La nave ‘Shenzhou 8’ se ha conectado con el módulo experimental, en órbita a 343 kilómetros de la Tierra
China ha logrado hoy un nuevo hito en su ambicioso programa espacial, que incluye la construcción de una estación en el espacio para el año 2020. La nave Shenzhou 8, que fue lanzada el martes pasado, se ha acoplado con éxito con el módulo experimental Tiangong 1, puesto en órbita el 29 de septiembre. La conexión de las dos naves no tripuladas -que ha sido emitida en televisión- ha tenido lugar a la 1.36 de la madrugada (siete horas menos en la España peninsular) mientras giraban a 343 kilómetros de la Tierra.
«China está equipada ahora con la tecnología básica y la capacidad necesaria para construir una estación espacial», ha declarado Zhou Jianping, jefe de diseño del programa tripulado, según la agencia oficial Xinhua. «Esto hará posible que China lleve a cabo la exploración espacial en una escala mayor».
El ejercicio de encuentro y conexión entre los dos módulos es crucial para lograr la capacidad y el conocimiento imprescindibles para las labores logísticas que exige la operación de un laboratorio espacial en pleno funcionamiento, capaz de albergar astronautas durante meses; una maniobra que rusos y estadounidenses dominan desde la década de 1960. El proceso es delicado, ya que ambas naves, situadas en la misma órbita y girando a gran velocidad, deben aproximarse con suavidad para no destruirse la una a la otra.
Los líderes chinos otorgan gran importancia al programa espacial. El primer ministro, Wen Jiabao, y otros altos líderes han seguido la operación desde el centro de mando en Pekín, mientras que el presidente, Hu Jintao, que se encuentra de viaje en Francia para asistir a la cumbre del G20, ha enviado un mensaje de felicitación. «Los grandes pasos adelante y la adquisición de la tecnología de acoplamiento espacial son vitales para el desarrollo de nuestro programa espacial tripulado», ha dicho. Pekín planea llevar a cabo más de 20 lanzamientos de cohetes con astronautas en la próxima década.
El ejercicio de acoplamiento -guiado mediante radares de microondas, mediciones con láser y cámaras de vídeo- ha durado ocho minutos. «Juntar dos vehículos que viajan a 7,8 kilómetros por segundo (28.000 kilómetros por hora) en órbita, con un margen de error de no más de 20 centímetros, es como encontrar una aguja en un pajar», ha afirmado Zhou. Las dos naves permanecerán unidas alrededor de 12 días, tras lo cual se separarán brevemente y volverán a conectarse una segunda vez, antes de que Shenzhou 8 regrese a la Tierra el 17 de noviembre.
Si la misión concluye con éxito, el año que viene serán lanzadas otras dos naves similares para acoplarse con Tiangong 1; una de las cuales al menos estará tripulada. Shenzhou 8 lleva dos maniquís. Entre los parámetros que serán analizados en este viaje, están el impacto del vuelo sobre la respiración humana, la temperatura y la presión de la sangre. Además, van a ser llevados a cabo experimentos conjuntos entre científicos chinos y alemanes en campos como ciencias de la vida y micro gravedad. Se trata de la primera vez que Pekín permite acceso a un país extranjero a su programa espacial. El Gobierno ha afirmado que la futura estación espacial china estará abierta a científicos de todo el mundo.
La maniobra de acoplamiento es una nueva muestra del rápido avance que ha experimentado el programa espacial chino en los últimos años, en un momento en el que las limitaciones presupuestarias y el cambio de prioridades han puesto freno a los planes espaciales tripulados en Estados Unidos y otros países.