Su director de Cultura ordenó vaciar la muestra
Por Gustavo Ybarra | LA NACION
Juan Laxagueborde, director de Cultura del Senado nombrado por el vicepresidente Amado Boudou, ordenó cerrar y desmantelar el Museo de la Cámara alta, en un intento de utilizar ese espacio para la realización de eventos y tertulias sociales.
Si bien en las últimas horas hubo un principio de marcha atrás en la medida, el salón de exposiciones permanece vacío, los objetos que formaban parte de la muestra están guardados en el segundo subsuelo del edificio anexo y no hay una fecha cierta de reapertura.
El Museo del Senado Domingo Faustino Sarmiento se encuentra en la ochava de Hipólito Yrigoyen y Solís, recibe un promedio de 50 visitas por día y en él se pueden ver piezas únicas que hacen a la historia del Poder Legislativo, como un facsímil de la Constitución de 1853, las versiones originales de las leyes del voto universal y femenino y una réplica de la primera Constitución reformada en 1994, entre otras piezas.
La decisión de cerrar el salón fue tomada y transmitida de forma verbal el martes último a la directora del Museo, Estela Inés Masjoán, por personal de la Dirección de Cultura. Según esa directiva, el salón de exposiciones debía quedar liberado en un plazo perentorio de 48 horas.
La noticia corrió de manera rápida por despachos y pasillos del Senado y se tradujo en el interés de interiorizarse de los hechos transmitido a las autoridades del Museo por personal de todos los sectores y de los gremios de los empleados legislativos (APL), del personal superior (APES) y de los trabajadores del Estado (ATE).
LA NACION intentó comunicarse el viernes último con Laxagueborde para obtener más detalles de su decisión, pero el funcionario no respondió a la requisitoria.
Sin embargo, fuentes parlamentarias confirmaron que minutos después de la llamada de este diario se apersonó en las oficinas del Museo Pablo Chiesa, empleado del despacho de la senadora ultraoficialista Liliana Fellner (Jujuy), pidiendo que nadie hablara con la prensa.
Además, Chiesa acercó una nota firmada por Laxagueborde que respaldaba lo que hasta ese momento sólo había sido una orden verbal. El escrito, al que se «invitó» a suscribir a Masjoán para mostrar que la medida contó con el aval de la conducción del Museo, sostiene que el desalojo de la sala forma parte de una serie de reformas destinadas a mejorar el ambiente y a adecuar los propósitos de la institución.
Sin embargo, hasta el momento no existe un proyecto para la realización de esas supuestas mejoras.
La nota tampoco explica por qué se decidió vaciar el Museo en un plazo perentorio de 48 horas si, como mínimo, cualquier plan de reforma necesitará de la convocatoria a un proceso licitatorio que demandará, por lo menos, unos tres meses antes de poder ponerse en marcha.
El Museo del Senado es una de las 145 instituciones de su tipo que existen en la ciudad de Buenos Aires y una de las más visitadas en la Noche de los Museos, que se celebra todos los años en noviembre. Cualquier decisión que afecte su funcionamiento, como un cierre temporal, debe ser comunicada a la Dirección General de Museos, que depende del gobierno porteño.
Hasta el momento, no se ha dado parte a esa dependencia porteña sobre un eventual cierre del Museo. Sin embargo, en los hechos, la institución permanece cerrada desde el jueves de la semana pasada, cuando su salón comenzó a quedar vacío.
REPRESALIAS
Hasta el momento, de la exposición que mostraba el Museo sólo quedaron aquellos elementos que fueron imposibles de trasladar, por su volumen y peso, pero sobre los que se mantiene la orden de retirarlos. Así, aún permanecen en el salón una histórica linotipo de la Imprenta del Congreso, que pesa 1,2 tonelada; parte del mobiliario del Salón Rosado, una mesa riñón y una parte de la alfombra Savonier regalada al Congreso por la infanta Cristina de España en ocasión del Centenario de la Patria, en 1910.
Si bien nunca quedó explicitado, en ámbitos gremiales adjudicaron la decisión de Laxagueborde a la necesidad de obtener un lugar donde realizar sus tertulias culturales y políticas.
Esas fuentes también coincidieron en relacionar la orden de desalojo con una represalia contra el Museo por haber reconocido a LA NACION que las reformas del despacho de Boudou fueron hechas sin consultarlos.