada en los últimos 12 meses alcanzó un alarmante 193%.
A pesar de este descenso, la realidad es que los precios siguen subiendo en sectores clave como vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles, con un aumento del 5,4%. Las prendas de vestir y calzado también aumentaron un 4,4%, mientras que los restaurantes y hoteles subieron un 4,3%.
El gobierno ha intentado presentar estos datos como un éxito, pero la situación en el día a día de los argentinos es muy diferente. Los salarios no han podido mantener el ritmo de la inflación, lo que significa que la gente sigue perdiendo poder adquisitivo.
En septiembre, los salarios aumentaron un 4,7%, pero aun así no lograron superar la inflación anual del año pasado.
La realidad en las calles es que las familias tienen que priorizar lo esencial, comprando solo lo necesario para sobrevivir. En barrios como San Jorge, los comerciantes aseguran que las compras se realizan diariamente y el consumo de productos básicos ha disminuido considerablemente.
El gobierno debe asumir su responsabilidad y tomar medidas concretas para controlar la inflación y mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos (PROPENDER AL BIENESTAR).
La desaceleración de la inflación es un paso positivo, aunque lo sería sin achatar el SALARIO REAL, por lo que no es suficiente. Necesitamos políticas económicas sólidas y justas que realmente beneficien a todos los argentinos y no al grupo financiero o monopólico.